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—Me encanta el lugar donde tu padre compra las pizzas —comenta Patricio —Vendré más seguido —me guiña un ojo

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—Me encanta el lugar donde tu padre compra las pizzas —comenta Patricio —Vendré más seguido —me guiña un ojo.

Espero que no se le haga costumbre.

—Si él viene, yo igual —interviene Sander.

—Sí, lo que digan —volteo los ojos de manera divertida. Sander quiere estar en todos los lugares que está Patricio.

—Supongo que no nos veremos hasta el día lunes —dice Patricio.

—Los domingos son días en familia —digo en respuesta.

La verdad es que hay días domingos en los que mi familia sale a dar algún paseo y yo me quedo haciendo cualquier estupidez porque no me apetece salir, pero eso no tienen por qué saberlo mis amigos.

—Nos vemos el lunes —dice Sander chocando los 5 conmigo.

—Adiós —continúa Patricio.

—Nos vemos —digo y los acompaño a la puerta.

Abro la puerta y los dejo salir, para luego al cerrarla recostar mi espalda sobre esta, como si no quisiera que alguien más entrara a la casa.

Debo admitir que Moretti supo llevar la situación, si bien a ratos parecía desconectarse y querer escapar, se intentó mantener firme ante la situación.

Siento que nos debemos una conversación, él tenía razón al decir que debemos conversar, porque quizás si tenga una explicación de por qué me ha estado ignorando. Si bien estoy molesto por eso, también quiero saber la razón de su actuar.

Le doy un poco más de vueltas a si ir o no ir donde él, hasta que me decido en caminar directo a la cocina, donde él se encuentra. Sin embargo, a mitad de camino me encuentro de frente con sus ojos sobre mí.

Lo miro esperando a que diga algo, pero se mantiene con la boca cerrada.

—¿No dirás nada? —le pregunto, a lo que solo se digna a negar con la cabeza, por cual suelto: —El martes.

—¿Qué? —dice un poco confundido.

—Querías hablar —le recuerdo y él asiente ante mis palabras —El martes —repito —Adiós, Moretti.

—Adio... —me doy la media vuelta para dirigirme a mi habitación antes de terminar de escucharlo.

Al entrar a mi habitación, me quito la camiseta de mangas largas que llevo puesta y la lanzo a cualquier lugar, para posterior dejarme caer en la cama.

Aun falta para el día martes, pero quiero tener preparado en mi mente lo que diré, porque si la respuesta no me gusta, tendré que mantener la cordura y disimular.

Necesito distraerme un poco.

Tomo mi teléfono y marco a mi apoyo incondicional. Si bien hemos estado un poco distantes estos días, sabemos que siempre estaremos para el otro.

El Rey De Roma #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora