Sin embargo, cuando la cargó, como cinco años atrás, hasta el espacioso camarote, los nervios aparecieron.
- Christos, yo no...
Sus ojos parecieron llamear justo antes de sentarse sobre el colchón y colocarla entre sus piernas, justo a la altura de sus ojos.
- Yo te he traído a tu hermano, ahora tú tienes que cumplir tu parte del trato.- dijo él mientras deslizaba los dedos por las líneas laterales del vestido.
- ¿Qué parte?
Sus ojos se clavaban en ella con intensidad, como si tratara de exprimir todo el jugo de sus pensamientos.
- Es hora de que me cuentes la verdad.
Automáticamente, cada parte de su cuerpo empezó a temblar. Christopher la sentó a su lado y, para su sorpresa, acarició casi con ternura su cabello aún repeinado.
- Kassia- pronunció lentamente-, puedo ayudarte, pero necesito que me digas por qué Jamie se enfrenta a una pena de cárcel, qué relaciona a tu hermano con Ryan Jones y a ese tipo contigo.
Era el momento. No podía soportar aquel lastre por más tiempo.
- Yo...
- Adelante.- él se colocó a su espalda y comenzó a retirar las decenas de horquillas que sujetaban el complicado recogido.
- Sabes que me dedico a sacar a la luz cosas un poco delicadas, y... bueno, empecé a investigar a Ryan Jones hará unos seis meses a partir de un chivatazo.
- ¿Qué encontraste?
No pudo evitar un leve suspiro mientras iba soltando cada rizo con delicadeza.
- Más bien qué no encontré.- contestó, intentando controlar los escalofríos de su cuerpo- Blanqueo, sobornos, infidelidades, prostitutas menores, cacerías ilegales, tráfico de obras de arte... todo lo que te puedas imaginar.
- ¿Qué tiene que ver tu hermano con esto?
Sacudió la cabeza con los párpados fuertemente apretados en un intento desesperado de no echarse a llorar. Ya era bastante humillante como para incluir un rebote.
- Un día, Jones se presentó en el periódico donde trabajo cuando todos se habían ido, justo ese día me había quedado a hacer unas horas extra...
Sus dedos ya vibraban sin control agarrando con fuerza el edredón blanco que cubría la cama.
- ¿Te amenazó?
- Las amenazas forman parte de mi trabajo.- ya no pudo controlar las lágrimas- Pero él... me empujó contra la mesa, me tocaba por todas partes, y...
- ¡¿QUÉ?!
Christopher aún seguía pegado a su espalda, las manos enredadas en su cabello, ahora paralizadas.
Estaba atónito e iracundo a partes iguales. ¿Alguien se había atrevido a...?- Llegó a...- se oyó preguntar casi en un susurro.
Kassia negó con un cabeceo, sin poder contener el llanto.
- Conseguí darle un golpe con el flexo y huir, pero estuvo tan cerca...
- Voy a hundirle la vida a ese hijo de puta.- farfulló con un grito de cólera.
Su preciosa esposa se dirigió hacia el baño adjunto y, sin cerrar la puerta, se deshizo de las últimas horquillas y revolvió sus rebeldes ondas caobas.
- Jamie estaba pasando una temporada en mi casa, y cuando regresé hecha un mar de lágrimas y con la ropa rasgada, no pude ocultárselo.- volvió a sentarse junto a él para deshacerse de los altísimos zapatos color mar.- Al día siguiente ocurrió lo que ya has visto en las cámaras de seguridad de Jones.
Se acercó de nuevo a ella para rodear su cintura con un brazo.
- ¿Por qué no lo denunciaste?
La mirada que Kassia le lanzó era casi burlona.
- Jones es uno de los empresarios más importantes del mundo, y yo sólo una periodista de tres al cuarto.- contestó con firmeza- Él me confirmó lo que yo ya sabía, nadie me creería, y si, aun así, decidía denunciarle, él interpondría una demanda contra mí por difamación.
Se sentía frustrado, estafado.
- ¡¿Pero por qué no me lo dijiste a mí?!
- Ya lo estoy haciendo.
- ¡¿Te das cuenta de que he estado a punto de llegar a un acuerdo económico descomunal para que retirara la denuncia a tu hermano?!- estalló, levantándose de un salto.- ¡No quiero que ese hijo de puta se lleve un sólo céntimo mío!
Kassia ignoró sus protestas y, en silencio, abrió la cama y se metió entre las sábanas, cerrando al instante los ojos.
Con un gruñido, apagó la luz y salió a cubierta con intención de acabar con el poco alcohol que quedaba abordo.
La oscuridad de la noche empezaba a desaparecer tras el ojo de buey cuando Kassia sintió cómo el otro lado de la cama cedía y un cuerpo más que cálido se acomodaba junto a ella.
- Perdóname, no debí haberte gritado así.
Aspiró profundamente ese aroma tan característico de su piel, acentuado ahora por el fuerte olor a mar y no pudo evitar volver a sentir la fuerte atracción animal a la que le tenía acostumbrada.
Acortó los pocos centímetros que los separaban y se pegó por completo a su cuerpo, presionando apasionadamente su nuca para posar los labios sobre los de él en un beso de rendición.
- Pero qué...- llegó a pronunciar Christos antes de un nuevo asalto a su boca.
- Quiero que me hagas olvidar todo esta noche.
Él no necesitó más alicientes.
Rodó con agilidad hasta colocarse sobre ella, deslizado los labios por su cuello desnudo. Un leve gemido escapó de su garganta, y Kassia se concentró en cerrar los ojos y borrar las repugnantes imágenes de su cabeza.
No es Jones, no te va a hacer daño, se repetía una y otra vez mientras sentía los rápidos dedos de Christopher soltando la cremallera del vestido de boda que aún llevaba puesto. Se deshizo de él y lo lanzó fuera de la cama, pegándola después a su cuerpo más que cálido.
Temblaba de cabeza a pies, pero no sentía ese miedo con el que vivía desde hacía tiempo. Las caricias de Christos eran tan diferentes al repugnante manoseo de Jones..., sus manos eran delicadas y apasionadas al mismo tiempo, sus labios devoraban los suyos sin dejar de mirarla a los ojos, y aquellos amplios brazos la arropaban como si supiera de su necesitad de ser cuidada.
- No quiero que te asustes, ¿vale?
Jamás le había visto tan sumamente tierno.
Alzó el brazo y recorrió con la punta del dedo el perfil de su rostro, absorta en ese atractivo feroz que la había enamorado cinco años atrás.
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Mar y fuego. Rendida a su chantaje ©
RomanceKassia Neville está desesperada, sólo hay una persona en el mundo que puede ayudarla a sacar a su irresponsable hermano pequeño del lío en el que está metido: Christopher Afrodakis, el hombre al que había jurado no recordar jamás. Lo que no sabe es...