"Yo no soy el héroe de tu historia, soy el villano que te hará sucumbir en tus más oscuras perversidades."
Volker Diekmann es la perfecta definición de perdición, lo comprobé cuando de una noche a otra no podía dejar de aparecer en mis pensamiento...
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Dakota.
Salgo de la habitación de Davis, mis pies se mueven con rapidez intentando que la ira no termine conmigo.
Estoy molesta, molesta por lo que pasó en Japón, la maldita carpeta de la perra de Esmeralda se eliminó, perdí la única puta manera de poder dar con ella y eso me tiene bastante cabreada, vinimos a Moscú con la esperanza de relajarnos y ver a los nuestros pero ahora mismo siento que fue una pésima decisión ya que lo único que pasó es que terminé encabronándome más gracias a Steven Davis y sus estúpidas palabras rebajando a la gente por un estúpido cargo.
Estoy caminando hacia la salida del hospital de la central con la intención de salir e ir al edificio de dormitorios y descansar un poco, mi celular suena y con la poca paciencia que tengo miro la pantalla de este, me relajo al ver que esta vez se trata de Kim.
—Kim —respondo una vez que pego el aparato a mi oreja—. ¿Pasa algo?
—¿Puedes venir? —pregunta, mi ceño se frunce.
—Claro —suelto confundida—. ¿Dónde estás?
—En el último piso del hospital —responde—. Ven, habitación Z9.
Termina la llamada sin más y solo miro la pantalla de mi celular confundida ante su repentina petición. Guardo mi celular al mismo tiempo que camino hasta el elevador aquí, presiono el botón de este y unos segundos después las puertas se abren, dejo que salgan algunos doctores y entro a la caja de metal. Presiono el botón del último piso tal como lo pidió Kim y las puertas comienzan a cerrarse para que la caja comience a moverse.
Me recargo en una de las paredes de metal y solo miro la barra donde se van indicando los pisos, muerdo mi labio inferior mientras mi cabeza me pide que me relaje por al menos cinco minutos e intente no perder la paciencia, aunque, a estos momentos ya he perdido la suficiente paciencia.
Después de un par de minutos la caja de metal se detiene finalmente en el último piso del hospital, las puertas del ascensor se abren y salgo, miro la recepción del piso pero esta está completamente sola y desierta, el piso en general parece estar abandonado aunque se mantiene en buen estado.
Lo único que se escuchan aquí son mis botas contra los azulejos del piso, miro las puertas y mis ojos buscan la puerta de la habitación que Kim dijo, es así hasta que finalmente la encuentro, al final de uno de los pasillos, me acerco a esta y doy unos leves toques en la puerta.
—Pasa —escucho a Kim del otro lado, tomo la perilla y cierro mi mano sobre esta para girarla y abrir la puerta lentamente hasta que me deja ver a las personas dentro.
Mis ojos miran a Ella y Evelyn quienes están sentadas en uno de los sofás, miro también a Kim quien está acostada en una camilla, la camisa de su uniforme de diario está levantada dejando al descubierto su abdomen con un bulto en este como muestra de su embarazo.