Capítulo 52

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Flashback

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Flashback.

Narrador omnisciente.

La mujer de cabellera castaña mira a la distancia a las dos niñas que corren de un lado a otro sobre la nieve de Canadá, le es imposible no admirarlas con amor y ternura, le es imposible que sus ojos no se cristalicen al ver a sus dos hijas siendo felices y amadas, sabe que no les falta nada y eso le llena el corazón de tranquilidad y paz.

—¿Vas a acercarte o solo las mirarás desde aquí? —una voz varonil resuena a sus espaldas, sus músculos se tensan y una corriente de nervios se pinta en su sistema mientras traga saliva con dificultad.

—No muerden, Raven —otra voz masculina habla también—. Ambas son como tú, locas y ciertamente desquiciadas pero su corazón es noble.

Raven Blakely se recompone de manera lenta, su cabello sigue siendo castaño aunque esta vez le ha tocado que algunos mechones sean aclarados, sus ojos verdes tienen unos lentes de contacto en color marrón y con maquillaje ha tenido que hacer que las facciones en su rostro le den un rostro más circular.

Sabe quiénes están detrás de ella y las lágrimas en sus ojos aumentan.

De manera lenta gira a mirar a ambos, sus ojos de inmediato ven a sus viejos amigos y a los padres de sus hijas: Ethan Kingston y Hunter O'Brien.

El castaño de ojos verdes, Ethan, sonríe en su dirección y el pelinegro de ojos azules, Hunter, es el primero en acercarse a abrazarla.

—¿Qué hacen aquí? —pregunta con la voz rota gracias a los sentimientos encontrados que tiene con ambos, son sus mejores amigos y el tenerlos de frente una vez más hace que todo se alborote.

—Viaje familiar por navidad —responde el castaño—. Canadá fue el destino esta vez.

Los tres miran a las niñas jugando con la nieve.

—¿Qué haces tú aquí? —pregunta Hunter.

—Huyendo —responde ella con una sonrisa melancólica—. Ya lo saben.

La tristeza se pinta en el rostro de los tres.

—El turco sabe que fui desterrada —habla Raven después de algunos minutos—. Ha estado detrás de mí, he tenido que huir a cada nada y he tenido que cambiar mi identidad cada semana —prosigue, se nota el dolor en su voz a cada palabra—. He logrado sobrevivir pero no creo qu...

—No lo digas —interrumpe Ethan—. No lo digas.

Raven traga saliva de nuevo con dificultad y mira a las pequeñas a la distancia, su corazón se estruja de amor y su sistema de tristeza, sus pequeñas estaban creciendo sin ella y eso le parte el alma en cientos de pedazos.

—Ellas son hermosas —susurra con la voz rota y no se priva de dejar caer las lágrimas que amenazaban en sus ojos, no teme mostrarse débil frente a sus amigos, en realidad, ambos son las únicas personas que la han visto débil e indefensa.

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