Capítulo 107 ✔

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Pov Luis

He estado buscándola por un mes entero, no sé dónde se escondió este tiempo se hace cada vez más cruel, no puedo dejarla.

Si antes sufrí por no poderle hablar, ahora estoy en una cárcel la cual no me deja ni mirarla es como una tortura, maldigo a Brandon, cuál espero que este tres metros bajo tierra.

Llegue a investigarla para saber por dónde se escondería, cuál conocí un lado de Ana, que ni yo sabía, llegue a conocer a su familia, esa familia que se rieron por mí cuando la busqué, la cual le insultaron con todas las palabras hirientes que existen.

Flashback

Encontré una cuenta antigua de Ana, donde enseña varias fotos de ella con Noelia, pero es una cuenta que no ha sido usada en años.

Estoy por tocar las puertas de esta mansión cuando se escuchan gritos de una mujer, lo único que pasa por mi cabeza es Ana, comienzo a reventar la puerta a golpes.

Para mi favor sale un señor muchísimo mayor que yo, las arrugas lo delatan

—¿Cuál es la necesidad de tocar así? -cuando abro la boca para hablar me calla- no damos limosnas, retírate.

—No estoy aquí por limosna, ¿Sabe dónde se encuentra la señorita Ana?

—¿Ana?

—Ana Anderson -el hecho que la allá, mencionado, lo saca de sus casillas.

—Esa perra no es Anderson, yo soy Anderson -suelta una risa entre dientes- ser la favorita de ese vejestorio, llegó a darle su apellido, qué bastarda -Me aguanto para no tirarme en su encima, pero no solo queda ahí, sino que sale un chico de mi edad.

—¿Qué es lo que desea? -lanza una pregunta referida a mí, pero él contesta.

—Está buscando a esa zorra de Ana -lo dice con tanta burla.

—Esa bastarda se atreve a mencionar esta dirección para sus amoríos, pero llegó a ser una joyita su hija, señor.

—Ella no es mi hija, ninguno de mis hijos son tan degenerados.

—Ya lo escuchaste, aquí no hay y nunca habrá una bastada como ella, te puedes retirar -Solo sonrió de lado.

—Señor Anderson, disculpe, pero la "Bastarda" como usted le llama, es mi futura esposa, nos haría un enorme favor si se lavará la boca de tanta vulgaridad. Muy aparte yo tengo entendido que su empresa no está yendo por buenos caminos, si no quiere que todo salga al aire, que esta sea la última vez que hable de tal manera de ella.

Su mirada lo demuestra, está asustado, las manos le tiemblan, pero no lo reluce, el otro me mira de pie a cabeza.

—Pero quien te crees para amenazarnos, no sabes con quién estás hablando -me empuja queriendo que caiga, no ve cuando lo volteo.

—Yo me quedaría callado o no quieres que tu padre se entere secretos tuyos como el de Josefina -le susurro, él tiembla separándose -Hasta luego señor Anderson.

— ¿Quién eres? -coño jure no volver a usar este nombre, pero la ocasión lo amerita.

—La estrella se puede manchar de rojo si menciono mi nombre, no cree usted Señor Anderson -él solo retrocede atrayendo a su hijo.

—Largarte, ya obtuvistes lo que quería, no sabemos nada de ella, en mucho tiempo. ¡Lárgate, sal de mi propiedad! -grita dentro de su puerta usándola como escudo.

—Espero no volvernos a ver, sería una lástima.

Salgo de ahí, solo son una lacra de personas, un lugar menos de la lista.

Fin del flashback

Saber que esa clase de familia crio a Ana, da mucho de entender, solo tengo dos lugares donde podría estar, ruego que esté en este lugar porque ya no sabría dónde irme.

Toco el timbre esperando que me conteste alguien, iba por el segundo cuando me abre una pequeña.

—¿Tú quién eres? No eres mi pizza -exclama con los brazos cruzados, me acomodo a su tamaño para poder hablar.

—Disculpa, ¿está tu mamá presente? -asiente- La podrías llamar por favor.

—¿De parte de quién? -Pregunta con inseguridad

—Luis.

—Espérame un segundo -asiento.

Esta es mi única oportunidad para encontrarla, no la quiero desperdiciar, no sé si sea posible encontrarla, pero no me puedo dar por vencido.

—¿Disculpe? ¿Me llamaba?

—Hola, usted sabe dónde se encuentra Ana.

—¿Quién es usted?

—Su novio.

—Adelante, podemos hablar con más tranquilidad -asiento, es tan rústico este lugar, con solo imaginarme un hogar con ella aquí, me haría muy feliz, una motivación más para encontrarla -Me dice que es su novio.

—Sí, nos peleamos cuando desperté ya no estaba ahí, la vengo buscando por un mes, pero no la encuentro.

—Oh, bueno, vino hace unas semanas, pero no mencionó dónde se iría.

—No tiene ni una pista por donde se podría encontrar.

—Creo que es mejor dejarle su espacio, no crees -me sirve una taza de café.

—Lo entiendo, es que no quiero que se lleve ideas equivocadas -sujetó mi rostro contra mis manos.

—Mira, yo la consideró una gran amiga, no solo eso, es como una hermana para mí, no me gustaría que le hicieras daño.

—No, eso es lo último que quiero, solo quiero que esté conmigo.

Somos interrumpidos por la niña que me entendió antes, simula jugar, no le tomamos importancia, pero mi sentido actúa primero en agarrarle para que no se caiga de la silla, no importa que me haya manchado de pintura, su madre grita por el susto.

—Dios mío gracias, tú cuántas veces te he dicho que no juegues en la silla, mira, lo manchaste todo.

—No es su culpa, no es una gran mancha a pesar de todo -defiendo a la niña que está con las manos al frente.

—Pero mire, quédese aquí, ahora le traigo una camisa para que no se manche usted también.

—No es mucha molestia, ya me tengo que ir también.

—Disculpe, pero no voy a aceptar un no como respuesta y usted señorita va a estar castigada.

Sube a la planta superior para buscar, me siento mal por la niña.

—No te preocupes, no fue para tanto -intentó consolarla.

—Solo tengo unos minutos, yo sé dónde se encuentra Ana, no estoy segura si debo darte, pero he visto muchas historias como la de ustedes, esta es la dirección -me entrega un papelito, pero antes que todo- Solo te advierto si le haces algo te are papillas.

Asiento, ella vuelve a su lugar cuando escucha los pasos de su madre, yo hago lo mismo.

—Es la única playera que tengo, podría cambiarse al fondo, hay un baño, hay se puede cambiar.

—Muchas gracias- y va para las dos, me mira con esos ojitos que me saca una sonrisa.

Voy a cambiarme la camiseta a una azul que es una talla menos, pero sigue siendo útil, solo me despido de las dos, la cual me dice que la próxima vez que me vea me va a entregar la camiseta y la niña me enseña sus dos puñitos dándome apoyo.

Estoy tan cerca de ti, Ana, espérame que voy en tu búsqueda.

En lo que me convertistes【En edición】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora