COMPLETA
Libro 1 de la trilogía F1 "Un Beso"
Años después de la muerte de Hervé Leclerc su familia se enfrenta a un nuevo reto cuando se enteran de que existe una hermana más, fuera del matrimonio de sus padres, de apellido Leclerc.
Yendo al Gran Pr...
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Amélie
Finalmente estábamos en Miami, luego de diecisiete horas de vuelo más las cuatro horas que pasamos en Estambul podía decir que estaba en mi hogar.
Nos encontrábamos en el aeropuerto junto a Lando, esperando a que mi madre llegara por nosotros. En la llamada que tuve con ella me pidió que fuera personalmente a traernos, no quería que pidiéramos un Uber o Lando se sintiera incómodo acá al ser un corredor de la fórmula uno.
—¿Crees que le caiga bien a tu madre?— preguntó Norris preocupado.
—Ya le caes bien.
—¿Pero si cambia de opinión?— insistió —. Simplemente me conoce por videollamada y porque soy quien soy.
—Deberías de estar más preocupado por caerle bien a mi papá que a mi madre.
Su cara se volvió completamente serio y yo pegue una risotada,—¿Tu padre? ¿No se supone que es Hervé?
—Para mi el esposo de mi madre es mi papá. Él estuvo presente en mi vida desde los diez años y es mi familia— expliqué mi comentario.
—¿Y piensas que no le caeré bien?
—No le gusta la fórmula uno y menos le parece que sus princesas pasen la mayoría de fines de semana pegadas a un televisor viendo como carros dan vueltas en círculo— recité las palabras de Hector.
—Tengo miedo— se rasco la nuca y observó hacia el otro lado—. Espero que no me eche de su casa.
—No vivo con ellos— me reí—. Tengo mi propio apartamento, pero pasó la mayoría del tiempo en casa de mis padres. Si deseas puedes quedarte conmigo— finalmente dije lo que tanto necesitaba hablar.
—Me había asustado horrible. Imaginate que me quede en la calle por no caerle bien— él se unió a mi risita—. Claro que me quedaré contigo, por eso vine.
—Allá viene mamá— señale mi auto.
Normalmente ella lo usaba cuando no estaba y Hector no le podía prestar el suyo.
—¿En aquel Toyota?— preguntó dudoso.
—Sí, ese es mi auto— le aclaré— ¿Algún problema?
—Ninguno, solo jamás me había subido a un Toyota.
—Siempre hay una primera vez para todo— estaba tratando de contener mis risas por aquello.
Mi madre se estacionó enfrente nuestro y bajó para ayudarnos a subir las maletas,—¡Hola chicos!— saludo mi mamá en nuestro idioma natal.
—Mami, Lando no entiende español— le recordé .
Pero Lando hizo el esfuerzo de hacerlo para corresponderle el saludo a mi madre,— Hola señora— habló en un español pausado y pastoso.
Supongo que las clases que recibió de español por parte de Carlos habían funcionado.
