13

118 21 0
                                    

Vale, decirle que averiguaría que esconde fue la parte fácil, pero ahora me queda la parte difícil que es descubrir eso, porque claramente no tengo idea de cómo lo haré

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Vale, decirle que averiguaría que esconde fue la parte fácil, pero ahora me queda la parte difícil que es descubrir eso, porque claramente no tengo idea de cómo lo haré. No pienso hacerme su amiguito, ni mucho menos de su hermano, pero quizás pueda dejar que siga cerca de mi hermana, aunque eso resulte peligroso.

—Amor ¿Por qué demoraste tanto? —chilla Martina.

—Había perdido algo dentro del vestidor —miento.

—¿Me llevarás a casa? —asiento —Entonces vamos —me extiende la mano.

Entrelazo mis dedos a los de ella y caminamos al estacionamiento para ir a mi auto. Se ve más emocionada de lo normal, pero no sé cuál sea la razón de ello. Arranco el auto y Martina no puede reprimir más su sonrisa.

—Te ves muy feliz —apoyo mi mano en su pierna —¿Algo que quieras contarme?

—Ya lo sabrás —apoya su mano sobre la mía.

La miro de reojo con una sonrisa y sigo conduciendo. Los martes suelo ir a casa de Martina a mantener la misma rutina. Espero que vaya a la ducha y luego aparece con ropa cómoda, mientras yo me lanzo a su cama a descansar o a husmear en sus cosas. Algunas veces no aguanto el olor del sudor y me meto a la ducha con ella o a veces solo espero a que salga y luego entro yo. La verdad es que prefiero aguantarme hasta casa, porque conociendo a mi novia, sé cómo terminan las cosas cuando me ve con un poco menos de ropa.

—Llegamos —digo al estar afuera de su casa —¿Ya me dirás que escondes?

—Ya deberías sospecharlo —abre la puerta para bajarse.

Vale, que misteriosa me salió el día de hoy.

Me bajo cegado por la curiosidad y sigo todos los movimientos de mi novia. Como es de costumbre, me dirige a su habitación, pero se detiene en la puerta y me mira con una sonrisa.

—Ahora viene lo divertido —chilla —Cierra tus ojos.

—Pero qué misteriosa.

Le hago caso y la siento tomar mi mano.

—No los abras.

—No lo haré, nena.

Me jala suavemente y la sigo sin abrir mis ojos. Me suelta y segundos después sus manos están colgadas de mi cuello. Sus labios se juntan con los míos y ya no siento la necesidad de abrir mis ojos, pero ella detiene sus movimientos.

—Ya puedes abrirlos.

Se separa de mí y yo abro mis ojos para ver su habitación llena de globos en forma de corazón, fotos de nosotros juntos y unas letras que dicen "Felices 5 meses"

Mierda. Hoy cumplimos 5 meses y yo lo había olvidado por completo.

—¿Pasa algo? —me pregunta borrando su sonrisa.

El Rey De Roma #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora