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Al fin la semana de clases está por terminar y podré disfrutar de un día de descanso

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Al fin la semana de clases está por terminar y podré disfrutar de un día de descanso. Aunque con Clara en casa dudo que sea descanso.

Hoy durante el primer receso me dijo que quería ir a visitarme el día de mañana porque tenía que conversar algo importante conmigo. De seguro es una estupidez y solo quiere ir a pasar el rato a mi casa.

—¡Sander, ya te dije que bajaras los pies de la mesa! —grita el maestro en tono de regaño a mi amigo.

La verdad es que no estamos haciendo nada interesante. Es uno de esos días en los que el maestro decide revisar trabajos pendientes y dejarnos a la deriva, pero dentro del salón.

—Agh —se queja Sander y baja los pies.

Por su parte, Patricio ha estado bastante distraído desde que inició la hora, pero no le he dado gran importancia, ya que me he enfocado en hablar con Sander sobre rutinas de ejercicios.

—Necesito irme —dice al fin Patricio, con la mirada fija en el maestro, como si quisiera asesinarlo.

—Ni aunque lo señales con un arma te dejará salir —le dice Sander a Patricio, quien sigue sin despegar la mirada del maestro.

—Al diablo —murmuro y se pone de pie.

Toma su mochila y sale a paso veloz de la sala, dejándonos a todos un poco descolocados. El maestro queda con la boca abierta mirando la puerta, como si quisiera decir algo, pero nada sale de su boca hasta que clava la mirada en nosotros.

—¿Algo que decir? —pregunta.

Con Sander solo nos escogemos de hombros, ya que ninguno de los dos tiene idea de lo que ocurre con nuestro amigo.

—¿Qué le pasa? —me pregunta Sander cuando ya no somos el centro de atención.

—Si tú no lo sabes, yo mucho menos —volteo los ojos.

—¿Deberíamos hacer lo mismo y seguirlo?

—Los padres de Patricio tienen a todo el colegio comprado —le recuerdo —Los míos no, y no estoy dispuesto a que el director los llame por escaparme del salón.

—Vale, tienes razón.

El bullicio vuelve al lugar y sin la presencia de Patricio y con la mirada de Sander centrada en el celular, me atrevo a mirar de manera discreta a Leonardo. Él está mirando por la ventana, mientras la pesada de Kiara le dice vaya a saber Dios que cosa.

No siente mi mirada, así que vuelvo mi mirada a la de mi amigo para ver lo que me muestra en su celular, sin embargo, suena el timbre anunciando la salida interrumpe mi acción.

—¡Al fin! —exclama Sander y se levanta de golpe —¿Nos vamos?

—Como mínimo guarda tus cosas —volteo los ojos y le señalo el montón de envoltorios sobre la mesa, porque al parecer el chico quiso hacer un festín de comida.

El Rey De Roma #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora