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-          Christos, deberías descansar.

Contestó con un gruñido a Julli al pasar por su lado de camino a la puerta.

Sólo quería trabajar. Trabajar y olvidarse de todo. Pero nadie a su alrededor parecía entender que no quería pensar en ella.

Había pasado casi un mes y cada día era peor que el anterior. Su primera reacción había sido simplemente el desconcierto, Cosmo y Neo intentaron que reaccionara, pero pasó horas sentado en su despacho, leyendo una y otra vez los papeles que ella le había dejado.

-          ¿Qué ha pasado?- había preguntado Neo- ¿Por qué se ha ido?

Le extendió los documentos como toda explicación y oyó el jadeo sorprendido de sus amigos.

Después, pasó por una fase de ira. Estaba tan furioso con ella que si la hubiera tenido delante no sabía si podría haberse contenido. ¡Abandonarle a él!

Jason estaba tan asustado de su comportamiento aquellas primeras semanas que buscaba cualquier mínima excusa para poder irse antes del trabajo. La única persona que no se había dejado intimidar era Julli. A pesar de sus malas contestaciones o los golpes contra cualquier tipo de mobiliario que se cruzara en su camino, ella seguía tras de él pidiéndole que comiera, que fuera al médico, que llamara a Kassia...

Ahora, su estado de ánimo se sumía en algún tipo de mezcolanza entre rabia y tristeza que le tenía más confuso que en toda su vida.

Había intentado hacer las cosas correctamente, estaba trabajando como un loco por ella y dentro de muy poco lo sabría. Y, ¿cómo se lo pagaba? ¡Dejándole solo!, a merced de la carroñera prensa del corazón a la que ya había desmentido la noticia de separación. Simplemente se ha mudado temporalmente por cuestiones de trabajo, le había dicho a uno de esos estúpidos periodistas.

No había dormido ni una sola hora continua desde que Kassia se había marchado. Sólo se había llevado las cosas que trajo antes de casarse, los vestidos, los zapatos, incluso la ropa interior que habían hecho para ella se encontraba en el mismo sitio del armario. Las joyas, en cambio, las había dejado visibles dentro de sus cajas sobre la cómoda, como un recordatorio más de aquel abandono.

Cuando llegó a la oficina, antes siquiera de que fuera la hora de entrada de sus empleados, y entró en su despacho, se desmoronó sobre el sillón.

¿Cómo había podido permitir que aquello se le fuera tanto de las manos?

Y después estaba eso, se dijo al ver el paquete aún envuelto en papel marrón que llevaba tres días sobre su mesa. Sabía perfectamente lo que era. No había tenido las fuerzas y las ganas necesarias para abrirlo, pero aquel parecía el momento.

Lo cogió entre las manos, sopesándolo, y rasgó el papel para descubrir la portada del libro: "Mar y fuego" rezaban las letras negras sobre un fondo que sólo podía ser una foto desde el Puerto de Pireo. Abajo, casi en una esquina, su nombre: Kassia N.

Ni siquiera había sido capaz de poner el que era ahora su apellido.

Tenía miedo de leerlo. Sabía por sus amigos que estaba siendo un éxito en todo el mundo, que se estaba situando en lo alto de los rankings de más vendidos en varios países.

Le dio la vuelta para leer la contraportada y un jadeo ahogado escapó de sus labios.

"Ella nunca creyó que pasaría. ¡Sólo iba a pasar unas vacaciones en Santorini, una pequeña isla griega, junto con sus tíos!

No sabía nada del amor. Pero no le costó reconocerlo cuando él apareció en su vida para ponerlo todo patas arriba. Era tan guapo, tan amable...

Mar y fuego. Rendida a su chantaje ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora