- ¿Por qué le dijiste a mi abuelo que no querías anular el trato?
Christopher deslizó uno de sus rizos tras la oreja.
- No quería que te alejara de mí- acercó los labios a los suyos para rozarlos suavemente-, Dante quería contártelo todo y no podía permitirlo.
- ¿Creíste que no me enteraría?
En realidad, era exactamente lo que creía.
- Kassia, vuelve conmigo.
Jamás creyó que diría aquello. Y, al parecer, ella tampoco, pues su gesto fue una mezcla de asombro e incredulidad.
- ¿Qué...- empezó a decir con un leve tartamudeo- No, no voy a volver contigo.
Su respuesta le tomó tan por sorpresa que aflojó su agarre, lo que aprovechó Kassia para levantarse y alejarse de él.
No entendía nada. Se había rebajado a ir a buscarla, no había montado ningún espectáculo al encontrarla almorzando con ese cretino de Christakis y estaba hablando de cosas que nunca creyó oírse decir en voz alta.
- Te lo he explicado todo, ¿qué más quieres de mí?
Su rebelde esposa le miró con fijeza desde el otro lado de la habitación.
- ¿Qué pasa con Leah George?- la escuchó preguntar- No soy el segundo plato de nadie.
- Las fotos que sacó la prensa son de hace mucho tiempo, no he estado ocupado estos meses con ninguna amante, Kassia.
Había tenido una corta relación, puramente física, con aquella chica casi un año antes de que Kassia volviera a su vida, cuando su telenovela empezó a tener cierto éxito en los medios. Ella creyó que acercándose a él su carrera cinematográfica cobraría mayor importancia, pero nunca le había interesado promocionarla, sólo era sexo.
- Jason dijo...
- ¿Cuándo has hablado con Jason?- preguntó, asombrado.
- Vino a Nueva York e intentó hablar conmigo.
¿Pero qué coño...? Su asistente personal no le había comentado nada de aquello.
Iba a tener que hablar muy seriamente con él.- Bueno, no me importa lo que dijo- gruñó, dando un manotazo al aire-, la verdad es que he estado trabajando todas estas semanas para hacerte un regalo, para hacernos un regalo.
Se regodeó en silencio de su nuevo gesto sorprendido.
- Coge el ordenador.
Ella obedeció en silencio, sacando el portátil de la caja fuerte para ponerlo sobre una pequeña mesa frente al televisor y tecleó la contraseña sin alzar la mirada hacia su dirección. Cuando vio encenderse la pantalla, sacó el pequeño pen-drive que guardaba en el bolsillo de los vaqueros y se lo tendió con una gran sonrisa.
Mientras Kassia lo insertaba en el puerto USB, Christos se acercó hacia ella para poder ver en primera línea su reacción ante la casi veintena de documentos que guardaba.
Cuando clicó sobre el primer icono y se abrió, sus ojos se agrandaron como nunca antes los había visto.
- Esto es...
- Denuncias en distintos tribunales a Ryan Jones,- asintió, dejando que asimilara la noticia con calma- dieciocho, para ser exactos.
- ¡Dieciocho denuncias!
- Una por cada mierda que encontraste de él.
Era probable que alguna de ellas se desestimaran, pero estaba seguro de que las más potentes, delito fiscal, blanqueo de capitales o tráfico de personas, le llevarían a la cárcel si no toda su vida, al menos unos cuantos años. Y él se iba a encargar de ello.
- Mañana Jason las presentará una a una.- explicó mientras se colocaba de cuclillas para quedar a su altura- Este es tu regalo, agapi mou: publica la noticia, tienes en tus manos la mayor exclusiva de los últimos años.
Abrió la boca con intención de contestar, pero de su garganta no salió ni un suspiro. Aunque Christopher pareció tomarlo como una invitación, pues agarró con firmeza su nuca y le prodigó un beso profundo y sensual.
Le había echado tanto de menos...
- Deja que cuide de ti.
Negó con un cabeceo. Estaba confusa, como si la hubieran soltado en medio de otro planeta y tuviera que encontrar la salida.
- Tengo... tengo que pensar.- musitó.
Christos se levantó lentamente, más tranquilo de lo que pensaba que estaría.
- De acuerdo, pero escribe ese reportaje, Kassia, mañana tiene que estar publicado.
Le observó en silencio mientras salía de la habitación y cerraba la puerta. Reprimió las ganas de ir tras él y aceptar sin dudar todas sus explicaciones, cogiendo su teléfono para hacer una llamada.
- Dante Niniadis.- oyó por la otra línea.
Era el único que podía confirmar todo lo que Christos le había dicho.
- Cuéntame la verdad, abuelo.
- ¿Qué quieres saber?
- Todo.- contestó mientras fijaba sus ojos en los documentos que se mostraban en la pantalla de su ordenador- ¿Christopher quiso romper vuestro trato?
La risa de Dante se escuchó con claridad.
- Oh, sí, a los pocos días de conocerte me dijo que no quería seguir con aquello, que no te iba a obligar a casarte con él- explicó él con calma-, le dije que me lo pensaría, pero cuando le llamé para aceptar la anulación del contrato y me explicó que habíais pasado la noche juntos...
Sintió que sus mejillas ardían.
- Me enfadé mucho con él, pequeña, no quería que te ocurriera como a tu madre, que te quedaras embarazada fuera del matrimonio, eso no era cristiano.
Se mordió los labios para no replicar que a ella poco le importaba lo que Dios o Cristo pensaran y esperó a que continuara.
- Le dije que tenía que pedirte matrimonio ese mismo día, por si ocurría lo peor.
Era verdad. Lo que Christopher le había dicho era verdad.
- ¿Por qué le dijiste dónde estaba?- preguntó.
- Vino hecho una furia diciendo que me podía meter mi empresa donde quisiera, que a él no le interesaba, que renunciaba a todo si le decía dónde te habías escondido.
De nuevo, esa opresión de felicidad en el pecho.
- Ese muchacho te quiere, Kassia- oyó decir a su abuelo-, deberías perdonarle.
Se despidió con un rápido "adiós" y abrió una nueva hoja en blanco en su portátil para escribir el reportaje que llevaba meses fraguándose en su cabeza. Christos le había hecho el mejor regalo que podría esperar: contarle al mundo el hundimiento de ese hijo de puta.
Se haría justicia. Por muy buenos que fueran los abogados de Jones, nadie podía compararse con la profesionalidad de Christopher, pues estaba muy segura de que lo había dejado todo muy bien atado.
Dos golpes en su puerta le hicieron alzar la mirada hacia allí, como si esperara que su marido apareciera de nuevo. En cuanto abrió, un gran ramo de rosas blancas captó toda su atención. Sonrió, feliz, mientras le daba las gracias al botones y leía la tarjeta que acompañaba a las flores.
"Cena conmigo. Te espero a las nueve en recepción. C.A."
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Mar y fuego. Rendida a su chantaje ©
RomanceKassia Neville está desesperada, sólo hay una persona en el mundo que puede ayudarla a sacar a su irresponsable hermano pequeño del lío en el que está metido: Christopher Afrodakis, el hombre al que había jurado no recordar jamás. Lo que no sabe es...