Capítulo 224

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Asuna

Había salido un buen día, ya estábamos en primavera y Dai estaba a punto de cumplir los cinco meses. Durante este tiempo habían pasado los días muy rápido y lo único que queríamos Kirito y yo era poder pararlo para disfrutar más de nuestro pequeño ya que en cuestión de un mes y unas pocas semanas ambos tendríamos que incorporarnos a nuestros trabajos.

Me encontraba en la habitación de mi hijo vistiéndolo dado que queríamos aprovechar el día tan soleado que hacía para salir a dar un paseo con él. Kirito estaba preparando el carro para irnos.

- Cada día que pasa se parece más a ti - dijo mi esposo mientras me abrazaba por la espalda, estaba observando a nuestro pequeño - el pelo es completamente tuyo y no hablemos de los ojos - sonrió - va a ser el niño más guapo del planeta, las va a llevar locas.

- Bueno... aún queda tiempo para eso - sonreí - primero que disfrute de los brazos de mamá.

- Tu querrías que se quedara siempre así - me besó en la frente - de todas maneras, ¿no lo estás abrigando demasiado?

- Amor, está medio resfriado, aunque haga calor, él tiene frío y no voy a ponerlo más fresco para que se termine de poner enfermo. Creo que ya hemos tenido bastantes hospitales a lo largo de estos cinco meses más los que nos quedan por venir.

- Toda la razón - asintió.

- ¿Qué plan tienes en mente?

- Pues me ha llamado mi madre para que quedemos con ella - respondió - quiere que llevemos a Dai a conocer a mis padres.

- ¿Tú estás bien con ello? - pregunté pues sabía que a mi esposo aún le dolían mucho esas cosas. Kirito miró su muñeca izquierda, en la cual estaba una cicatriz que me encantaría que no estuviera ya, y asintió.

- Sí, creo que ya es momento de ello - sonrió - estaré bien - nos besó a ambos y cogió a Dai en brazos. Salimos de la habitación y bajamos al sótano - conduce tú, me apetece estar detrás con Dai - asentí. Mi marido colocó a nuestro hijo en su sillita y conduje hasta un lugar cercano al cementerio en el que estaban enterrados los padres de Kirito.

Bajamos del vehículo y mi suegra ya nos estaba esperando unos metros más allá. Según nos vio aparecer le quitó a Dai de los brazos para cogerlo ella. Midori besó tiernamente la frente de nuestro hijo.

- Cada vez te pareces más a tu madre - sonrió pues Dai abrió los ojos al sentir a su abuela.

Caminamos entre las diversas tumbas hasta llegar a la de los señores Narusaka. Aunque siempre me gusta tener a mi hijo entre mis brazos, en este momento agradecí que lo tuviera Midori ya que así yo podía estar más pendiente de mi esposo, al cual cogí de la mano para que supiera que siempre iba a estar a su lado.

- Te amo - le susurré al oído. Kirito correspondió a mis palabras con una sonrisa y un beso en los labios.

- Hola, Aoi - habló mi suegra - como te prometí en nuestra despedida, aquí te traigo a tu primer nieto, Dai, es precioso - se emocionó y Kirito la abrazó por los hombros. Decidí darles algo de espacio y me quedé un poco más atrás - se parece a su madre pero algo me dice que de carácter va a ser como nuestro Kazu, el cual se ha convertido en un gran hombre, un buen marido y mejor padre todavía. Si lo vieras, estaríais muy orgullosos de él. Y qué deciros de la persona que tiene al lado - sollozó mientras que mi esposo le secaba las lágrimas - creo que sin conocerte, Kazu buscó a alguien similar a ti para compartir su vida. Asuna es maravillosa y cada día me recuerda más a ti y cómo eras durante el primer año de vida de Kazu. Está muy pendiente de Dai y sé que será una gran madre con todos los bebés que vengan después de él - Midori hizo una pausa para tomar algo de aire, me sentía inútil ya que no sabía muy bien cómo hacer para que tanto el amor de mi vida como Midori estuvieran bien pues lo único que había hecho desde que habíamos llegado aquí había sido emocionarme y ponerme a llorar yo también - bueno, hermana, creo que me voy a ir despidiendo ya porque Dai está algo malito y no es cuestión de que esté aquí cogiendo frío. Prometo traerte de vuelta a tu nieto cuando ya sea más mayor y pueda hablarle de ti - sonrió. Mi suegra me pasó a mi hijo y tanto ella como Kirito le dieron un beso a la tumba - ¿vamos a tomar café? - nos preguntó con lágrimas en los ojos todavía mi suegra. Ambos asentimos.

Desde que te vi, Kirito y Asuna. Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora