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Después de una aburrida primera semana de clases luego de vacaciones, pensé que iba a poder descansar, pero no, no lo podré hacer porque veo a Moretti, quien deja de lado el plato que tenía entre sus manos y en cuando se gira lo primero que hago e...

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Después de una aburrida primera semana de clases luego de vacaciones, pensé que iba a poder descansar, pero no, no lo podré hacer porque veo a Moretti, quien deja de lado el plato que tenía entre sus manos y en cuando se gira lo primero que hago es estamparlo contra la pared.

—Pero que... —Ni siquiera lo dejo terminar.

—¿Qué mierda haces aquí? —suelto enojado —¿Acaso no entendiste que te quería lo más lejos posible de mis hermanos?

—No me toques —me separa de un empujón —No actúes como un demente a metros de tus hermanos —me da una mala mirada, como si estuviera regañando a un niño pequeño —Y tampoco tengo por qué darte explicaciones.

—¿Ah, no? —me acerco a él con intensiones de volver a dejarlo contra la pared, porque debo admitir que el idiota tiene razón y no debo armar un escándalo si mis hermanos están rondando en la casa.

Y tampoco debería estar tan cerca de él, pero aquí estoy.

—No —aparta la mirada.

—Te ves nervioso —digo con intenciones de molestarlo, lo que parece dar cierto resultado, porque se muerde el labio inferior como si intentara reprimir lo que quiere soltar. —¿Ahora no sabes hablar? —arqueo mi ceja.

—Ya déjame —suelta por lo bajo.

—No te oigo —acerco mi mano a mi oído.

Lasciami in pace, idiota —me da una mala mirada.
[Déjame en paz, idiota]

—¿Me acabas de llamar idiota? —pregunto molesto.

Finalmente capisci qualcosa —dice tomando el mando del juego.
[Por fin entiendes algo]

—¿Acaso no puedes hablar español? —volteo los ojos.

—Claro que puedo —suelta un poco arrogante —Y a diferencia de ti, sé hablar dos idiomas —dice un poco más cerca de mi rostro, lo que me hace revivir mi sueño de hace unas semanas atrás.

—¿Qué intentas? —me aparto de golpe.

—¿Yo? —da un paso para volver a acortar la distancia que nos separa —No intento nada, eres tú el que siempre me termina acorralando.

—Eh...

—Si ya terminaste con tu estúpido juego de inmadurez, me retiraré a ver a tus hermanos.

Dicho eso pasa por mi lado y desaparece de la cocina para ir en dirección al salón.

No sé cómo este extraño juego puede cambiar de rol tan rápido. Siempre busco asustarlo, pero es él quien termina dejándome nervioso.

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—Creo que no son muy amigos —murmura Chiara sin despegar la mirada de mí.

—Viste lo obvio, genia —respondo sin apartar la mirada del chico a su lado.

El Rey De Roma #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora