Prólogo

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Se quedó presa de sus ojos marinos. Una vez más.

Él la observaba como si fuera la única mujer en el mundo. A sus dieciocho años, nunca la habían mirado de aquella forma y sintió cómo se derretía.

Dejó que sus amplios brazos la alzaran contra su pecho. Aspiró el perfume de su camisa entreabierta sin apartar los ojos de los suyos. Era tan atractivo.

-          Mar y fuego...- le oyó murmurar, enredando los dedos en su cabello caoba.

Se entregó a él sin decir una palabra, se maravilló de los placeres que sentía protegida por su abrazo, se dejó ir en aquella neblina de deseo, sólo pensando en él, en aquella mágica noche, en su cuerpo de acero y piel, en sus labios de miel...

Ni se imaginaba lo que ocurriría a continuación. Aunque, desde luego, él tampoco.

Mar y fuego. Rendida a su chantaje ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora