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¿Cabello loco?

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¿Cabello loco?

Cada vez que pienso en él diciéndome eso busco algo en que reflejarme y suelto una risita al ver mi cabello desordenado. Mis rizos son un poco alocados y da ese toque desordenado, pero no pensé que él lo veía de esa manera.

Por momento pensé en decirle no te burles, rey de Roma, pero yo no quería exhibirme de tal manera.

—¡Buh! —pego un saltito al escuchar el grito.

—Cameron, me has asustado —me quejo.

—Lo siento —se ríe —Es solo que te veías muy concentrado.

Se estira por sobre el mesón y deja un rápido beso en mi mejilla. Algo que ha hecho desde el beso en el centro comercial. Actúa un poco más cariñoso, sin embargo, respeta mi espacio, lo que me hace creer que quiere hablar lo que pasó antes de cambiar la forma de actuar.

—¿Ya quieres tu helado? —le pregunto.

—Primero necesito decirte algo —Me detiene —Para que lo pienses en el corto camino a los helados.

—¿Todo bien?

—Creo que tenemos una conversación pendiente —se pasa la mano por el cabello —Solo si quieres hablaremos.

—Pero no aquí —señalo el lugar y eso lo hace sonreír de medio lado.

—Tengo la tarde libre —dice aun manteniendo su sonrisa tierna.

Claro que quiero hablar con él para tener en claro si lo que pasó el día viernes es algo que debería tomarme en serio o fue un simple juego para él, sin embargo, si esto es algo real, siento que tengo que hablar con alguien antes de poder seguir avanzando.

Papá me obligó a involucrarme con chicas incluso mucho antes de que yo notara que no me sentía atraído por ellas, como si él ya tuviera claridad de lo que iba a pasar, por lo que siento que necesito la aprobación de mi madre para poder estar tranquilo.

No quiero ser una vergüenza para ella.

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Suelto un nuevo bostezo, hasta que al fin escucho la puerta principal abrirse. Me levanto del sofá y veo a mamá quitarse la chaqueta para colgarla en el perchero de la entrada.

—Hola, mamá.

—¡Ay! —da un pequeño brinco —No te escuché, hijo.

—Lo siento si te asusté —me acerco a ella y le doy un beso en la mejilla —No deberías trabajar tanto.

—Ya hablamos de eso —se cruza de brazos.

—Lo sé —hago una mueca.

—¿Qué haces despierto aún?

El Rey De Roma #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora