Extra 1 ✔

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Pov Ana

Quien diría que podría ver en esta faceta a Luis, solo con verlo me da envidia saber a qué nuestra hija lo quiere más a él que a mí.

Cuando nació, dios no supe distinguir quien va a ser la persona que va a dar a luz yo o él.

Nada más basto que estemos por las últimas semanas para que deje todas las cosas que tenía pendiente y se dedique a mí.

Vale, puede que esté emocionado, pero vamos yo trabajo de esto, pero aun así él estaba ahí como un chicle.

Ese embarazo fue raro, el que le daba los antojos no era a mí, sino a él, el que tenía cambio de humor no era yo, era él.

Donde está esas madres que ponen escusas de todo cuando están embarazadas como; Disculpa no puedo, es que es por el bebe o esas excusas de que uf como que él bebe está pidiendo algo.

Pues ya quisiera haber sido yo, pero no, el que se pasó los nueve meses con vómitos, mareos, dolores, antojos y demás fue él.

Yo solo era la persona que lo cargaba, según los doctores dicen que nosotros teníamos el Síndrome de Couvade.

Me felicitaban ya que no voy a pasar el tormento del embarazo, primero me gustaba, pero después me dejo de gustar por completo.

Me sentía celosa por esa parte que no puede vivir hasta que lo sentí con el segundo.

Él estaba muerto de miedo porque no quería volver a pasar todos los dolores, pero después estuvo tan contento que hasta saltaba en un solo pie cuando descubrimos que no va a ser igual que el primero.

Pero recuerdo que dije que ya no quería más este sentimiento, ser amiga del baño es insoportable, ya entendí todos los dramas de Luis, pero bueno, aun así, llegamos a tener el tercero.

Pero ahora, si no lo sentí, me pareció gracioso saber que era dos él y uno yo, los dolores solamente los sufrí en un embarazo, pero él lo sintió dos veces e hizo un drama total de que porque hasta que se arrepintió de mencionarlo.

Después de ahí decidimos que el sí iba a ser la vasectomía porque no podíamos seguir con los niños, aunque él se quedó con el deseo del cuarto, pero, aun así, lo acepto.

Bueno, dejando lo mío, Noelia y Agustín están de lo más contentos con sus dos hijos, unos gemelos, recuerdo como Agustín casi le da un infarto cuando se enteró.

Pero aun así ellos están ahí, obvio no todo es perfecto, un gozan esos tontos momentos que suelen tener.

Se escucha el suave toque de la recámara, dejo el diario en la mesa para atender quien es.

Al abrirlos me encuentro con la menor de todos, Ángela está con esos ojitos que me encantan, son más claritos que de los de su padre.

La cargo para que me cuente lo que desea.

Pero me calla, sus manitas en mis labios, saca de su pequeño bolso un cubre ojos, me sorprendo, he intento ocultar mi sonrojo.

Ella me lo pone dándome besitos a cada lado de mis mejillas,

Al terminar solo comienza llamar a su hermano, cosa que viene corriendo.

—Cuidado que te caigas -pero mi advertencia fue muy tarde.

—Señorita Madre, me puedes dejar de tirar sal -rezonga

—A esta bien, Señorito Miguel, ¿me puedes decir que es todo esto?

—No me diga así, únicamente ven, te tengo que llevar a un lado.

—Si esto es un intento de que te dé permiso para esa fiesta, te equivocas.

—Pero -se excusa.

—Pero nada -reniega- está bien, pero te llevas un paquete dé...

—Ok está bien, ya entendí.

—Vamos, aún soy muy joven para que tú tengas a una Ángela,

—Si ya tengo a esta cosita para que tener otra -escucho su risita- bueno ya es hora.

Miguel dios, es un dolor de cabeza, un joven de 18 años, todo hormonal con mis ojos, pero con todos aspectos de su padre.

Caminamos, hasta el inicio de las escaleras, pero me suelta de la nada hasta que siento otra mano que me sujeta,

—¿Nico? -menciono con temor de caer.

—Así es, ven te ayudo -me sujeta del brazo ayudándome

—¿Qué es todo esto, Nicolás? -cuestiono suponiendo que me lo diga

—Nada que Nicolás, este no es mis problemas, sino del señor que está al frente -cuando llegamos me suelta.

—Oye más respeto, por este niño he sufrido tanto. -ya me lo imaginé

—Te lo dije madre, te comprometistes con un demente –me susurra,

Solo asiento, con una pequeña risa, siento sus brazos rodearme, de una manera muy posesiva y quien no si su hijo es una copia perfecta de él, solo obtuvo mis pequeños ondulados nada más.

—¿Quién te crees que era para susurrarle a mi esposa a mocoso? -pregunta ofendido

—Su adorado hijo -me aguanto la risa.

—Nada, auch -lo detengo porque de aquí no vamos a salir nunca.

—Ya deja de discutir, me dices que es todo esto. -exijo.

—Bueno, es algo que debes esperar aún -me susurra, dios, si antes me convertía en gelatina con solamente escuchar su voz, ahora con el pasar de los años su voz ha cambiado y se ha vuelto más grave de lo que era.

—El viejo se puso meloso -se escucha desde arriba, siento como me abraza.

—Mire, no sé o que está sucediendo aquí, pero escucho de nuevo sus voces y va a suceder lo que paso la semana pasada para todos, lo digo más por ti Miguel y tú no te quedas atrás Nicolás. -declaro.

Se escucha sus resoplos, ahora sí, solo estamos este demente y yo solos.

—Ya te lo dije, pero es sorprendente como puedes aún manejar a nuestros hijos a pesar de la diferencia de edades -esconde su sonrojo.

—Te casastes con una genio, lo sabías. -siempre declarando mi ego.

—No solamente eso, sino con una mandona, aún...

—Luis -lo regaño.

—Pero aun así me encantas -me abraza- sabes cuanto me prende cuando te pones así.

—Oh, basta, que están los niños -le golpeo el pecho.

—Eso se puede solucionar -me muerde la mejilla

Me carga como una princesa en brazos, mis mejillas deben estar más que rojas por este demente.

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Les dejo este pequeño Extra, pienso subir uno más por el tiempo que ya paso con esta lectura.

De nuevo les agradezco su dedicación con esta historia, mil besos.


Atte. La loca de los libros

En lo que me convertistes【En edición】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora