Al final la boda iba a ser una buena oportunidad, al menos para alguien, pensó Kassia mientras veía a Dionne reír junto a sus padres después de tantos años. Estaba realmente sorprendida de lo felices que se les veía a los tres juntos. Alissa miraba a su hija con una sonrisa inmensa, y Dante acariciaba de cuando en cuando su cabellera caoba.
Pasó de largo el enorme salón y se dirigió hacia el jardín, donde se habían reunido los amigos de Christos, sus mujeres y Lauren. Era increíble cómo lograba integrarse en cualquier ambiente.
- ¿Y no podríais buscarme a mí uno de esos maridos griegos tan guapos?
No pudo evitar reír al escucharla mientras se sentaba junto a Holly, que también se unió a sus carcajadas.
- Seguro que en la boda conseguimos encontrarte a alguien.- contestó con una risita Cosmo.
- Eres una desvergonzada.- intervino.
Su amiga contestó con un leve encogimiento de hombros, carente de arrepentimiento. Lauren siempre había sido así. Cualquier cosa que se le venía a la mente, la soltaba por la boca.
- ¿Estás nerviosa, Kassia?
Se mordió los labios con fuerza. ¿Nerviosa? Iba a dejar atrás su vida para convertirse en la mujer florero de un ricachón prepotente. No, no estaba nerviosa. Estaba asustada y enfadada a partes iguales.
- Un poco.- se oyó contestar con una sonrisa, tal y como le correspondía.
- ¡Yo también lo estaría si me casara con semejante semental!
Hundió la cara entre las manos, avergonzada una vez más del desparpajo de su amiga de la infancia. Todos se echaron a reír.
- Tú debes de ser Lauren.
Automáticamente, se irguió ante aquella voz, cálida y severa al mismo tiempo. Christopher traspasaba el umbral de las puertas de cristal con una sonrisa socarrona.
- ¡Por fin te conozco!- exclamó la susodicha- Sí, soy Lauren.
- Encantado.
Se sorprendió ante el ramalazo de celos que le pincharon el pecho al ver cómo su prometido se inclinaba para depositar dos besos en las mejillas de su amiga y se levantó para poder verlo mejor.
Entonces, aquellos hipnóticos ojos marinos se clavaron con fijeza en ella, como si le regalara toda su atención al menos unos segundos.
- Ven aquí.
Su mano agarró con fuerza su muñeca y tiró de ella para estamparla contra ese pecho firme y cálido. El beso que le siguió fue duro, posesivo y exigente, y estuvo acompañado de aplausos y vítores. Sus mejillas enrojecieron al instante.
- ¿Y Jamie?- preguntó, con la respiración acelerada, cuando sus labios se separaron unos centímetros.
- Yo también te he echado de menos, gynaika.
Ignoró su sonrisa burlona y se inclinó hacia la derecha para mirar detrás de Christos. Su sonrisa se ensanchó hasta límites insospechados.
- ¡Jamie!
Fue casi a la carrera hacia él, que la recogió como sabía que haría. Estaba más delgado, pero seguía igual de alto, igual de guapo que siempre. Sus brazos la alzaron con facilidad del suelo y sintió cómo se humedecían sus mejillas.
- ¿Estás bien?- preguntó en su oído.
- Ahora genial, pequeña.
A sus allegados siempre les había resultado divertido aquel apelativo, puesto que ella era casi cuatro mayor, aunque era más que entendible si se tenía en cuenta la exagerada diferencia de altura entre los hermanos.
Prodigó un sonoro beso en su áspera mejilla y bajó de un salto de sus brazos.
- Ven, que te presento.
Christopher observó la innata sonrisa de Kassia mientras presentaba a su hermano sin soltar su mano ni un segundo. Una vez más, ese instinto posesivo se instauraba en él, algo que creía no le ocurriría jamás.
Por primera vez desde que habían llegado a Grecia, la veía feliz, exultante.Sorprendido, dio un bote en el asiento cuando su prometida se sentó sobre su regazo una vez terminadas las presentaciones, colgándose infantilmente de su cuello.
- Gracias por traerle.- susurró en su oído.
Deslizó el brazo alrededor de su cintura para apretarla un poco más ante los teatrales suspiros de sus asistentes.
- Parar ya.- gruñó, aún con los ojos clavados en el radiante rostro de Kassia.
- Entiéndenos, nunca te hemos visto tan tierno con nadie.
Sacudió la mano en dirección a Neo y se recostó en el asiento con una media sonrisa. Por fin todo marchaba.
Una vez más, se equivocaba. Dos horas después de despedir a sus invitados, con Dionne de vuelta a la casa de su infancia y Lauren y Jamie encerrados en sus habitaciones, la guerra estallaba de nuevo.
- ¡¿En serio pretendes que firme eso?!
Kassia señalaba con brusquedad los papeles que él mismo junto a Jason habían redactado, el acuerdo prematrimonial.
- No pido nada que no me corresponda.- replicó con tranquilidad, echando un trago a su copa de whisky- Sé razonable, gynaika.
- ¡Aquí pone que no puedo pedir el divorcio si no te he dado un hijo antes! ¡Y que además te lo quedarías, como si fuera un cromo!
Sabía que ese epígrafe sería el que más la ofendería. Pero también sabía que era la única forma de asegurar su futuro.
- Nuestro hijo heredará las empresas de los Niniadis y los Afrodakis, ¿te das cuenta del poder que tendrá?
- ¡Me la suda tu jodido poder!
La tomó con fuerza de los hombros, irritado por tanto griterío.
- Para ya.- rezongó con desagrado.- ¿Quieres que tu hermano se pudra en la cárcel?
Las palabras salieron sin retención alguna de sus labios. Un segundo después, quedó patente el error cuando la mano de Kassia se quedó grabada en la piel de su mejilla.
- No te atrevas a amenazarme, Afrodakis.
Agarró su brazo para tirarla hacia él, inclinándose para besar aquella boca malhablada. Oyó su gemido ahogado y sintió sus piernas flaquear ante el abrazo que le siguió, por lo que la alzó del suelo con facilidad para cargarla hasta su habitación.
- Suéltame.- la escuchó decir. Aunque orden, era apenas un susurro.
Sólo dejó que sus diminutos pies tocaran el piso cuando hubo cerrado la puerta tras de sí. Entonces, se oyó otro golpe, esta vez contra su pecho.
- Te odio.
- Pero no puedes resistirte a mí.- afirmó, deslizando los dedos por la espalda de su prometida.
- Firmaré ese insulto que me has traído, pero no me pidas que sea feliz a tu lado.
Casi se arrepintió de sus palabras cuando pudo ver sus ojos, profundos, apagados, carentes de ese brillo que había visto aquella misma tarde.
- ¿No crees que pueda ser hacerte feliz?
Su mueca fue suficiente respuesta.
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Mar y fuego. Rendida a su chantaje ©
RomanceKassia Neville está desesperada, sólo hay una persona en el mundo que puede ayudarla a sacar a su irresponsable hermano pequeño del lío en el que está metido: Christopher Afrodakis, el hombre al que había jurado no recordar jamás. Lo que no sabe es...