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—Me estás volviendo loco

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—Me estás volviendo loco.

Esas cuatro palabras hacen que mi corazón comience a latir como un desquiciado, porque lo vuelvo loco, ya sea de manera positiva o negativa lo vuelvo loco. Eso significa que algo provoco en él, algo mínimo, pero a la vez una pequeña esperanza. 

Suelto un largo suspiro y me veo a mí mismo a través del espejo con una sonrisa adornando mi rostro.

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Ayer, Andreotti se encargó de ignorarme durante todo el día dentro del colegio. Sin embargo, hoy no podrá ignorarme, ya que como cada sábado tengo que ir a su casa y tendrá que verme de una u otra manera. Aunque siempre puede escapar antes de que me aparezca.

Golpeo la puerta y espero unos segundos hasta que Bruno o Emma me abran la puerta. Estar en esta casa es un trabajo muy fácil, prácticamente me pagan solo por estar aquí, porque los fines de semana el matrimonio tiene día libre.

—Ya entra —dice alguien de mala gana.

Levanto la mirada y veo a Giovanni mirarme con su típica cara de culo, como si odiara a todo el mundo frente a él. 

—Entra —repite volteando sus ojos. 

—Yo... —ni siquiera termino la frase y entro, porque nunca sé qué respuesta darle a este chico.

—Mis padres no están —informa mientras lo sigo por el interior de la casa —Van a volver en eso de una hora —se gira provocando que choquemos de golpe. 

—Perdón —murmuro apartando la vista.

—Viene mi tío de Escocia de visita —dice sin ninguna expresión —Y han ido por él al aeropuerto —me explica —Chiara y Fede están viendo una película. 

Dicho eso se da la media vuelta y se dirige a la escalera para desaparecer de mi campo visual. 

Vale, al parecer lo vuelvo loco, tan loco que quiere desaparecer de mi vista en cuanto me ve. Fue muy idiota de mi parte creer que lo volvía loco de la forma que estaba anhelando.

—Hola —digo en voz alta llamando la atención de los dos hermanos menores.

—Leo —chilla Chiara.

Me acerco a ella y la abrazo levantándola del suelo. Por su parte, Federico me muestra la lengua de forma juguetona, algo que para él significa maldad. Le revuelvo el cabello y me alejo un poco para dejarlo ver la televisión. 

—Leo, ¿Me puedes ayudar? —me pregunta Chiara.

—¿Ayudar en que, linda? 

—Tengo una tarea para el lunes —hace un puchero —Y Giovanni no me quiso ayudar, porque dijo que los bobos necesitaban ayuda. 

El Rey De Roma #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora