Capítulo 19

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Dakota

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Dakota.

Borka no deja de mirarme mientras se acerca a mí, todos sus hombres han guardado silencio desde que Milanov cayó muerto a mis pies.

Mi cuerpo duele y siento que en cualquier momento voy a caer.

Borka queda finalmente frente a mí, mi cuerpo se sobresalta un poco cuando de un segundo a otro el búlgaro toma con fuerza mi quijada haciéndome sobresaltar.

Sus ojos desbordan enojo, molestia, odio, he matado a otro de sus hombres.

—Un trato es un trato —susurro como puedo con su mano aún en mi barbilla.

Su quijada se aprieta y el agarre en mi rostro se vuelve más fuerte.

Tomo su muñeca intentando hacer que me suelte.

—Un trato es un trato —susurra de la misma manera—, te dije que soy un hombre de palabra.

De un solo movimiento me arroja al piso haciendo que mi cuerpo se impacte con el concreto debajo, cierro mis ojos tenuemente ante el dolor que invade ciertas partes de mi torso y solo intento no flaquear, me jodí a sus hombres y no puedo mostrarme débil ahora.

Me pongo de pie con lentitud, mi corazón late con desenfreno y mi pecho se oprime, quiero irme, quiero salir de aquí, solo quiero un buen café y dormir. Quiero regresar a Miami, necesito un abrazo de mis padres, un abrazo de mi hermana, un abrazo de Evelyn, necesito saber que voy a salir de aquí.

Borka hace un seña y dos de sus hombres comienzan a acercarse a mí, intento alejarme, pero, son más rápidos al momento de tomarme y comenzar a llevarme con ellos.

Borka camina delante de nosotros, es un hombre que inspira miedo, terror y respeto con su solo porte, sus pasos son firmes, cada paso que da emana respeto y la manera en que sus hombres lo obedecen, le temen y lo respetan confirma todo y lo poco que sé de él.

Me colocan un saco en la cabeza y solo siguen jalándome con ellos, mis piernas amenazan con flaquear, mis muñecas duelen y mi cuello arde con desenfreno.

Se escuchan los pasos a medida que caminamos, por el eco que se produce y por la temperatura aquí parece que se trata de un calabozo, a cada paso que doy puedo sentir como mis tenis pisan charcos de agua. Trago saliva con lentitud y maldigo cuando mi garganta duele, incluso pasar saliva se siente de la mierda.

De un segundo a otro nos detenemos, mis pies se clavan en el piso e intento escuchar lo que pasa a mi alrededor, logro identificar, sentir y escuchar a más personas aquí, quitan el saco de mi cabeza y mis ojos van al pequeño grupo de gente frente a mí. Los mismos dos hombres siguen sujetándome por los brazos y sin dejarme mover.

—Ella asesinó a Viktor —Borka habla mientras se recarga en uno de los muros, mete sus manos en los bolsillos de su pantalón y saca un cigarrillo que comienza a fumar, sus ojos coinciden con los míos mientras saca el humo de su boca.

CRIMINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora