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La noche había traído un cielo azul cargado de estrellas, con la luna llena divisándose más enorme y radiante que de costumbre. La marcha de los autos a esa hora era menos intensa y una calma oscura serenaba las veredas, debajo de los árboles. Julián, apoyado contra la pared como una bicicleta que alguien hubiera olvidado, esperaba a Gabi, mientras lo oía despedirse de sus compañeros de trabajo con dos cafés en sus manos.

Cuando su amigo, finalmente, salió, ambos se miraron y se saludaron con un gesto, mientras quedaban a la par, para emprender, juntos, el camino de vuelta a sus casas. El aire se sentía agradable sobre sus rostros, que se miraban de reojo mientras daban sorbos al café y se disponían a dialogar acerca de la cuestión que les había quedado pendiente algunas horas antes.

Julián comenzó a hablar sobre el tema aclarando que le resultaba muy difícil abordar ese tipo de asuntos. Pero, por suerte para él, Gabi tomó la palabra y emprendió una despreocupada alocución en la que, con su particular tono y sus gesticulaciones exageradas, resumió todo lo que Julián podría llegar a decir, concluyendo en que, desde el primer momento había notado los sentimientos que lo atraían hacia Amelia y que, desde ese entonces, lo había visto, una y otra vez, seguirla con la mirada, con el brillo y el sonrojo de quien está enamorado y que verlo con todos esos sentimientos queriéndole explotar adentro, sin salir de su boca, siendo que él era, junto con Alex, de sus mejores amigos, le provocaba emociones encontradas, ya que se preguntaba por qué no era capaz de abrirse con sus amigos habiendo entre ellos tanta confianza y que, además, de haber sido al revés, cualquiera de ellos no hubiera dudado en contárselo.

Julián coincidió con cada oración que Gabi dijo, y, tomando la palabra, su voz se entrecortó por un nudo en la garganta al decirle que, para él, era imposible poner etiquetas que calificaran los sentimientos que lo atraían hacia Amelia y que, por extraño que pudiera parecer, al verla a ella y encontrarse con sus ojos, en una mirada recíproca, sentía que le gritaban las mismas palabras que los de él. Y, ante la pregunta de Gabi acerca de que, si él intuía que ella podría sentir lo mismo, por qué no había intentado hablarlo, la respuesta fue que varias veces había repasado en su mente cómo abordar esa charla con ella y que, en más de una ocasión, estuvo a punto de intentarlo, pero siempre había surgido algún motivo que lo llenara de incertidumbre y temor, logrando que la duda lo invadiera y congelara sus intenciones.

Mientras seguían caminando y los cafés ya se habían enfriado, al amparo de la luna y de las luces anaranjadas del alumbrado público, Julián también quiso hablar con Gabi acerca de cómo había surgido su relación con Isa, cuánto la apreciaba y lo importante que era para él poder conservar su amistad con ella en caso de que su incipiente amorío no prosperara, porque, más allá de que él estuviera perdidamente enamorado de Amelia, los motivos por los que se había fijado en la nueva integrante del grupo eran auténticos.

Así que, sin ánimo de parecer egoísta al pretender todo a su favor, había estado los últimos días dándole vueltas a la idea de dejar lo que tenía con Isa, conservando su amistad, para, finalmente, intentar acercarse a Amelia, quien, tal vez por casualidad o producto de las ilusiones que él se inventaba, parecía haberse acercado más a él desde que había tomado cierta notoriedad lo suyo con la chica nueva.

Por extraño que pareciera, le dijo Julián a su amigo mientras caminaban mirando las baldosas de alguna vereda, nunca había tenido la oportunidad de pasar tiempo con Amelia, así como lo había hecho durante los últimos días, tanto en la librería el sábado por la mañana, cuando, hasta incluso, la acompañó a su casa, como así también algunas horas atrás, mientras estaba en la cafetería y ella, junto a Olivia, lo invitaron a compartir la mesa y conversar. Gabi levantó las cejas cuando escuchó lo del sábado por la mañana y no las bajó hasta que su amigo terminó de contar los últimos acontecimientos. Quedó sorprendido por la naturalidad con la que Julián se refería a los hechos recientes. Si fuera alguien con un poco más de experiencia, se daría cuenta de que Amelia está interesada en él. Y se lo dijo. Julián se sonrojó.

Una pausa en el intentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora