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—¡Ganamos, ganamos! —canturrea Giovanni con su hermana sobre su espalda

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—¡Ganamos, ganamos! —canturrea Giovanni con su hermana sobre su espalda. Nunca los había visto tan amistosos entre ellos.

—Solo por un gol —se queja Matteo.

—Pero ganamos —se burla Giovanni dejando a Chiara en el suelo —No seas amargado —le da un empujón a mi hermano —Admito que estuvo reñido.

—Lo que digas —mi hermano le devuelve el empujón y Giovanni suelta una carcajada para dejarse caer sobre el pasto.

—Tengo que decirte algo —dice mi hermano sentándose a mi lado —Puede que casualmente Clara aparezca por aquí.

—Matteo —digo en tono de regaño —No puedes invitarla si no es tu casa.

—No la invité —se encoge de hombros —"Solo viene a ver a su mejor amigo" —hace comillas.

—Solo compórtate —le advierto.

—Siempre me comporto.

Como se ha vuelto costumbre en él, toma su celular y se desconecta del mundo, de seguro para hablar con Clara.

Alessandro está con Giovanni tirado en el pasto, y yo ni siquiera me di cuenta cuando mi hermano se puso junto a él. Chiara está sentada junto con Alfredo, a quien tampoco vi cuando se levantó de mi lado. Mientras que Federico sigue siendo mi fiel compañero y está junto a mis pies jugando.

—Creo que es mejor que entren antes de que comience a hacer frío —digo en voz alta.

—¡Hace calor! —grita Chiara.

—Hace frío —responde Alfredo.

—Si hubieras jugado, estarías muriendo de calor —responde la niña.

—Calor o no, hay que entrar —les extiendo mis manos.

Ellos toman mi mano para levantarse y luego se van en un trote adentro.

—Arriba —le digo a Ale.

—Necesito agua —dice mi hermano.

—Yo me llevo a este pequeño —me giro a mirar a Matteo con Fede en brazos.

Dicho eso desaparece dejándome solo con Giovanni.

—¿Necesitas ayuda? —le extiendo mi mano.

Él recibe mi mano y se levanta con su cabello desordenado con restos de césped en él.

—Era muy tentador jalarte para que cayeras —se ríe —¿Podrías escaparte un rato a mi habitación?

—Tengo que ver a los niños —le recuerdo.

—Solo un rato —da un paso a mí —Solo dales algo de comer y de seguro se tranquilizan.

—Pero... —me interrumpe.

—Te espero arriba —me guiña un ojo.

Pasa por mi lado y entra a pasos largos, así que no me queda de otra que entrar y encontrarme al resto de Andreottis y Morettis en la cocina.

El Rey De Roma #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora