Capítulo 186

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Eugeo

Tenía una mala sensación. Kirito hacía un par de días que no daba señales de vida, lo que no me hacía presagiar nada bueno. Estábamos a finales de Agosto, Asuna estaba de tres meses y medio por lo que, aunque llevara desaparecida cinco días, estaba algo tranquilo pues el peligro de más riesgo de que perdiera al bebé ya había pasado. Lo único que me importaba ahora mismo era que apareciera mi mejor amiga y seguir con nuestras vidas, que ella continuara ayudando a Alice y a Yuuki con nuestras bodas pues, a mí y a la rubia nos quedaban dos meses y medio para casarnos.

Cuando salí del trabajo, avisé a mi prometida y conduje hasta casa de mi mejor amigo, por suerte llevaba las llaves de su apartamento por lo que podía entrar en el caso de que no me abriera.

Aparqué cerca del apartamento de mis amigos y me encontré a Keiji, que me estaba saludando a la distancia.

- ¿Vienes a ver a Kazu? - pregunté.

- Sí - respondió - Nojiko me ha dicho que le ha llamado un par de veces y no responde por lo que, cuando he salido del hospital, me he venido para acá a ver si estaba bien o le pasaba algo.

- Yo vengo por lo mismo - dije - tengo una mala sensación que no me da buena espina por lo que he venido a para quedarme más tranquilo.

Llamamos al portero del portal y no recibimos respuesta alguna por lo que saqué las llaves de emergencia que me dieron mis amigos un tiempo atrás. Subimos completamente nerviosos y llamamos de nuevo a la puerta, la respuesta fue la misma, ninguna.

- Tengo un mal presentimiento - dije mientras me acordaba de lo que ocurrió en el pasado, algo que esperaba que no volviera a suceder.

Escuchamos un golpe seco en el interior de la vivienda por lo que Keiji y yo nos miramos y supimos que era el momento para entrar a la casa de los Kirigaya. Abrimos la puerta y buscamos a Kirito, que estaba tendido en el suelo de la cocina y había un pequeño charco de sangre, tenía un cuchillo a su lado.

- Kazu, otra vez no - dije.

Keiji actuó rápidamente pues comprendió la gravedad de la situación. Me pidió que buscara un botiquín pues, conociendo a Asuna, sabría que tendría todo tipo de artilugios para curar una herida. Él se quedó haciéndole un torniquete para que dejara de sangrar y cubriendo el corte.

- ¿Necesitas ayuda? - pregunté - ¿llamo a alguien?

- No - respondió el doctor - por suerte hemos podido llegar a tiempo, creo que despertará pronto.

- ¿Lo llevamos al hospital?

- Será peor - respondió Keiji - querrán tratarlo psicológicamente y, conociéndolo, no va a querer perder el tiempo con ello porque su prioridad ahora mismo es encontrar a Asuna.

Keiji cosió la herida de mi amigo, le vendó la muñeca y lo cargó hasta el sofá. Al cabo de cinco minutos Kirito estaba abriendo los ojos, respiré aliviado.

- ¿Qué hacéis aquí? - preguntó cuando nos vimos - no os esperaba.

- Mira, no te hagas el tonto porque ahora mismo tengo unas ganas de cruzarte la cara a puñetazos que no puedes imaginarlo - dije - no sé en qué momento se te ocurrió hacer esta locura. ¿Es que no puedes pensar en Asuna y en tu hijo?

- Por eso lo he hecho - respondió - porque he pensado en ellos y en no verlos más. Llevo cinco días sin ellos, las noticias que lleguen no van a ser las mejores estando con esa loca.

- Todavía no tienes ninguna noticia de que les haya ocurrido algo - contesté - sé maduro por una vez en tu vida y afronta las cosas como un hombre adulto, no como un niño. No busques la salida fácil. ¿Qué hubiera pasado si no llegamos a venir nosotros? ¿Es que no has podido pensar qué hubiera pasado si encuentran a Asuna y le decimos que estás muerto? Querría desaparecer.

Desde que te vi, Kirito y Asuna. Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora