Sigo con mi espalda pegada en la cama de Giovanni y con mi mirada clavada en el techo de su habitación. Probablemente, el chico a mi lado esté impaciente esperando que diga algo, pero necesito tiempo para ordenar las ideas en mi cabeza.
—Mmh...
—¿Ya te sientes listo? —pregunta sin apartar su mirada del techo.
—Sí —asiento —Bueno... —suelto el aire contenido —Con mamá y mis hermanos nos vinimos a vivir acá porque necesitábamos escapar de Italia. Mamá llevaba un tiempo planeando la escapada y se le dio la oportunidad de trasladarse por el trabajo y eso fue el último empujón que necesitábamos. Tomamos algunas cosas, Matteo tomó el auto, porque a mí me entró el pánico y salimos de ese lugar. Escapamos.
—¿Escapar de tu padre? —asiente.
—De día mi padre parecía ser el padre perfecto ante los ojos de los demás, pero durante las noches se la vivía bebiendo. Poco a poco su vida nocturna comenzó a tomar el dominio y bebía día y noche —tomo aire —Nos gritaba, golpeaba a mamá y muchas veces a mí por interponerme —digo en tono bajo —Le gustaba irse contra Matteo, porque sabía que yo siempre me interponía y él solo buscaba motivos para terminar contra mí.
—¿Por... por qué tú? —pregunta en tono suave.
—Porque yo no actuaba como el resto de los chicos —me giro a mirarlo —Porque él notaba que no me gustaban las chicas y eso era algo que no podía aceptar. Era algo que le causaba repudio.
Se gira a mirarme y me siento cómodo. Me siento bien al desnudar mis problemas ante Giovanni Andreotti.
—Tuve que salir con chicas para aparentar —continúo al ver que no emite palabra —Acepté que mi primera vez fuera con una prostituta para darle en placer, pero nada lo hacía verme distinto. Seguía siendo el marica de la familia.
—Eso no le daba el derecho a golpearte —pasa el dorso de sus dedos por mi mejilla, lo que me hace cerrar los ojos por unos segundos y dejarme embriagar por él. —Mmh...
—¿Qué pasa? —lo vuelvo a mirar.
—Las marcas en tu cuerpo...
—Hasta que lograste acabar con tu curiosidad —le sonrío vagamente.
—Mmh... no es obligación que me lo digas.
—La del brazo fue con un cuchillo —respondo —Una tarde llegué a casa y papá estaba como loco gritándole a Matteo, así que me interpuse como era de costumbre. Ese día, papá tomó un cuchillo y me lo lanzó —le explico —Solo tuve tiempo para empujar a mi hermano, pero no puede esquivar el objeto.
Giovanni separa su mano de mi mejilla y la alarga hasta mi brazo, para acariciarlo. Y debo admitir que sentirlo rozar mi cuerpo de manera tan delicada, como si no quisiera dañarme, me está volviendo loco. Solo quiero besarlo, como lo hizo él en los vestidores, sin embargo, yo no soy tan valiente como él.
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El Rey De Roma #3
Teen FictionEl amor puede llegar de diferentes formas a revolucionar tu mundo. Crees que tienes todo claro en la vida, que no dudas de nada, que estás con la persona correcta. Pero luego llega esa persona que puede mostrarte que vivías entre unas paredes que es...