Dakota.
Mi pecho se mueve con desenfreno ante la adrenalina, mi mano arde mientras mis ojos enfocan al alemán frente a mí, mis ojos miran su mejilla que ahora mismo está roja, su rostro sigue ladeado y trago saliva con dureza al ver como lentamente voltea hacia mí.
—Atrévete a hacerlo de nuevo y te juro que vas a desear no haberlo hecho —suelta entre dientes.
Mi mano golpea de nuevo, pero, esta vez lo hace en su otra mejilla, su rostro vuelve a girarse y el cosquilleo invade en todo mi brazo ante la dureza que he empleado una vez más.
Volker lleva su mano hasta su mejilla, ambas mejillas están rojas, sus ojos desbordan enojo, me mira con enojo y furia.
—¿Te duele? —pregunto entre dientes y de manera desafiante—, a mí me duele esto.
Muevo el cuello de mi vestido y veo de inmediato como sus ojos van hasta donde debe estar la marca que la cadena de Milanov dejó en mi cuello cuando intentó matarme.
—Y esto es poco a lo que tú mereces —cubro de nuevo la marca y no dejo de mirarlo, sus ojos vuelven a coincidir con los míos—, y es poco a lo que yo pasé.
No puedo evitarlo, mi mano vuelve a impactar en una de sus mejillas una vez más, su rostro vuelve a girarse, pero, esta vez es más rápido al momento de reaccionar, de inmediato intenta acercarse con la furia desatándose en sus ojos, pero, una voz más hace que sus pasos se detengan.
—¿Qué pasa aquí? —mis ojos van hasta las tres personas que se han adentrado al jardín: Yerik, Oliver y Ada.
Miro a Volker frente a mí, sus ojos son como dos dagas ardiendo, no oculta el enojo que lo carcome, todo su cuerpo grita molestia, enfado y furia.
Oliver y Yerik se acercan, no lo pienso tampoco dos veces cuando una de mis manos va hasta la mejilla de Yerik para después hacer lo mismo con Oliver, escucho la exclamación de sorpresa de Ada detrás de nosotros.
—¡Jódanse los tres! —grito molesta mientras el recuerdo de lo que pasó cuando Borka me tenía se hace presente—. ¡Son unos cobardes, unos hipócritas y unos malditos bastardos!
Yerik y Oliver solo se mantienen callados, sus mejillas están rojas y Volker es el único que sigue mirándome con enojo, su quijada está apretada y su cuerpo completamente tenso.
—¡Cada uno de ustedes puede irse a la mierda! —señalo a cada uno de los hombres frente a mí—, ¡jódete tú, tú y tú también!
Las ganas de llorar vuelven a hacerse presente pero una vez más desde que Borka me liberó me niego a llorar.
—Me dan asco, me repudia saber que ustedes existen y que son unos malditos traidores que entregan a su propia gente en la primer oportunidad que tienen —enfoco a Oliver quien aleja la mirada—, todo para salvar la vida de un bastardo malnacido que no tiene ni un poco de empatía y consideración por los demás.
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CRIMINAL
Acak"Yo no soy el héroe de tu historia, soy el villano que te hará sucumbir en tus más oscuras perversidades." Volker Diekmann es la perfecta definición de perdición, lo comprobé cuando de una noche a otra no podía dejar de aparecer en mis pensamiento...