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Mi estrategia se basa en estar sentado en el sofá, jugando con Federico, mientras Chiara está en el suelo terminando una tarea

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Mi estrategia se basa en estar sentado en el sofá, jugando con Federico, mientras Chiara está en el suelo terminando una tarea.

Moretti no tarda en llegar y quiero que note que no me interesa su presencia. Porque no le daré en el gusto de actuar como una persona cobarde y escapar en cuanto él llegue.

—¿Todo bien? —me pregunta mamá —Te ves un poco inquieto.

—¿Por qué lo dices? —señala mi pierna que no pasa de moverse.

Vale, lo admito, quizás estoy un poco inquieto, pero eso es algo que mamá no tiene que notar. Aunque ya lo haya notado, porque así son las madres, unas adivinas.

—Para nada —le resto importancia —Solo pensaba en estupideces del colegio.

—¿El colegio te parece una estupidez? —se cruza de brazos.

—No es lo quise decir —volteo los ojos —Es solo que... bueno... lo que intento decir... —el sonido del timbre me interrumpe.

—Déjalo. Iré a ver la puerta. De seguro es Leo.

Mierda, mierda, mierda. Ha llegado la hora de entrar en mi papel de un grandísimo hijo de puta. Definitivamente, mi madre no estaría orgullosa de mi forma de actuar, pero Leo se merece un poquito de esto.

—Deja eso —le digo a Federico y le quito un calcetín que se está llevado a la boca.

Pasan unos segundos hasta que escucho pasos acercarse y el volumen de las voces bajar.

Es él.

Aparece en mi campo visual y se ve mucho más demacrado que en la semana. Si bien lo he ignorado, cuando no me busca con la mirada he estado al pendiente de él, siguiendo sus pasos.

—Todo tuyo —le dice mamá señalando a Fede —Yo iré a la cocina a preparar unas cosas para la venta de pasteles de la escuela de Chiara.

Mi madre me lanza un tierno beso y luego desaparece, llevándose con ella la armonía.

—Hola —murmura Leonardo, pero lo ignoro, a lo que suelta un suspiro y me da la espalda para sentarse en el suelo y quedar frente a mi hermano —¿Cómo estás, pequeño?

En —responde mi hermano intentando levantarse del suelo para acercarse al chico rizado.

—Me alegro de que estés bien, Fede.

Si bien no lo puedo ver al rostro, sé que le está sonriendo a mi hermano. Está sonriendo cuando estoy más que seguro que lo único que quiere en este momento es darse un tiro.

—¿Te quieres levantar? —le pregunta Leo a mi hermano, quien estira sus manos a modo de respuestas.

Leonardo lo toma y lo deja de pie, mientras Fede intenta mantenerse estable, pero no lo logra. Sin embargo, antes de que pueda caer, el rizado ya lo tiene de pie otra vez.

El Rey De Roma #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora