Un mes después, todo seguía igual de mal.
Seguíamos teniendo problemas en la policía, y no solo a nivel externo: se decía que todos los polis éramos corruptos. Yo al principio me negaba a creerlo, pero terminé dándome cuenta de que era cierto.
Los evitaba cuanto podía, y me relacionaba poco con ellos fuera del trabajo. No me gustaban para nada los negocios en los que casi todos andaban metidos.
Pero por lo menos tenía a Canario.
Era de los pocos que seguían sin ser corruptos, y se había convertido en un buen amigo mío.
Pero Gustabo, en lugar de animarse poco a poco, cada vez estaba peor.
Lo de Draco le seguía atormentando, y el no poder hacer nada por ayudar a su hermano tampoco le hacía bien.
Yo intentaba animarlo, pero parecía que cada vez fuese cayendo a un pozo más y más profundo de desesperación, tristeza y autoculpabilidad, y aunque le diese mi mano para ayudarlo a salir, era como si se resistiese y cada vez que le tendía mi apoyo, subiese la velocidad de su caída.
Y me mataba por dentro verlo así.
Él intentaba disimular, fingía una sonrisa cada vez que le preguntaba qué tal estaba, porque sabía que me preocuparía, pero le notaba en los ojos que no estaba para nada bien.
Le había insistido en que tenía que ir a ver a un psicólogo, contar todo lo que le pasaba y dejar que un profesional le ayudase, pero se había negado.
Decía que le recordaba a cuando estuvo en el psiquiátrico, y sabía que ese lugar lo aterraba.
Ya me había contado hacía tiempo lo que le hicieron ahí, pero el pánico que surcaba su rostro con siquiera mencionar el sitio, era bastante más intenso y profundo de lo que había visto a nadie jamás, y eso que ir a perpetua era algo que solía asustar a la gente.
También había intentado que Gustabo saliese conmigo por ahí alguna vez, o que se relacionase con mi círculo social; Iris, una chica peliblanca muy maja que era espía secreta; Tarantino, un compañero de la policía que tenía una personalidad bastante fuerte pero que daría la vida por los suyos; Enzo, un amigo de Tarantino bastante distinto a él pero al que se notaba que le tenía bastante aprecio; y Canario. Pero se había opuesto igualmente.
De vez en cuando los invitaba a casa para poder estar con ellos sin dejar a Gustabo solo. Él a veces salía de su habitación y estaba un rato con nosotros, por lo que ya los conocía a todos, y creo que les caía bien, pero aún así se negaba a salir a tomar algo o a estar más de dos horas seguidas con nosotros.
No lo culpaba, estaba destrozado mentalmente y relacionarse con otros no era lo que más le apetecía hacer, pero eso no era bueno para él.
Se pasaba casi todo el día durmiendo, y el único momento en que salía a la calle era para ir a trabajar. Y para correr conmigo. Esos momentos en los que corríamos los dos al mismo tiempo, sincronizados, él parecía un poquito más feliz, y yo sin duda lo era. Eran los únicos ratos en lo que no tenía que preocuparme por Gustabo, porque él estaba bien. Recuerdo que le pasaba lo mismo en Los Santos, cuando salía al balcón a observar el mar.
Pensar en eso me dio una idea.
Era obvio que a Gustabo le gustaba la naturaleza, así que cogí unas cuantas cosas y salí de casa. Gustabo estaba echándose una siesta, por lo que no se dio cuenta.
Conduje hasta una parte alejada de la ciudad.
Era un sitio tranquilo y precioso, encima de un monte detrás de las letras de Marbella, desde el que se veía toda la ciudad. Por la noche era aún más bonito.
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Gracias a ti [GRECABO]
FanfictionLo único bueno en la vida de Gustabo es su hermano, no de sangre, Horacio. Pero su vida no es precisamente sencilla para él. Gustabo tiene un trastorno de doble personalidad, y psicológicamente no está muy bien, pero eso no lo va a demostrar jamás...