V E I N T I U N O

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Faltaban tan solo dos semanas para la boda.

Pero no todo estaba muy bien.

La universidad para la rubia se había vuelto mucho más exigente y difícil, por lo que pasaba la mayor parte del día estudiando y haciendo trabajos para sus exámenes online.

No salía del trailer, hacia días que no iba al bar.

El trabajo de las serpientes lo estaba haciendo solo Jughead, con un poco de ayuda de sus amigos. Y no se quejaba, pues sabía que la rubia estaba realmente ocupada y el no quería sobrecargarla.

Pero si le enfadaba una cosa y mucho: la rubia había empezado a ignorarlo, a tratarlo mal y el ya no soportaba aquello.

Tenían varios días peleando por tonterías, pues el humor de la rubia no estaba de lo mejor esos días, y a la mínima cosa, ella se molestaba.

No quería comer, pues ella decía que hasta no terminara todo lo que tenía planeado hacer en un día, no lo haría.

Por lo que esa era otra discusión, no tan estúpida, pues se trataba de la salud de la rubia por lo cual Jughead estaba comenzando a preocuparse.

Ella comía una sola vez en el día, dormía poco y sus ojeras eran cada vez más notables.

Jughead llegó del bar ese día muy tarde, pues había estado haciendo varias cosas allá, por lo que volvió más tarde de lo normal.

Al abrir la puerta del trailer, notó que todo el piso de este estaba cubierto de libros, hojas y demás, con la laptop de la rubia en el medio y ella frente a esta.

El no dijo una sola palabra, siquiera la saludó y eso no pareció importarle a la rubia.

Jughead suspiró desvistiendose en la habitación y entró al baño para darse una rápida ducha. Al salir, comenzó a preparar la cena para los dos.

Suspiró al terminar la comida. No quería otra discusión, pero ella necesitaba comer.

- Betty. -la llamó y ella solo lo ignoró. - Elizabeth. -su voz sonaba seria y ella levantó la mirada, luciendo fastidiada de su voz.

- ¿Que?

- Ven aquí, debes comer algo.

- No quiero. -negó.

- Elizabeth Cooper, levántate en este instante.

- Jughead, deja de fastidiar. Come tu solo. -se quejó, rodeando sus ojos y continuó escribiendo en la laptop.

- Betty, por favor. No quiero discutir y necesitas comer. -dijo serio y luciendo cansado de discutir cada día por lo mismo.

- Ya te lo dije, no quiero. No tengo hambre.

- Si tienes y debes dejar de autoexigirte tanto. Betty, no estás comiendo ni descansando nada bien.

- No es tu problema cuanto me autoexijo, ya déjame en paz.

- Ya basta Elizabeth, me tienes harto con tus malos tratos. ¡Solo me estoy preocupando por ti! -exclamó incrédulo, ante la indiferencia de la rubia.

- Pues yo no te lo pedí. -se levantó, señalándolo enfadada.

- Betty. -suspiró, pasando sus manos por sus ojos. - Realmente no te soporto estos días, ¿Sabes?

- El sentimiento es mutuo. -dijo, y el le dedicó una mala mirada.

- Pero aún así te amo y me preocupo por ti, por lo que quiero que te alimentes bien.

Ella rodeó sus ojos.

- ¿Cuentas veces t-

- Basta. -la interrumpió. - Juro que si no te sientas en esa mesa y comes, te quitaré la laptop. Ahora, Betty.

- Tu no eres mi padre para hacer tal cosa. -ella suspiró ante la mala y demandante mirada que su novio le dió y rodeó sus ojos.

- Y cuando termines con eso, ambos vamos a ordenar todo esto. -señaló los libros. - Hoy vas a dormir, mañana continúas.

- Tengo que hacer un-

- No lo repetiré de nuevo, Betty.

- Ugh. -se quejó. El pelinegro dejó un plato de comida bien resuelto frente a la rubia y ella suspiró, comenzando a comer rápidamente.

Realmente si tenía hambre y ambos lo sabían. Pero ella siempre había hecho eso, hasta no terminar todos sus deberes, en este caso los de la universidad, ella no comería.

Era como un autocastigo que ella misma se ponía, para así obligarse a no parar hasta terminar.

El pelinegro se sentó frente a ella y ambos comieron en total silencio. La rubia terminó antes por lo que se levantó y de nuevo se sentó en el piso, comenzando a escribir.

Jughead suspiró pero no dijo nada, terminó su comida, limpió todo y luego se acercó a ella, comenzando a recoger cada libro y hoja de papel que encontraba en el piso.

- Hey, estoy usando eso. -se quejó.

- Te dije que ibas a dormir.

- Jughead por dios, ¡¿Podrías dejar de fastidiarme tan solo un momento?! -se quejó exaltada.

El pelinegro levantó su mirada incrédulo, ante su grito. El solo se estaba preocupando por ella.

Soltó todos los libros de nuevo en el piso y se alejó.

- Solo me preocupo por ti, ¿Sabes? -y se alejó, cuando la rubia notó sus ojos cristalizados.

Ella cerró la laptop de un golpe y cubrió su cara con sus manos, estresada. Perfecto, ahora también lo había hecho llorar. Era cierto.

El solo quería ayudarla.

Rápidamente se levantó y al llegar a la habitación, vió al pelinegro en la cama el cual limpiaba sus lágrimas con fuerza, como con enojo.

- Jug, yo-

- Solo ve a hacer lo que quieras, Betty. No me voy a meter más en tus asuntos ni me voy a preocupar más por ti. -fue lo único que dijo.

Se recostó junto a él en la cama, intentando abrazarlo pero Jughead se separó. La rubia suspiró y tomó su almohada, junto a otra manta.

- Bien yo... Yo creo que iré afuera... -murmuró, saliendo de la habitación y se recostó en el sofá, en el cual se durmió en unos pocos segundos, pues estaba realmente cansada.





























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