Último capítulo!! Sólo queda el EPÍLOGO.
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Permaneció de pie a pocos pasos mientras la policía esposaba a Ryan Jones y se lo llevaban. Kassia, a su lado, esbozaba una enorme sonrisa de satisfacción.
Después de todo lo que habían trabajado para descubrir a aquel hombre, era más que satisfactorio verle detenido.
Ahora sabían que, después de haber intentado escaparse del país, la justicia respondería con dureza. Tenían que dar ejemplo con alguien, y, siendo un caso tan público, Jones no podía librarse de aquella.
- ¿Cómo has conseguido llegar antes que yo?
Kassia rió, enganchándose infantilmente de su brazo.
- Algún día entenderás que no hay nada más rápido que un taxi neoyorkino.- contestó.
- No tendrías que haber venido.
Sus grandes ojos negros se alzaron para mirarlo fijamente.
- Si no hubiera venido, Jones ya habría despegado.
Tenía razón, pero odiaba que fuera tan sumamente imprudente.
Apoyó la mano sobre su cintura y la guio hacia la salida, donde su coche les esperaba aparcado de cualquier manera en la línea de llegadas.
- No soporto que estés cerca de ese cabrón.- dijo entre dientes mientras abría la puerta del copiloto para que entrara.
- Rick y Andreus venían conmigo, no me iba a pasar nada.
No se iba a dar nunca por vencida.
- ¿Qué va a pasar ahora?
Sacó el BMW de la terminal y se dirigió de nuevo a su apartamento.
- Le tendrán en prisión preventiva hasta que se celebren los respectivos juicios.- explicó.
- ¿Y cuándo empezarán?
- Primero tendrán que repasar todos los expedientes que les envié y calculo que para dentro de tres o cuatro meses empezarán las primeras vistas.
Kassia se removió nerviosa en su asiento mientras recorrían los últimos kilómetros hasta Uper East Side.
- Voy a estar como una foca dentro de cuatro meses.- se quejó con un gemido.
No pudo evitar imaginar cómo sería su precioso cuerpo a los siete meses de embarazo y sonrió.
- Vas a estar preciosa.
- Podríamos irnos unas semanas a Grecia antes de que tengas que volver a ocuparte de este asunto.
La observó, sorprendido, al entrar en el garaje subterráneo.
- ¿En serio?
- ¿Por qué te asombras?- replicó Kassia- Sabes que me encanta Atenas, es un sitio mucho más cómodo y agradable para vivir que Nueva York.
No salía de su asombro.
- La verdad es que creía que tendríamos que discutir acerca de dónde vivir la mayor parte del año.- reconoció.
O ella se expresaba muy mal o él no había entendido nada durante aquellos largos meses a su lado.
- Mira, yo me he criado en Nueva York y no me quejo, pero no quiero que mi niño crezca aquí teniendo una casa tranquila y maravillosa en Atenas.
Christos salió del coche con una sonrisa y se acercó a ella para llevarla de la mano en el ascensor hasta el apartamento, que cerró con llave después de que estuvieran dentro.
- Nuestra niña será muy feliz en Grecia.
- ¿Por qué estás tan seguro de que será niña?- preguntó con curiosidad.
No entendía aquella obsesión que le había dado con el tema.
- Sólo lo sé.
No replicó más cuando él se adelantó para alzarla fácilmente del suelo y cargarla de nuevo hasta el dormitorio.
¿Siempre sería así? ¿Tendrían hambre el uno del otro durante toda su vida?
Sonrió, encantada con la idea, mientras deslizaba lentamente las manos por su cuello bronceado para rodearle. Él la echó sobre la cama y se deshizo de su ropa en silencio, clavando intensamente la mirada en sus ojos.
Tembló de cabeza a pies.- No me mires así...
Christos rió, cubriendo apasionadamente sus caderas con las manos.
- ¿Por qué?- preguntó con un murmullo sensual en su oído.
- Me pones nerviosa.
Nerviosa era decir poco. Estar con él era como viajar a un país exótico, como degustar el plato más sabroso, como escuchar una canción única, como perderse en el libro más maravilloso jamás escrito.
- Esperaba que te pusiera otras cosas a parte de nerviosa.
Mientras escuchaba su voz, se estremecía al sentir cómo sus cálidos labios descendían por su vientre con una caricia sensual que, una vez más, le volvió loca.
- Me pones muchas cosas, Christos.
- Dímelo.
Era demasiado exigente.
- Pues... me pones contenta, y triste, me pones rabiosa, y desquiciada...- susurró mientras intentaba seguir el hilo de sus pensamientos a pesar de sus placenteras caricias-, me alteras y me tranquilizas..., me excitas, me irritas, me pones frenética y me calmas...- gimió entre frase y frase, agarrándose fuertemente de las sábanas-, me impresionas y me sofocas, me aturdes, me avivas, me alborotas y me descompones...
Jadeó, asustada por la verdad de sus palabras.
- Si sintieras todo eso explotarías.
Ella a veces también lo pensaba. Parecía imposible que un solo hombre provocara en ella tantos sentimientos y tan contradictorios.
- Siempre ha sido así.- explicó con las mejillas sonrojadas.
Christos sonrió y se alzó sobre su cuerpo para echarse a su lado y colocarla a horcajadas en sus caderas. Sintió bajo su peso su tremenda excitación y gimió sólo por su roce.
Su marido cogió su rostro con ambas manos y lo acercó para procurarle un apasionado beso que acabó por desmontarla.
- ¿Te he dicho alguna vez lo preciosa que eres?
¿Por qué demonios tenía que ser tan sensual?
- Dímelo otra vez...- murmuró perdida en sus labios.-, en griego.
Él volvió a reír, encantado por su mirada perdida y sus manos agarradas firmemente a sus hombros, como si temiera soltarle.
- Eisai ómorfi...
Algo le decía que aquel arrogante griego seguiría poniendo su vida patas arriba durante mucho tiempo.
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Mar y fuego. Rendida a su chantaje ©
Любовные романыKassia Neville está desesperada, sólo hay una persona en el mundo que puede ayudarla a sacar a su irresponsable hermano pequeño del lío en el que está metido: Christopher Afrodakis, el hombre al que había jurado no recordar jamás. Lo que no sabe es...