Capítulo 51 ✔

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Pov. Ana

—Mira, no sé a qué vienes, pero me da igual, ahora lárgate —No me hace caso— ¿los de tu grupito donde se esconden? -los busco, pero no doy con ninguno.

—No, te equivocas, él es mi hermano.

—Si ahora me dirás que son gemelos y cuando te vea no veré al otro, hazme el favor, lárgate.

—Es verdad, mira, a pesar mi hermano te lo pediría de otra forma.

Saca su celular para mostrarme una foto de él y su hermano, bueno soy muy desconfiada, pero eso se puede hacer con Photoshop.

—Sé que piensas que es Photoshop, pero hay muchas.

—¿De qué forma? -me refiero a su respuesta anterior, logra entenderme y ajusta su voz para hacer su cabello para atrás, se está transformando.

—Hola linda que tal si nos vamos a otro lugar a estar los dos -dice con una voz gruesa alzando las cejas al último, le sigo.

—Primero te vas a la mierda como dos veces y vienes para volverte a enviar qué opinas -estallamos de risas -hagamos que te creo, ¿Qué quieres?, y ¿Qué logras que sepa eso?

—Pues si me puedes hacer un favor.

— ¿Cuál?

—Si me puedes llevar a casa, he estado aquí, no sé cuántas horas.

—No es el hombre quien tiene que llevar a la chica a su casa -digo con sarcasmo.

—Vamos, estamos en siglo veintiuno -me rio a carcajadas.

— ¿Y por qué estás aquí? -bufa.

—El cabrón de mi hermano se largó con una chica y me dejó.

—Te abandonó por un polvo -está mal, pero me río en su cara, él se pone rojo.

— ¿Ya me vas a llevar sí o no?

—Tranquilo que puedo cambiar de opinión -suelta un suspiro- es broma, vamos.

Caminamos un poco, pero me da frío, miro mi polera, Joder, estoy solo con la pashmina en vuelta, me escondo en su espalda.

— ¿Qué es lo que pasa?

—Vamos, no me digas que no te distes cuenta que estoy sin ropa -salta y vuelve a mirarme, está más rojo que un tomate, se saca su casaca y me la pone.

—¿Cómo te puedes olvidar? No me respondas, vaya a cambiarte, no voltearé.

Voy corriendo donde está mi ropa, me cambio lo más rápido, no lo conozco aún y ya me vio desnuda, voy a sorprenderlo.

—Ya estoy.

—Ahora sí vamos.

—¿Cómo no te vi antes?

—Bueno, digamos que yo paro más en la biblioteca y cosas así.

— ¿Compartimos clase?

—Sí, todas.

—Y como no te note.

—No te culpo porque casi nadie lo hace a pesar de que nadie sabe que es mi hermano.

—¿Cómo te llamas?

—Michel -suelta jugando con sus dedos.

Vamos a mi moto, pero la mira como si fuera un monstruo retrocediendo.

—No me digas que le tienes miedo a las motos -siento que hoy día he estado muy sarcástica.

—La mayoría de accidentes ocurren en ello -me informa con más temor.

—Manejo desde los quince y no he sufrido ningún accidente.

—Tus padres no te podían comprar una bicicleta -alza la voz como si fuera un escándalo.

—Esta la compré yo -su rostro cambia de golpe a uno que no descifro.

—Oh perdón no... -ya sé por donde va, lo detengo antes que me haga un mensaje de que ellos siempre van a estar contigo y esas cursilerías.

—Ellos están bien si no a mí me encantan las motos.

Me subo esperando que él lo haga también, al subirse arrancó sorprendiéndolo, pasamos de broma en broma hasta llegar a su casa.

No es una casa que me sorprendería por su elegancia, sino por el aire que vibra, a una familia, hasta acá puedo ver a una señora preparando pasteles o galletas, cosas así.

—Bueno, gracias por traerme -me trae a la realidad

—De nada dime Ana -me agrado, cosa que no se ve mucho.

—Hasta luego Ana.

Me despido para conducir a casa, no es muy lejos por lo visto, entro para encontrarme todos, con decir todos me refiero a Agustín, Noelia y Luis, me miran molesto, bueno Agustín está rodando los ojos, pero no está molesto.

—¿Dónde estabas? -pregunta Luis furioso.

—Espera que, paso algo, Noelia estás bien -por una parte, de mi medio que algo pasaba.

—Ana, si estoy bien -con eso me siento más tranquila.

—Entonces por qué tanto escándalo.

—Eso mismo me pregunto yo, ¿Cómo estás, linda? -Me río por su comentario al llamarme «linda» me hizo recordar a Michel.

—Estoy bien, estoy cansada nada más.

—Está bien descansa, yo me voy, ya son las una y media de la mañana.

— ¡Una y media!

—Si y no grites, chau, te veo en la mañana ok -le dice a Noelia.

Se despide con Noelia con un beso en los labios, susurrando algo y se va.

— ¿Ana, dónde estabas, me tenías preocupada?

—Noelia, te dije, ya vengo y viene, no comiences con a qué hora, voy a llegar o cosas así, yo no te pregunta nada cuando sales -Agacha la cabeza- Ey no te digo como regaño, siempre he salido y he llegado bien que te pone más nerviosa.

—Nada voy a descansar -me susurra- alguien no dejó dormir -ahora lo entiendo su mal humor.

—Está bien -suspiro- ¿Qué pasa?

—¿Ana, a estas son las horas para llegar?.

—Alto, ahora si te importa después de haberte acercado en una semana entera.

—No me cambies de tema.

—No, Luis, estoy cansada de esto, joder, te molestas porque salgo a un lugar X y si no me ignoras de paso te revuelcas con quien sabe.

—No he estado con nadie y lo de ignorarte ha sido otra cosa.

—Entonces admites que me estabas ignorando -no recibo respuesta- sabes, estoy muy cansada, voy a dormir.

Camino a la escalera cuando se me cae algo de encima, miro, los ojos se me quieren salir de su lugar, es la casaca de Michel y no soy la única que lo mira.

¿De quién es esto?

En lo que me convertistes【En edición】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora