Una vez adentro del salón de clase, se sentaron en la misma ubicación que lo habían hecho los años anteriores: En el último banco de la fila contra las ventanas, Julián y Alex, y por delante, Gabi, que se la pasaba gran parte del tiempo de espaldas al pizarrón, haciendo comentarios graciosos o contándole a sus amigos anécdotas que se le venían a la mente en cuanto algún profesor mencionaba el nombre de una persona o de un lugar. Así, Marie Curie le parecía igual a su tía Rosana, que siempre andaba con el pelo frisado por la humedad, y San Sebastián le recordaba el verano que había pasado en Mar del Plata con su madre y su abuela.
Esas repentinas ocurrencias de Gabi, muchas veces, habían logrado que los tres estallaran a carcajadas, obligándolos a pedir disculpas al profesor de turno y a contarle al resto de la clase el motivo de su risa. Y era el mismo autor de la disparatada comparación quien, con su desenvuelto carisma, lo compartía con todos en el salón.
En el primer banco de la fila del medio, se sentaban Amelia y Olivia. Desde el primer año, habían elegido esa ubicación para estar cerca de los profesores y, de ese modo, estar atentas a cada explicación. Aunque Olivia, mas allá de estar en ese lugar delantero, nunca perdía detalle de lo que sucedía detrás de ellas dos.
Así fue como, varias veces durante el curso anterior, había pescado a Julián mirando a su compañera de banco y, a pesar de que en cada ocasión le había dedicado una sonrisa de ternura, él nunca lo notó porque su vista siempre había estado enfocada en el vaivén del pelo castaño de la chica de la que estaba enamorado, y su pensamiento, volando por las nubes, inmerso en un universo en el que sólo estaban ellos dos corriendo de la mano.
En ese primer día de clase, las dos compañeras, una sentada y la otra aún de pie, estaban acomodándose en sus lugares cuando Olivia, que era la que ya estaba sentada, advirtió que Julián miraba casi sin pestañar a Amelia. Pero, a diferencia de las ocasiones anteriores, él sí se percató de que Olivia lo vio y que, además, le dijo algo de cerca a Amelia, quien giró sobre sus talones, intentando ser disimulada, lo miró, bajó la vista y se sentó en su lugar. Esa breve escena, para nada usual, disparó en él los pensamientos más pesimistas, dejándolo nuevamente sumergido en el mar interior de sus dudas. Comenzó a sentir que le faltaba el aire y que, finalmente, todo lo que había pasado por su mente la noche anterior no sería más que una ilusa utopía que nunca se concretaría.
En eso estaba absorto cuando el profesor de música, quien, tal vez por su simpatía, era el encargado de presentar a los alumnos nuevos, atravesó la puerta y le pidió al curso que le dé la bienvenida a Isa Oviedo, una nueva compañera. Ese fue el puntapié para que todos comiencen a hacer bullicio, celebrando con aplausos y silbidos, en una especie de ritual de bienvenida, el cual, a la chica recién llegada le pareció divertido y, sin sentirse intimidada y con actitud rebelde, hizo una reverencia y, por si acaso, mostró su dedo medio a todos. Esa muestra de carácter enloqueció a Gabi, quien enseguida se paró y exclamó: Genia ¡Por aquí, corazón! Siéntate a mi lado, reina.
Al acercarse Isa a su flamante lugar, Gabi se presentó y le señaló a sus mejores amigos, Julián y Alex. Al saludarlos, la chica nueva se quedó un instante mirando a Julián, casi sin pestañar, y durante ese momento, la joven rebelde no fue más que una risueña muchacha de pómulos rosados. Todos percibieron el momento que habían tenido los dos jóvenes que acababan de conocerse, hasta hubo algunos que emitieron un sonoro suspiro. También Amelia notó que se generó ese soplo de vibra momentáneo, y frunció los labios, como mordiendo cierta decepción y, enseguida, recibió una palmada de consuelo en su pierna, de parte de su amiga Olivia, quien le guiñó un ojo a modo de darle fuerzas, intuyendo un bajón anímico de su mejor amiga.
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Una pausa en el intento
Teen Fiction1 | Julián siempre fantaseó con enfrentar sus miedos y confesarle a Amelia el amor que sentía por ella. Una y otra vez, ideó en su mente el momento y la manera en que lo intentaría. Pero la forma en que se desencadenaron ciertas circunstancias lo c...