Capítulo 24

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Volker

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Volker.

Mis ojos no se despegan de la mujer de cabellera castaña que baila en la pista de baile que posee el club, Ariana Foster baila junto a las personas con las que viene, se mueve de un lado a otro y aún con mi chaqueta encima se mueve con total libertad que parece que esta no le estorba ni un solo segundo aún cuando le queda enorme.

Baila mientras ríe y al mismo tiempo que bebe de la botella de tequila que tiene en su mano y que no ha soltado ni por un solo segundo desde que Lorenzo, uno de mis empleados, se la entregó.

Los recuerdos de lo que sucedió horas atrás en mi oficina se hacen presentes en mi cabeza, ella sobre mí, montándome con un jodido deseo que lo único que hizo fue hacerme doblegar aún cuando estaba completamente decidido a mandarla a la mierda. La muy perra sabe lo que hace, sabe cómo colarse encima de mí y salirse con la suya.

La odio, la odio por ser una mujer peligrosa, la odio por saber de qué manera conseguir lo que quiere.

La odio por ser tan maldita buena en el sexo y por saber hacer enloquecer a mi polla y a mi cabeza.

—Señor —mis ojos se alejan de Ariana y miro a uno de los guardias del club—, el señor Preston llegó.

—Dile que suba —ordeno y solo asiente mientras se va de aquí, mis ojos se van de nuevo a la mujer que observo desde minutos atrás, pero, mis ojos se van de ella cuando un ruso llega a mi mesa.

—Volker —miro a Yerik, acomoda su cabello rubio mientras toma asiento frente a mí.

No hablo con él ni con Oliver desde hace unas semanas atrás, y es hasta hoy cuando he vuelto a recurrir a Yerik.

—¿Qué es lo que tienes? —pregunto sin rodeos.

Yerik suelta un suspiro lento mientras bebo un trago del whisky en mi vaso.

—Me hice cargo de todo —responde—, tomé dinero de tu cuenta secundaria, pagué a todos los medios para que dejarán de hablar del tema involucrándote así como pagué también al restaurante para que no indagará más.

Mi rabia se activa de nuevo de solo recordar que Borka sigue jodiéndome.

—Pero aún así sabes que es imposible que todo se olvide de un momento a otro —continúa el ruso—, puedes estar tranquilo que si se sigue hablando del tema no podrán asociarte y quien mencione tu nombre tendrá entonces una multa por unos buenos millones.

Odio estar en el ojo público, odio que mi nombre esté involucrado en cosas que no sean aquellas en donde se menciona mi éxito. Borka sabe que mi reputación pública es algo que he mantenido al margen y estoy seguro de que no va a cansarse hasta joderme.

—¿Qué hay de Borka? —pregunto.

—No sé —responde Yerik—, debe de estar molesto para que siga jodiendo, habíamos sido claros.

CRIMINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora