Capítulo 17 ✔

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Pov. Ana

Todos estos días me la pasé con Luis, ya se me hizo costumbre que me pregunten si somos algo por cómo nos saludamos, pero no sé qué contestar.

Me confunden todas sus actitudes, así que mejor me voy a dormir.

Mañana tenemos que salir temprano, por fin se va a realizar el viaje que tanto estaba esperando.

Tocan la puerta sacándome de mis pensamientos.

—Ana, puedo dormir contigo. -cómo puede actuar tímida si siempre se duerme cuando teme de algo.

—Claro pasa. -mañana ya le preguntaré.

Pasa con su enorme oso para tirarse a mi lado, esa pijama es más larga de lo acostumbrado. La atraigo a mí para que me abrace, solo me aprieta para después de unos minutos se quede dormida.

Verla dormir es un sentimiento de paz en mi ser, no tengo la menor idea de lo que pasó, pero muy pronto lo sabré.

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Estoy conversando de cosas muy inesperadas con Noah, aún no me lo puedo creer, cuando sentimos algo extraño.

Me levanto siendo movida por Noelia, acaso esta niña no sabe respetar el sueño de los demás.

—¿Puedes dejarme levantar de esa manera? -ya está bañada para cambiarse.

—Cuando te despiertes como quedamos te lo aseguro que no molestaré tus sueños -me lanza una toalla- báñate, rápido vamos a llegar tarde.

Salto de la cama cuando veo la hora, corro a la ducha sin darme cuenta de la temperatura del agua.

Mi cuerpo vibra cuando es cubierto por agua helada, me tomo una ducha rápida saliendo con los dientes temblando.

Bajo a la cocina por algo caliente, veo a Noelia, con un café en la mano más una casaca.

—Noe, cuando dejes la llave cerrada puedes avisar -le rebato el café.

—Perdón, pero te conozco, tenemos que irnos -ruedo los ojos.

Cuando salimos me cubre el frío en todo el cuerpo, corro al auto por calefacción.

—Ana, vamos, sé que hice mal -me toca la frente- no quería que te enfermaras.

—Si me llego a enfermar en verdad me voy a enojar -solo asiente y comienza temblar.

Porque sigue haciendo tanto frío, me cubro con una manta que está aquí, pero nada, mi cuerpo tiembla por el roce de viento.

Estoy envuelta en la manta, cuando llegamos veo a Luis con Agustín conversando, se detiene cuando ven el auto.

Noelia, cuando se estaciona ellos vienen para abrir las puertas, siento mi cuerpo temblar por el choque de viento.

—¡Cierra la puerta! -por el susto me obedecen.

Noelia logró salir en ese tiempo para después explicarles por qué estoy envuelta de la manta. Luis me hace una señal para desaparecer de mi vista.

Ya no se puede subir más el aire acondicionado, me estoy muriendo de frío, tocan la ventana de mi lado, veo a Luis que me dice que me cubra para que él entre.

Aprieto la manta a mi cuerpo por el impacto, lo primero que hace es cubrirme con su casaca, cosa que agradezco, pero se demora en entrar.

—Perdón -solo lo miro- esto te va a calentar.

Pienso que es café, pero no es un té que al tomarlo siento como va calentando todo mi cuerpo sin querer cierro mis ojos disfrutando de la sensación que me brinda. Escucho su risa que cuando lo miro alza las manos en son de paz.

Mi cuerpo va calentándose al pasar el tiempo, esto está buenísimo, no sé qué será, pero lo buscaré cuando lleguemos.

—Gracias -asiente- ¿Qué té es? -se pone nervioso.

—Es un relajante, un poco de todo -se rasca la nuca.

—No sabes el nombre, verdad. -asiente- bueno, ya podemos salir.

Me voy quitando todas las mantas que tengo encima, pero me detiene cuando me quito su casaca.

—Póntela, no podemos hacer que cambies de temperatura al instante hay si te vas a enfermar -solo asiento.

Sale del auto para abrirme la puerta, pensé que se terminó todo cuando me cargó en sus brazos tapándome con la manta que me cubría.

Me agarró de él para no caerme, me llevó hasta el nuestro asiento para arroparme.

—No te muevas, yo voy a traer las maletas, espérame un momento -asiento.

Todos los ojos están en nosotros cuando se va, se escucha algunos reclamos, pero no le tomo mucha importancia.

Miro como hace cada cosa para venir a mí, me toca la frente para después dejar un beso en ella, se sienta a mi lado dejándome apoyarme sobre su pecho.

—Descansa un poco -asiento, en minutos me quedo dormida encima de él.

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Siento como va dejando un beso en cada parte de mi rostro, abro los ojos para verlo sonriente.

—Despierta, ya llegamos -señala la ventana.

La vista es hermosa, mis mejillas deben estar más que rojas, cuando me destapo le doy un beso para bajar.

Todo es hermoso, donde estacionaron el bus fue un muy buen lugar para la vista, el paisaje, el horizonte de la playa, las olas chocar entre ellas.

Hace mucho no siento esa paz que me puede brindar al ver el océano.

En lo que me convertistes【En edición】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora