La fiesta de egresados ya estaba mediando cuando ellos llegaron y, aunque a Alex le había costado mucho convencer a Julián de salir esa noche, ahí estaban los dos, parados cerca de la pista de baile, mirando cómo los demás se movían al ritmo de la música. Con una sonrisa en su rostro, con la satisfacción de haber logrado que su amigo lo acompañara, Alex miraba de un lado a otro y saludaba a los conocidos que pasaban por donde ellos estaban parados. Habían llegado tarde, la fiesta ya estaba entrada bien en clima, con cada grupo de amigos en la suya, la barra colmada de gente y vasos vacíos desparramados por el suelo, en todos los rincones.
Julián le preguntó si quería algo para tomar, que él iría a la barra en busca de una gaseosa. Alex le dedicó una sonrisa de agradecimiento y le negó con la cabeza. Estaba procurando no beber, al menos, las veces que saliera en su motocicleta. Podría haberle encargado alguna bebida sin alcohol, pero no le vio sentido, ya que no tenía sed y él no era de los que necesitan tener un vaso en la mano para sentirse seguros y confiados en un lugar en el que hay mucha gente. Se quedó parado donde estaba, como reservando el lugar, mientras Julián se alejaba con paso decidido hacia la barra.
Parado como una estatua, solo, miraba hacia la pista. Casi en el centro de la misma, entre la marea de gente, vio un pequeño grupo, formado por varios de sus compañeros de clase, bailando en un círculo compuesto por varones y mujeres. Notó que algunos estaban sumidos en la euforia que provoca el exceso de alcohol y le pareció divertido. Se le dibujó una sonrisa repentina al ver los pasos de baile que improvisaba Greta en el medio del pequeño círculo de amigos. Es fatal, se dijo a sí mismo mientras la veía hacer esos movimientos exagerados de los cuales sólo ella era capaz. De todos modos, no le costó notar que ella estaba pasada de tragos y que eso no debería ser motivo de risa.
Después de mirarlos bailar por un rato, vio que Greta se alejó de su grupo y, con un caminar ondulante, se dirigió rumbo al sector donde estaban los sanitarios. La siguió con la mirada, con la ansiedad de ayudarla en el momento en que se cayera al suelo, lo cual parecía que sucedería en cualquier momento. Notó que, mientras ella recorrió ese trayecto, chocando y pidiendo disculpas durante el recorrido, dos chicos se codearon, la señalaron con la pera y salieron detrás de ella. A Alex, eso le pareció extraño y, por eso, se mantuvo atento a lo que sucediera. Esperó algunos minutos y, luego, salió a paso decidido rumbo al sector de los baños, donde los dos extraños habían entrado siguiendo a Greta. En ese mismo instante, Julián regresó con su gaseosa en la mano, y sin saber cuál era el motivo de la prisa de su amigo, lo vio, de espaldas, alejarse.
Un rato más tarde, salieron del pasillo que conectaba con los baños, Alex y Greta, abrazados. Ella se aferraba a él como un ancla al fondo del mar. Sus ojos tenían el brillo rojizo que procede al llanto y él sacaba pecho, mostrándose protector. Caminaron juntos hasta el lugar de la pista de baile donde estaban los amigos de Greta. Al llegar ahí, Alex intensificó la fuerza de su abrazo y, luego, la soltó después de besarle la cabeza.
Julián notó que a Greta le costó dejarlo ir y se preguntó qué era lo que había pasado entre ellos dos. Pensó, también, en que hacía algún tiempo que no se enteraba de algún amorío de Alex, ya fuera por boca de él, de Gabi o de alguien más, así que podría ser eso lo que los había hecho aparecer juntos. Se imaginó en la misma situación con Amelia, saliendo los dos abrazados de algún lugar y que, luego, al intentar marcharse, ella lo retuviera para que se quedara. Pero eso no iba a pasar jamás si él no tomaba, de una vez por todas, la iniciativa de acercarse a ella a decirle todo lo que sentía.
Cuando Alex estuvo junto a él, Julián no se demoró nada en preguntarle qué había sucedido con Greta. Pero, su amigo, lejos de confesar un romance, le contó todo lo ocurrido mientras aún le duraba la rabia de la situación vivida. Después se quedaron un rato en silencio, mirado hacia donde estaba ella con sus amigos. La fiesta era, para los demás que ahí estaban, un lugar en el que convergían la diversión y los excesos, pero no lo violencia.
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Una pausa en el intento
Teen Fiction1 | Julián siempre fantaseó con enfrentar sus miedos y confesarle a Amelia el amor que sentía por ella. Una y otra vez, ideó en su mente el momento y la manera en que lo intentaría. Pero la forma en que se desencadenaron ciertas circunstancias lo c...