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Matteo me insistió una y otra vez que me quedara en casa para seguir celebrando sus 18 años, pero no podía dejar el trabajo tirado

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Matteo me insistió una y otra vez que me quedara en casa para seguir celebrando sus 18 años, pero no podía dejar el trabajo tirado.

Meto mis cosas en el pequeño casillero que tengo asignado y me voy a paso rápido a la barra para comenzar con mi trabajo.

—Hola, mi querido italiano —me saluda Miguel —Te ves con bastante ánimo.

—Estaba de celebración —le explico —Vengo del cumpleaños de mi hermano.

—Es una lástima que hayas tenido que dejar la fiesta por el trabajo —asiento.

—Pero tú lo has dicho —me río —dejé el cumpleaños por el trabajo, así que no me distraigas —ambos reímos.

Entro a la barra y al fondo entre el parpadeo de las luces de colores puedo ver a una sombra levantando la mano. Hoy necesito las propinas para reponer el dinero con el que compré el regalo de cumpleaños a mi hermano.

Antes de poder llegar a mi objetivo, me detengo de golpe al notar unos ojos azules mirándome directamente, por lo que siento que mi cuerpo flaquea por un segundo.

Me olvido que él me está mirando y sigo rumbo a la pareja que me pide dos mojitos, por lo que centro mi atención en llevar el pedido para ellos.

Ni siquiera sé qué hace él aquí, sabe perfectamente que trabajo los viernes en este lugar ¿Para que venir? Todo estaba bien mientras se mantuvo alejado de mí.

Atiendo a tres personas más, hasta que él hace un gesto para pedir algo más, pero no me mira a mí, sino que a Miguel, por lo cual debería sentirme un tanto aliviado, sin embargo me siento extraño al sentir que me ignora en un ambiente distinto al del colegio. 

Giovanni le dice algo a Miguel y a los segundos mi compañero de trabajo aparece con un refresco y un vaso con dos hielo ¿No está bebiendo? Es bastante extraño que alguien venga solo a tomar refresco a este lugar.

—¿Qué más ha pedido él ? —le pregunto a Miguel.

—¿Quién? —me mira confundido. 

—El tipo de los ojos azules.

—Únicamente refrescos —se encoge de hombros —Se ve bastante solitario.

Antes de que Miguel pueda seguir preguntando a qué se debe mi pequeño arrebato de curiosidad, tomo una bolsa y comienzo a recoger los trozos de limón que han dejado las personas que bebieron tequila. Lo que también me obliga a pasar cerca de él.

—No sabía que ibas a estar esta noche —dice obligándome a conectar mi mirada a la de él.

—Sabes que trabajo aquí los viernes por la noche —volteo los ojos.

—Pensé que estarías con tu hermano —aparta la mirada de mí —Clara me dijo que estaba de cumpleaños.

—Hay personas que no podemos dejar de lado el trabajo por una celebración —hago una mueca.

El Rey De Roma #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora