21.

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Julliana había hablado con él hacía unos minutos y ya había tenido tiempo de contactar con la compañía telefónica para hacerse con el listado de llamadas recibidas al teléfono de Kassia e intentar descubrir a quién pertenecía el número que había causado tanto revuelo en su prometida. Pero todo le había llevado a un callejón sin salida, era un número de un teléfono desechable con el que ya no se podía conectar.

Por lo que Julli le había contado, Kassia se había desmayado tras una llamada la noche anterior y, tras el aviso de Holly y Calista, los asistentes de la casa se habían encargado de llamar al doctor de la familia. Su veredicto había sido que el desmayo se produjo por una subida brusca de tensión.

Estaba realmente preocupado. El secreto que Kassia guardaba con tanto recelo se le estaba yendo de las manos, y resultaba frustrante no conocerlo. Incluso se le había pasado por la cabeza volar de nuevo a Atenas para sacarle la información como fuera.

-          Tiene una reunión mañana a primera hora, señor Afrodakis, recuérdelo.

Asintió en dirección a Jason sin apartar la mirada de la salida. Era casi medianoche y sentía que el cansancio se acumulaba sobre sus hombros después del vuelo transoceánico y todo el día de trabajo. Pero seguía despierto con la esperanza de que Kassia llamara. Había sido una orden muy explícita a Julli que debía contactar con él según se despertara.

Condujo sin prisa hacia su lujoso apartamento en Uper East Side y aparcó en el garaje privado. Según pulsaba el número 3 en el ascensor, su teléfono empezó a sonar.

-          ¿Kassia?- preguntó al llevarse el aparato a la oreja.

-          Christos...

Una leve sensación de tranquilidad se instauró en su pecho.

-          ¿Estás bien?

-          Sí, sólo fue un leve mareo.- su voz sonaba pastosa, adormilada.- Allí debe ser muy tarde, ¿por qué estás aún despierto?

Esbozó una media sonrisa mientras abría la puerta del apartamento. Echó un rápido vistazo a su alrededor. Debía reconocer que vivía como un príncipe; mármol en el suelo, puertas de ébano, muebles italianos y electrónica de última generación.

Sin embargo, el ambiente era marcadamente varonil, estaba claro que necesitaba un toque... femenino.

-          He estado trabajando.- se limitó a contestar.- ¿Te acabas de despertar?

-          Sí, tengo muchas cosas que hacer.

-          ¿Cómo qué?

Se dirigió hacia su habitación y fue desprendiéndose de la ropa mientras ponía el manos libres para poder escucharla.

-          Julliana se ha enfadado porque dice que no me implico en mi propia boda, así que me ha citado con el organizador que contrataste, ese Zander, y tengo que ir a elegir las flores, el menú del convite y mil cosas más que ni siquiera sabía que tenían que hacerse.

-          No tienes por qué hacer nada, yo hablaré con Julli para que no te moleste más.- dijo, con una comprensión innata en él- Deja que Zander trabaje, es el mejor en lo suyo.

Oyó un leve suspiro al otro lado de la línea.

-          Da igual, así me entretengo.- aún adormecida, su voz seguía siendo ese torrente sexy- He decidido... ponerme a escribir.

-          ¿Vas a volver a los artículos?

Eso le hizo recordar que su portátil aún seguía en el cajón de su despacho.

Mar y fuego. Rendida a su chantaje ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora