Ya había pasado un mes.
Un mes desde que habían decidido volver a sedar a Gustabo.
Un mes desde que my vida se había vuelto vacía.
Ni siquiera podía decir que era monótona, porque cada día me levantaba a horas distintas y hacía cosas distintas, pero para mí había perdido todo el sentido.
Y había pensado en matarme... Pero no quería hacerlo. No aún. No cuando en el fondo mi corazón seguía albergando, por muy pequeño que sea, un atisbo de esperanza.
Ese día había decidido ir al hospital, cosa que hacía de vez en cuando.
Pero ese día cuando entré por la puerta algo se sintió distinto. No sé cómo explicarlo, pero era como si sintiese que algo iba a pasar, así que no perdí más tiempo y fui a la habitación en la que estaba Gustabo.
Había logrado que no lo desconectaran, supongo que los médicos me vieron demasiado desesperado.
Me senté en una de las sillas y me quedé viendo a Gustabo, como siempre que iba ahí.
Había llamado a Horacio diciéndole que viniese, que había tenido una corazomada, aunque no estaba del todo seguro, y él me dijo que vendría enseguida.
Cuando llegó pude ver unas pequeñas ojeras en sus ojos, y se le notaba bastante cansado.
Por eso no tardó mucho en dormirse en una de esas sillas de hospital.
Había pasado un buen rato, y yo estaba a punto de irme, pero entonces vi que Gustabo fruncía ligeramente el ceño y apretaba los ojos con fuerza.
Me levanté de un salto y zarandeé a Horacio, sin apartar la vista de Gustabo, para que se despertara.
Él me miró desconcertado, pero yo le señalé a su hermano y él también se levantó.
Los dos nos mantuvimos a la espera, totalmente inmóviles, con miedo de que si hacíamos algún movimiento demasiado brusco Gustabo volviese a estar como hacía unos minutos y no despertase.
Pero entonces él relajó la expresión. En ese momento lo di todo por perdido. Pero unos segundos después, empezó a abrir los ojos.
Horacio se abalanzó sobre él para ayudarlo a incorporarse y lo abrazó.
-Oh Gustabo, no sabes lo que te he echado de menos -Dijo Horacio con lágrimas en los ojos.
Y en cambio mi expresión seguía vacía. No me enorgullecía, pero simplemente había llorado tanto que me había quedado sin lágrimas. Y me odiaba por no poder llorar en este momento.
-No te preocupes Osito, ya estoy aquí -Dijo con una voz extrañamente tranquila para acabar de salir de un coma. Pero aún así volver a oir su voz después de más de un año y medio fue como si se me abrieran las puertas del cielo.
Estuvieron unos segundos más abrazados, pero luego Gustabo reparó en mí y se separó de su hermano agarrándole la cara con ambas manos.
-Osito, necesito hablar un momento a solas con Greco, pero luego te prometo que voy a pasar todo el tiempo que quieras contigo.
Horacio asintió y Gustabo le dio un beso en la frente. Luego Horacio salió y nos dejó solos.
-Gustabo, yo... -Empecé, pero él me cortó con un gesto y le dio golpecitos al colchón del hospital para que me sentara ahí.
Le obedecí, pero no lo miré a los ojos. No podía. Pero él me agarró la cara igual que había hecho con su hermano obligándome a mirarlo.
-Greco... ¿Q-qué te ha pasado? -Su voz estaba un poco entrecortada y sus ojos vidriosos- ¿Dónde está el Greco que yo conozco? -Dijo y tuve que apertar la mirada. No podía soportar que me mirase con esa tristeza y decepción en los ojos- ¿Dónde está mi Greco...?
Lo último lo dijo en un susurro. Uno que rompió cada pedacito de mi corazón.
-Yo... Lo siento, Gus. Pero ya he gastado todas mis lágrimas. Mi alma ya está vacía.
-No, no digas eso -Dijo volviendo a buscar mi mirada- Greco, tu eras el ser más alegre que he conocido. Y ahora tu mirada está vacía, pero puede volver a llenarse, como antes.
-No lo creo... Han pasado demasiadas cosas, Gus.
-Lo sé, Greco, y lo siento, de verdad, pero ahora estoy contigo, estoy bien, y voy a ayudarte a restaurar tu vida. Te lo prometo, Greco, tus ojos van a volver a brillar, del mismo modo que siempre lo han hecho -Su optimismo era justo lo que necesitaba en este momento.
Lo abracé como si fuese la última vez, aunque en realidad era más que eso, en realidad era el sello de la promesa que me estaba haciendo.
Y eso era algo mucho más importante que cualquier otra cosa.
Después de eso salí de la habitación. En la puerta estaban Horacio y un médico esperando para poder pasar a revisar el estado de Gustabo.
Yo me fui directo a casa, aunque me hubiera gustado mucho más quedarme con Gustabo, pero él necesitaba descansar y estar con su hermano.
NARRA GUSTABO
Por fin se fue el médico.
Me había dicho que todo estaba aparentemente bien, pero que mañana tendrían que hacerme más pruebas con aparatos médicos y eso.
Horacio me abrazó, sus ojos estaban vidriosos de nuevo, pero tenía una enorme sonrisa en la cara.
-¿Cómo estás? -Le pregunté.
-Bueno, teniendo en cuenta que eres tú el que acaba de despertar de un coma, creo que esa pregunta tendría que hacertela yo a tí -Dijo entre risas- No, ahora en serio, ¿estás bien?
-Sí... Bueno, me ha partido el alma ver a Greco así tan... vacío. Pero por lo demás estoy bien.
-Gus... Dime una cosa, ¿Greco te gusta? -Abrí los ojos como platos y noté como la sangre subía a mis mejillas.
-N-no... -Dije dudando- Quiero decir, es muy atractivo, sí, y es una persona maravillosa, pero es mi mejor amigo...
-Te gusta -Dijo muy seguro de sí mismo.
-¡Que no!
-Que sí.
-¡Que no!
-Que sí.
-Bueno, pues a tí te gusta Volkov -Dije y le saqué la lengua.
-De hecho sí, vivimos juntos -Dijo con obviedad, como si todo el mundo lo supiese.
-¡¿COMOOOO?! ¡¿Y no me lo has dicho?! ¿Este es tu ídolo? El mío ya no eh -Dije negando con la cabeza y poniendo una cara de falsa decepción.
Horacio se intentaba aguantar la risa, pero al final los dos acabamos riéndonos a carcajadas, aunque seguía preocupado por Greco.
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Holi
Qué tal?
Al final no he sido tan mala y lo he despertado pronto eh
La verdad es que yo también tenía ganas de escribir esto. Aunque hubo un pequeño problema y se me borró el capítulo cuando lo estaba escribiendo, así que lo he tenido que volver a escribir, pero bueno.
Qué os ha parecido?
Espero que os haya gustado.
Nos vemos en el siguiente capítulo,
Chaoooooooo <3
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Gracias a ti [GRECABO]
FanfictionLo único bueno en la vida de Gustabo es su hermano, no de sangre, Horacio. Pero su vida no es precisamente sencilla para él. Gustabo tiene un trastorno de doble personalidad, y psicológicamente no está muy bien, pero eso no lo va a demostrar jamás...