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Se sorprendió cuando, al salir a la calle al día siguiente, una figura ya conocida se topó con ella, como si hubiera estado esperándola.

-          Jason, ¿qué haces aquí?

No tenía tiempo para nada, había quedado con las chicas para comer y ya llegaba tarde.

-          Tengo que hablar con usted, Señora Afrodakis.- le oyó decir mientras la seguía calle abajo.

No pudo reprimir un bufido ante tal tratamiento.

-          No me llames así, sólo Kassia.

-          Está bien, Kassia - pronunció el con dificultad, como si le quemara por dentro no tratarla de usted-, quería hablarle de su marido.

Le irritaba tener a aquel hombre pegado a ella. Era el guardián de Christopher y seguro que no venía a decir nada bueno.

-          ¿Has venido para torturarme? ¿Te lo ha pedido Christos?

Sus pequeños ojos oscuros se movieron nerviosos de un lado a otro.

-          La verdad es que he venido a Nueva York a resolver otro tema y prefiero que no se entere de que he hablado con ust... contigo.- corrigió en el último momento.

-          Habla, que tengo mucha prisa.

Él rió y Kassia alzó la mirada, sorprendida, al igual que varios transeúntes que caminaban a la par que ellos.

-          Os parecéis mucho.- dijo él como explicación.- Sólo quería contarte cómo está.

-          No quiero saber cómo está.

Aceleró el paso para intentar dejarle atrás, pero las piernas de Jason eran mucho más largas que las suyas, por lo que la alcanzó con facilidad.

-          Kassia, por favor, nunca le había visto así, si te has ido por lo que salió en la prensa...

-          Cállate, no quiero escucharte.

Un jadeo asombrado escapó de su boca cuando él la agarró con fuerza de los hombros para que le mirara, evitando así una huida a la carrera que ya tenía planeada.

-          Él no tiene una amante- explicó Jason casi a voz de grito-, estos dos meses ha estado todo el día trabajando conmigo.

Se agitó, irritada, deshaciéndose de su agarre con un brusco tirón.

-          Vas a tener que aprender a mentir mejor, Jason, porque eso no se lo cree nadie.

Antes de darle tiempo a contestar, llamó al primer taxi que pasaba y se metió en él de un salto que sorprendió al conductor.

-          A Amsterdam Avenue con la 118th.

Aún estaba enfadada y furiosa cuando entró en el restaurante habitual, donde sus amigas ya la esperaban.

-          ¡Ya era hora!- exclamó Lauren, señalándose el sitio vacío a su lado.

Se sentó con un bufido mientras se quitaba a manotazos la chaqueta de cuero.

-          ¿Qué te pasa?

-          ¡¿Que qué me pasa?!- estalló, bebiéndose de un trago el vaso de agua que ya habían puesto frente a ella- Me pasa que me acabo de encontrar al asistente personal del bufete de Christopher y me ha intentado comer la cabeza con que no aparecía por casa no porque estuviera con su amante, sino porque estaba trabajando con él, ¡¿se cree que soy idiota?!

Si hubiera prestado atención a su alrededor, se habría percatado de la mirada de complicidad que se dirigieron entre ellas, pero estaba demasiado ocupada fingiendo que leía el menú, el cual ya se sabía de memoria.

-          Kassia...- pronunció Calista con calma-, no te enfades, pero creo que ese hombre tiene razón, Neo y Cosmo también nos contaron que Christos andaba muy ocupado con un caso importante y que pasaba mucho tiempo en la oficina...

-          Él no sería capaz de hacerte eso...

¡¿Pero por qué se empeñaba todo el mundo en hacer que cambiara de opinión?! Ya lo tenía claro, su decisión estaba tomada: en siete meses estaría divorciada de Christopher y lo único que le uniría a él sería su bebé.

-          No le conocéis.

-          No te ofendas, pero le conocemos desde hace años- replicó Holly-, y ya te lo dijimos una vez: nunca ha mirado a otra mujer como te mira a ti.

No decían más que tonterías.

-          ¡Me estaba poniendo los cuernos y salió en la prensa!

-          Y las revistas del corazón siempre dicen la verdad, ¿no?- repuso Lauren, que hasta aquel momento se había mantenido en un segundo plano.

-          ¿Por qué os estáis poniendo en mi contra?

Apretó con fuerza los párpados para que desaparecieran las ganas de llorar de rabia, pero sólo provocó que un par de lágrimas cayeran sobre sus mejillas.

-          No nos ponemos en tu contra, cariño.

-          Claro que no- confirmó Calista-, pero viendo cómo estás tú y cómo está él, nos preguntamos si esto es lo mejor.

¿Estaban insinuando que volviera con Christopher después de todo lo que le había hecho pasar?

-          Os recuerdo que sólo quería casarse conmigo para tener un hijo y que mi abuelo le cediera su empresa.

Cada vez que se acordaba de aquello, sentía como que le faltaba el aire.

Holly abrió la boca para replicar, pero le calló antes de que pudiera decir nada después de un leve "Kassia...".

-          No quiero escuchar nada más.- llamó al camarero.- Vamos a comer de una vez.

Pidió una ensalada de arroz, pollo a la plancha y una generosa ración de tarta casera. Últimamente tenía un hambre voraz, se pasaba el día engullendo comida sin descanso.

-          Tengo algo que deciros.

Llevaba días pensando en ello. Ya se lo había contado a su editor y no le había hecho especial ilusión ahora que su libro estaba entre los más vendidos, pero Jamie apoyó su idea, aunque con cierta precaución y haciéndole prometer que no haría ninguna locura.

Sus amigas la miraron en silencio, esperando a que continuara, pero se tomó unos minutos para buscar las palabras adecuadas.

-          Os agradezco mucho que me hayáis apoyado tanto...- dijo con calma-, pero, Calista, Holly, es hora de que volváis a casa.

-          Pero, ¿por qué...

Le lanzó una media sonrisa a Holly.

-          Me voy a ir.- sentenció- Necesito una tranquilidad que no voy a encontrar aquí.

-          ¿Vuelves con nosotras a Grecia?

Negó con un cabeceo.

-          Tampoco voy a encontrar paz allí, tan cerca de Christopher.

-          ¿Entonces dónde?- preguntó Calista.

-          Lo pensaré cuando llegue al aeropuerto.

En realidad, sabía perfectamente hacia dónde iba a dirigir su vida, pero temía que, aunque a buena fe, Holly o Calista se lo confesaran a sus maridos y éstos a Christopher.

-          Prométeme que nos llamarás, y que no harás ninguna insensatez, mayor que irte sola quién sabe adónde.

Cogió a su amiga de la mano mientras le pasaba bajo la mesa un papel doblado a Lauren. "Lanzarote, España", había escrito en él.

Ese era su destino, si es que lograba desprenderse de la constante vigilancia a la que le sometían los discretos guardaespaldas de Christos.

Mar y fuego. Rendida a su chantaje ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora