(33)I'm feeling 22

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¡Chispas! Ese mufasa

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¡Chispas! Ese mufasa. No me podré sentar en una semana JJEJEJEJEJJAJAJAJAJ

Amélie

Lando continuó sus zigzags en mi punto débil y yo pegaba jadeos un poco fuertes que llenaban toda la habitación. Cada que él me tocaba ahí yo me sentía completamente en el paraíso y está vez no fue la excepción.

Nuestros celulares comenzaron a sonar al mismo tiempo, pero ninguno de los dos atendió, —Amor, debes de hacerlo rápido. Nos están esperando — hablé como pude entre gemidos.

—No te preocupes por eso.

De un momento a otro, Norris se arrodilló y ahora, en vez de estar a tras mío con sus dedos en mi entrepierna, estaba de frente con su boca metida entre mis piernas.

Mis manos fueron directas a sus rulos y aunque intenté no despeinarlo mucho era algo imposible porque cada que pegaba un lengüetazo en mi entrada sentía que iba a acabar pronto, pero no lo hacía porque solo dejaba migajas de amor en esa parte y se enfoca más en mi clítoris lo cual era bueno, pero iría a ser más fácil si hacia las dos; penetrarme con su lengua y moverla sobre mi punto débil.

Sus movimientos eran suaves y delicados por un rato y luego aumentó su velocidad haciendo que mis piernas se sintieran débiles y necesitara agarrarme de la cabecera de la cama.

Joder, que bien se siente la lengua del británico entre mis piernas.

En el instante en que estaba a punto de acabar, él se alejó de mi debilidad y subió su cara para juntar sus labios con los míos y yo sentir el sabor de mis fluidos.

Y dejarme sin llegar al éxtasis, lo había hecho a propósito, por lo que después del beso lo obligué a regresar la cabeza, o aunque sea sus dedos a esa zona, pero él se puso duro y se negó a hacerlo.

Y no era la única cosa que estaba dura.

Como si fuera perfecto para la conveniencia de Lando, su celular comenzó a sonar de nuevo y está vez sí decidió atenderlo.

Le saqué el dedo corazón mientras él salía al balcón de la habitación para atender la llamada.

Las iba a pagar el condenado.

Acomodé el traje de lencería de nuevo y tomé el vestido que había escogido. Me lo puse rápidamente y en el momento en que me estaba poniendo los zapatos, Lando entró de nuevo a la habitación que compartimos.

—¿Quién era? — preguntó curiosa tratando de amarrarme bien el tacón en el tobillo.

—Cosas del trabajo— no respondió mi pregunta—. ¿Te ayudo? — cuestionó al ver que no lograba meter cerrar bien los zapatos.

Le extendí la pierna en su dirección y él me terminó de poner los tacones rápidamente para luego recorrer con su mano mis piernas y detenerse antes de llegar a mi debilidad.

Leclerc's | Fórmula 1 ▪️ Lando Norris |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora