Capítulo 18 ✔

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Pov. Ana

Me quedo observando todo lo que me rodea, sentir la paz que me brinda estar a la orilla del mar es asombrosa. Siento que me rodea por mi cintura, no hay necesidad de voltear para saber quien es, solo me apoyo sobre su cuerpo.

—Es hermoso -asiento.

Nos quedamos escuchando el sonido de las olas sin mencionar nada más, donde me puedo trasladar con algunas cosas que corren por mi mente, escucho que nos llaman.

—¡Ey! ¡Vamos a recoger las tarjetas, rápido! -me coge de la muñeca para correr.

La sigo evitando chocar con alguien o algo, la cola comienza a formarse antes de que tengamos nuestra tarjeta en las manos.

—¡Atención! -el encargado del viaje está sobre una silla- ¡Solo vamos a estar tres días, disfruten! -todos gritan por la emoción.

Noelia no quiere perder el tiempo, corre con las maletas para ver nuestra habitación, de lo emocionada que está no se dio cuenta de que está al lado de un ascensor.

—Cálmate un poco -la detengo- El ascensor está a tu lado, no te has dado cuenta -voltea, corre a él.

En todo ese poco tiempo estuvo dando saltitos contagiándome su emoción que al salir corrimos buscando que habitación nos tocó.

Cuando la encuentro grito para que venga con la llave, nos tranquilizamos un minuto, parecemos dos niñas por un juguete nuevo.

Entramos, todo está como lo imaginamos, el costo vale la pena, al ingresar nos recibe la vista al mar en su punto, todo el lugar está con tonos claros dando como primer punto de vista el balcón cubierto con las finas cortinas.

Dejamos las maletas al lado para ir a las habitaciones, la mía es sencilla, todo de color blanco con un baño personal más un balcón del sueño, al ver la habitación de Noelia, es la misma, la única diferencia es el color.

Me sumerjo en las sábanas para una siesta quedándome completamente dormida.

||||||||||||||||||

No sé cuánto tiempo estuve dormida, que mis brazos están cubiertos por otro cuerpo que no es Noelia, me levanto poco a poco y está él, observándome.

Me vuelvo a cubrir, él se ríe de mi acción para cogerme de la cintura, aferrándome a él.

—¿Sabías que hablas dormida? -deja un beso sobre mi cabeza.

—¿Qué haces aquí? -no contesta, solo me abraza- Dije algo fuera de lo normal.

—Nada extraño, pero ahora sé que también estoy contigo en tus sueños -me sumerjo en su pecho, él ríe.

—¿Y según tú para que te llame? -su rostro cambió por unos segundos.

Iba a seguir cuando Noelia entra a la habitación.

—Perdón, pero ya estoy lista para irnos -sale antes que responda.

Miro al Luis, pero caigo al darme cuenta de que está con bañador, me separó para ir a la ducha, escucho la puerta, cerrarse, busco un bikini más un polo de Luis que dejó por ahí.

Al salir veo a Noelia, nos vamos al lobby bueno, no fue difícil encontrarlos, ya que son la atención de todos, solamente están con unos shorts más sus lentes dejando todo a la vista.

No soy nada celosa, pero ver como las chicas las observan sin descaro me molesta, sé que lo que voy a hacer puede ser muy infantil.

Me quito la playera que tengo dejando a vista el bikini a la luz, Noelia, también me sigue solo con un punto caminamos a ellos.

Cuando voltean los dos viene corriendo a nosotras, la atención ahora está en los cuatro, con dos géneros distintos observándonos.

Nos cubren con su cuerpo, se escuchan algunos silbidos, pero basto una mirada para que todos siguieran su camino.

—¿Qué están tramando? -preguntan.

—Nosotras nada, ¿por qué? -Veo la desesperación de Luis.

Agustín fue más práctico, coge la playera que tenía Noelia en la mano para ponerla, en cambio, Luis, me carga como si fuese un saco de papas pataleo, golpeo su espalda para que me baje.

—¡Luis, bájame! -me da una nalgada, vamos Ana, control.

Nos apartamos lejos de todos para que me baje ahora si estoy molesta.

—¿Qué te pasa? -suspira.

—No vuelvas a hacer eso -me coge de las mejillas- no soporto que otros vean lo que es mío -me separo de golpe.

—¿Mío? -Desordena su cabello.

—Ana, vamos, todos estaban viéndote como si fueses un pedazo de carne.

—Luis -intenta agarrarme, pero me suelto- no, a mí no me interesa si me ven o no.

—Ana ... -no tengo ganas de aguantar esto, niego para irme.

Me coge de la muñeca atrayéndome a él, dándome un beso, el cual intenté separarme, pero no puedo a los pocos intentos terminó cediendo.

Un beso que expresa enojo de las dos partes, muerdo su labio para que me suelte, cosa que no hace, pone mis manos sobre mi cabeza acorralándome a la pared, su cuerpo me cubre.

Con una manos sujeta mis manos, con la otra aprieta mi cintura pegándome a él, siendo su prisionera, deja mis labios para ir por mi cuello, la altura no hace favor para ninguno de los dos.

—Luis -mi voz sale agitada por todo.

Escucho como gruñe, me suelta las manos para cargarme, rodeo mis piernas sobre su cadera para darle acceso libre a lo que quiera hacer.

Él sabe el poder que tiene sobre las manos, no lo desperdicia, se apodera de mis labios, sus manos de mi cuerpo jugando a su antojo.

No soy consciente de lo que me rodea, mi mente está en una sola cosa; este hombre me va a volver adicta a todo esto y ansiosa por saber más de él.

Niego cuando se separa de mí, niego que me deje ansiosa, dejo besos por su cuello haciendo que suelte un suspiro al aire.

Me coge del rostro para verme, esos ojos se oscurecen indicándome un alto, pero no quiero hacer caso, junta nuestras frentes para respirar.

—No puedo más, estoy en mi límite -susurra.

—Eso es lo que quiero -rozo nuestros labios.

—No de esta manera -niega, suspiro para bajarme- perdón -suelta de la nada- me muero de celos al saber que alguien te observa con deseo, pero sé que no debo.

Al mirarlo, algo en mí dice que tengo que confiar, entregar, de nuevo algo que no debo, pero dejó ese sentimiento para dar el siguiente paso.

—Mírame -sus ojos conectan con los míos- a la única persona que quiero que me vea con deseo eres tú y la única persona que me puede dejar en estas fachas no eres más que tú -ríe- me entiendes -asiente para darme un abrazo.

Deja un casto beso sobre mis labios para darme vueltas al aire, dejo todos mis temores que tenía escondidos en mí, suelto esos miedos que pensé que nunca los iba a soltar.

Aunque una parte de mí me dice que todo va a terminar mal, hago los oídos sordos pero la mente intacta a la expectativa.

En lo que me convertistes【En edición】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora