Capítulo 237

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Kirito

Dai y yo estábamos saliendo de RECT pues mi madre me lo había traído para que fuéramos a buscar a Asuna. Hoy, mi castaña favorita, nuestro hijo y yo nos marcharíamos a una casita de madera perdida por las montañas para celebrar que mi gran amor y yo hacíamos diez años juntos.

- ¿Sabes, Dai? - le pregunté mientras esperábamos a que bajara Asuna - este fin de semana hace diez años que conocí a mamá y nos besamos por primera vez.

- Más bien nos conocimos hace veinte años - me corrigió mi esposa subiéndose al coche - pero tu padre se tomó su tiempo para hablarme - rió.

- No fue eso - me ruboricé - pero... me imponías mucho. Además, siempre ibas acompañada por tus dos guardaespaldas, eso asustaba a cualquiera. De todas formas tú también me podías haber hablado y no lo hiciste.

- Somos un caso - rió - pero creo que yo hice más porque te propuse compensarte por haber encontrado mis llaves, lo que hizo que me pidieras una cita.

- Ahí llevas razón - sonreí y paré el coche - me gustaría seguir hablando sobre quien dio el primer paso pero acabamos de llegar a la cabaña - señalé el exterior y Asuna miró por la ventanilla de nuestro vehículo.

- Amor, es preciosa - me besó.

La cabaña era de madera blanca por el exterior. Asuna no sabía como era por dentro pues la había reservado yo a través de un socio del trabajo. Bajamos del coche y cogimos en brazos a Dai, que hacía un buen rato que se había dormido pues siempre que nuestro hijo subía en el coche siempre acababa por dormirse. Abrí la cabaña y entramos dentro.

- Es pequeña pero acogedora - besé a ambos. La cabaña constaba de un piso pero tenía una doble altura en cuya superficie había un dormitorio. En la planta principal estaba la cocina, el salón, una cama y un baño con jacuzzi. El interior también era todo en madera y tenía unos cuantos ventanales que daban a la montaña.

- Las vistas son preciosas - sonrió mi esposa - voy a sentarme, que Dai ya va pesando lo suyo - asentí.

- Iré a por las maletas y a por la cuna para la cama, para que puedas ponerlo y duerma tranquilamente - mi esposa asintió y salí de la cabaña. Cogí todos los bártulos y entré de nuevo al que sería nuestro futuro hogar, donde ya no solo dormía Dai, que también lo hacía Asuna - después dicen que el dormilón soy yo - reí. Decidí deshacer los equipajes y poner la cuna de Dai en la cama de la planta baja. Tras eso, miré el reloj y me puse a preparar algo de cena para que cuando despertaran ambos castaños, pudiéramos cenar y subir a dormir. Al cabo de un rato vi que se movían mis dos grandes tesoros en el sofá, lo que indicaba que estaban despertándose - vaya, buenos días, bellos durmientes - sonreí.

- Creo... que nos hemos dormido un poquito - me respondió mi esposa todavía medio dormida.

- Si por un poquito entiendes dos horas y media, sí, os habéis dormido un poquito - los besé - pero eso será porque lo necesitábais. He colocado todo y he preparado la cena, así que vamos a comer y nos dormimos, creo que todos estamos bastante cansados.

Mi esposa asintió y puse la cena sobre la mesa del sofá, cenamos mientras hablábamos cómo nos había ido el día. Al parecer el día de Asuna había sido bastante agotador pues había tenido varias operaciones largas y estaba muy cansada. En cambio yo no estaba cansado ya que solo había tenido trabajo de oficina y repasar un par de cosas.

- Creo que Dai debería dormir esta noche arriba con nosotros - me dijo mi esposa - algo me dice que no dormirá toda la noche como hace en casa y se pondrá nervioso si no nos ve enseguida - asentí dado que me parecía bien - Yuuki piensa que tendríamos que haber venido los dos solos a disfrutar, no con Dai. Dice que es nuestro aniversario, que debería ser tiempo para ti y para mí. Igual lleva razón pero aún no me atrevo a dejarlo todo un fin de semana solo.

Desde que te vi, Kirito y Asuna. Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora