Capítulo 37

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Dakota

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Dakota.

Mis ojos se abren con lentitud, miro la habitación en la que me encuentro hasta que después de unos minutos recuerdo que estoy en la pent-house de Volker.

Restriego mis ojos, el ventanal aquí ya tiene las cortinas abiertas y la luz del sol se cuela por las ventanas. Miro el lado vacío en la cama, Volker no está, me recompongo un poco y solo miro el desastre que hay en la cama, nuestra ropa y zapatos están botados y regados por el piso entero.

Estoy desnuda y solo me cubre la sábana de la cama. Mis ojos van hasta lo que parece ser la puerta del cuarto de baño en donde se escucha la regadera.

Solo me pongo de pie después de unos minutos, tomo la sábana y cubro mi cuerpo mientras camino hasta el cuarto de baño en donde abro la puerta y miro con cautela el interior, Volker está dándose una ducha. Me adentro por completo al baño y cierro la puerta detrás de mí, dejo caer la sábana al piso y camino hasta la regadera en donde me adentro junto al alemán.

No puedo evitar el que mis manos vayan directamente hasta su torso mientras lo abrazo por detrás y el agua comienza a empaparme también, dejo un beso en su espalda para después apoyar mi rostro en esta, mi mejilla impacta con la piel mojada de su cuerpo.

Buenos días, engendro —hablo en alemán.

—Perra bilingüe —suelta y mi boca de inmediato se abre con indignación.

—Acabo de ser romántica y matas mi momento —hablo sin soltarlo, veo como lava su cabello—. ¡Volker!

Grito cuando de un segundo a otro el agua en su cabeza cae sobre mí.

—¡Estúpido! —grito de nuevo mientras comienzo a restregar mis ojos e intento que el shampoo no entre a estos.

Escucho su risa y por alguna razón termino sonriendo mientras abro mis ojos lentamente.

Camino hasta quedar frente a él y vuelvo a besar su piel, ahora dejo un beso en su pecho mientras mis manos se enredan en su cintura.

—Ahora bésame la verga —habla y subo el rostro para mirarlo.

—¡Eres un degenerado! —grito mientras me obligo a no sonreír—, estoy siendo romántica.

Apoyo mi barbilla en su pecho mientras subo la mirada hasta él, la regadera sigue mojándonos.

—Bésame —ordeno, su cabello mojado se impregna a su frente mientras algunas gotas de agua caen de este.

—No —responde, elevo una ceja mientras mis manos suben hasta su cuello y las entrelazo en este.

—¿Por qué no? —pregunto, sus ojos coinciden con los míos.

—¿Lo mereces? —pregunta.

—Por supuesto —respondo dejando un beso más en su pecho.

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