Capítulo 264

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Kirito

La convivencia en la nueva casa era completamente maravillosa y muy diferente a lo que yo pensé. Dai, finalmente, se adaptó a su nueva habitación y consiguió dormir en ella. A Kaia la pasamos al final de verano a su cuarto y, a diferencia de su hermano, no lloró ni nada por estar lejos de nosotros.

- No sé cómo tomarme esto - le dije a mi esposa una de las noches que habíamos pasado a comprobar cómo estaba nuestra hija.

- ¿El qué? - me miró mi castaña.

- Que no haya llorado ni nada por el estilo al pasarla a su habitación - respondí - Dai montó un buen espectáculo las primeras noches... Ella no se ha inmutado de nada. Me siento un poco... decepcionado.

- Kaia es más independiente - me dijo mientras me acariciaba la mejilla - a Dai, debido a todo lo que le ocurre, lo hemos hecho más dependiente nuestro.

- Di la verdad - sonreí - Kaia tiene tu carácter y Dai el mío. Las cosas son así, no voy a ofenderme.

- Lo sé pero... Kaia es pequeña aún para saber qué carácter va a tener. Incluso Dai puede cambiar conforme vaya creciendo.

- Lo sé pero algo me dice que serán así las cosas - la besé - Kaia se parece a mí pero el carácter es el tuyo y Dai es lo opuesto, se parece a ti pero el carácter, tristemente, será el mío.

- No es triste - me animó mi esposa - al contrario. El día de mañana será un hombre extraordinario, un amigo excepcional y un marido y padre indescriptible.

Lejos de responder decidí asentir y darle un beso a mi hija, que dormía plácidamente sobre su cuna. Aunque Asuna me viera con esos ojos habían muchas cosas de mí que seguían castigándome. La cicatriz que tenía en mi muñeca izquierda era una de ellas. El amor de mi vida salió tras de mí y me abrazó.

- No tienes que castigarte así - me susurró - todos comentemos errores y tú no vas a ser menos. Yo también cometí los míos, te recuerdo todo lo sucedido cuando la joyería o cuando me pediste que me fuera a vivir contigo...

- No es lo mismo - negué con la cabeza - tú no tienes esto - alcé mi mano para mostrarle la cicatriz. El día de mañana ellos me preguntarán el porqué y no sabré qué responder. Debería usar de nuevo un reloj para cubrirlo...

- Ni hablar - alzó un poco la voz - esa cicatriz también te hace ser quien eres y sé que el día de mañana, si te preguntan, responderás con la misma sinceridad que hiciste conmigo y, como me ocurrió a mí, te amarán más todavía.

- Eres extraordinaria, Asuna - hacía tiempo que no me dirigía a ella por su nombre - y cada día que pasa me enamoras más. Estás sacando adelante a esta familia y además tienes dos trabajos, uno de ellos fuera de la ciudad. No te merecemos.

- Lo mismo puedo decir yo de ti - sonrió y me besó - esos dos trabajos no podría mantenerlos si no te tuviera a mi lado - me cogió de la mano y me llevó a la habitación nuestra, sabía muy bien lo que quería e iba a dárselo. Hicimos el amor y nos dormimos plácidamente sobre nuestra cama.

El final del verano supuso el inicio del curso escolar para Dai a quien, a pesar de cumplir los tres años en Diciembre, le tocaba empezar el año. Habíamos decidido un colegio que estaba cerca del trabajo de mi esposa por lo que si sucedía algo podían llevarlo a ese hospital o mi castaña estaría enseguida en el colegio para lo que pudiera pasar. Días antes del inicio, mi compañera de vida y yo habíamos hablado con su tutora para ponerla al corriente del estado de salud de nuestro hijo y de lo que debería hacer en caso de que viera que se quedaba sin aire. A Kaia la cuidaría mi hermana dado que aún no había conseguido trabajo en Kyoto y necesitaba hacer algo puesto que tenía los ánimos un tanto bajos.

Desde que te vi, Kirito y Asuna. Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora