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Estoy molesto, estoy jodidamente molesto y sé que quizás no deba estarlo porque es mi culpa que las cosas estén como están

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Estoy molesto, estoy jodidamente molesto y sé que quizás no deba estarlo porque es mi culpa que las cosas estén como están. Soy yo quien la cago.

Quiero aclarar mi mente y que sea día lunes por la mañana no ayuda a la situación, además Martina actuando coqueta cuando claramente no le quiero poner atención tampoco mejora las cosas.

Al sentir un apretón en mi entrepierna, me levanto de golpe y salgo disparado del salón. Odio cuando se pone insistente.

Camino a los vestidores que están al lado del campo de juegos y me dejo caer en la banca. El lugar está un poco alejado de los salones y oficinas, además de que a esta hora nadie está en deportes, por lo que podré estar tranquilo.

—¡Ah! —suelto un poco frustrado.

Papá no llega a la casa desde ayer a la hora de almuerzo y todo por una discusión conmigo, lo que me hace sentir bastante culpable, ya que él fue a hablarme de manera tranquila y fui yo el que comenzó a actuar como un estúpido, gritando como un loco y soltándole uno que otro insulto del que me arrepiento.

Cuando me fui a dormir mamá estaba sentada en el sofá y antes de venirme a clases la encontré en la misma posición, porque al parecer no se movió en toda la noche esperando a que papá llegara. Cosa que claramente no pasó y eso solo hace que me sienta peor.

Dejo que los minutos pasen y me dejen cada vez más encerrado en mi burbuja. El timbre me indica que ya soy libre y que puedo ir por algo de comer, sin embargo, no se me apetece levantar mi trasero de la banca.

Mi celular comienza a vibrar y al ver en la pantalla el nombre de la persona que se intenta comunicar conmigo, contesto y me levanto de mi lugar.

—¿Qué pasa, Florecilla?

¿Dónde estás? Vine por ti, pero veo a tu arrastrada sola.

—Me salí de la clase —le respondo mientras salgo del vestidor —Voy por ti ¿Dónde nos juntamos?

Supongo que en el comedor —suelta una risita —Muero de hambre.

—Vale, no me extrañes mucho.

Eres un bobo —suelta una carcajada.

Corto la llamada y meto el celular al bolsillo de mi pantalón para apresurar mis pasos en dirección al comedor. No espero a la fila y me adelanto a todos para sacar mi bandeja. Algunas personas se quejan, pero no me importa y me voy directo a la mesa donde me siento habitualmente con mis amigos.

Clara tiene una silla desocupada a su lado y habla algo con Cami, sin embargo, al sentir mi presencia se gira con una sonrisa y suelta un chillido para que la abrace.

—¡Vanni!

—Hola, Clara —la envuelvo en un abrazo.

—Dime que terminaste con ella —dice separándose de mí.

El Rey De Roma #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora