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Me cambio de manera rápida y salgo camino al club para mi trabajo nocturno

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Me cambio de manera rápida y salgo camino al club para mi trabajo nocturno. Sé me pasó la tarde volando junto a Chiara y Federico, además de que la madre de esos dos pequeños es bastante agradable, lo que hacía todo más cómodo.

Antes de irme choqué de frente con Giovanni y a pesar de que quise ignorarlo no pude, ya que un brillo sutil en el lóbulo de su oreja captó mi atención.

Tenía un arito en forma de argolla y por más que odie admitirlo, tengo que decir que se le veía bastante bien.

—Hola, Miguel —saludo a mi compañero.

—Hola, Leo —sonríe.

—¿Qué tal todo? —le quito unos vasos que estaban por caer al suelo.

—Al parecer esta noche será de locos —señala al grupo de personas entrando.

—Es viernes y mi cuerpo lo sabe —bromeo. —Me voy a atender a aquellas dos —le señalo a dos chicas en la esquina de la barra.

Como Clara me pidió mi número hace unos días, me envía mensajes de vez en cuando y me dijo que vendría con sus amigos esta noche.

Cuando salí de casa de Bruno, ella ya no estaba con Giovanni, así que se encargó de textearme su panorama.

—Buenas noches, señoritas —digo de manera amable —¿Qué quieren esta noche?

—De ti nos gustarían muchas cosas —responde la de rizos guiñándome un ojo.

¿Acaso me está coqueteando?

—No seas un picara, Lari —le dice su amiga —Tráenos dos mojitos, por favor.

—Vale —suelto una risita un poco nerviosa —Enseguida.

No estoy acostumbrado a que las chicas me coqueteen, ya que en Italia ni siquiera me prestaban mucha atención, pero aquí suelo atraer un poco más el foco y no sé si eso sea algo bueno o algo malo.

—¿Podrías llevarle esto a esas chicas? —le pregunto a Miguel con los mojitos ya preparados.

Tengo que admitir que antes de pedir este trabajo, tuve que ver varios videos de como preparar tragos para decir que tenía experiencia y al parecer no están mal, ya que hasta el momento ninguna persona me ha hecho algún reclamo al respecto.

—¿En serio? —asiento —¿Por qué? Las tías están buenísimas, yo no las dejaría ir.

—¿Quieres que me arrepienta de pedírtelo? —arqueo una ceja.

—No, no, no —niega rápidamente —Yo voy, es solo que quiero saber la razón por la cual me envías a mí.

—Una me coqueteó —digo sin rodeos.

—¡Pero si eso está genial!

—No quiero que me coqueteen —me encojo de hombros.

—¿Y qué pasa si él intenta coquetearte? —hace un gesto para señalar detrás de mí.

El Rey De Roma #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora