Tengo que dejar de meterme a las duchas cuando se está duchando él. Es lo que me he repetido una y otra vez, sin embargo, una vez más estoy aquí esperando a que aparezca frente a mí, pero la verdad es que este me parece el único lugar confiable. Aquí solo seremos él y yo. Nadie nos verá.
—¿Tanto te demoras en ponerte dos prendas de ropa? —digo cuando al fin sale del sector de los vestidores.
Él solo voltea los ojos y pasa por mi lado dispuesto a ignorarme, pero hoy no le daré ese placer, hoy tengo algo para usar en su contra.
—Que difícil eres, Moretti —lo tomo del brazo —¿Estás escapando de mí?
—Déjame tranquilo —murmura e intenta separarse de mí.
—Tengo que hablar contigo —digo en tono relajado, pero ejerciendo un poco de presión en su brazo.
—Tú y yo no tenemos de que hablar —murmura.
—Deberíamos hablar del año en el que desapareciste de la faz de la tierra —digo provocando que se ponga un poco tenso bajo mi agarre.
—No sé de qué hablas.
—¿Seguro? —le doy un jalón que lo obliga a girarse.
—No sé de qué hablas —repite.
—Eres un año mayor, pero no sales con un año reprobado —digo para refrescar su memoria —Además hay que agregar el hecho de que según tus papeles médicos, no has pasado por ninguna accidente u operación que te haya dejado esa enorme cicatriz en el brazo —se suelta de golpe —Digamos que la de la pelvis está un poco más difícil.
—¿Has estado averiguando sobre mi vida? —suelta molesto —¿Quién te crees que eres?
—Te dije que iba a averiguar qué escondías —dejo caer mi espalda en la pared.
—¡No tienes el derecho de meterte en mi vida!
—Ya lo hice —digo en tono burlón.
—¿Y tienes el maldito descaro de burlarte?
Vale, está enojado. Pensé que no tenía carácter.
—No seas nenita —me separo de la pared y le doy una palmadita en la mejilla —¿O acaso vas a llorar? —me burlo.
Eso parece dejarlo paralizado por unos segundos, pero luego recobra la compostura y me da un empujón que me deja estampado en la pared.
—¡No te metas conmigo!
—¡Ni tú conmigo! —suelto molesto y me abalanzo sobre él, pero logra esquivarme.
Si este imbécil cree que puede ponerme un dedo encima, está totalmente equivocado.
—¡No fui yo quien comenzó con esta mierda! —me lanza un golpe y para mi mala suerte, llega directo a mi mandíbula.
—¡Eres hombre muerto, Moretti!
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El Rey De Roma #3
Teen FictionEl amor puede llegar de diferentes formas a revolucionar tu mundo. Crees que tienes todo claro en la vida, que no dudas de nada, que estás con la persona correcta. Pero luego llega esa persona que puede mostrarte que vivías entre unas paredes que es...