Capítulo 68 ✔

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Pov Luis

Organizar todo el mall para que no hubiera nadie fue todo un sufrimiento, cerrar un piso cuesta, pero todo vale por ella.

Esa mujer me ha robado el corazón y no sé cómo, pero me fascina.

He organizado todo, le he dejado el vestido en su casa, solo falta vestirme yo, ya no aguanto más las ganas de ver a Ana en ese vestido, lo mire y me imagine a Ana en él y joder con solo imaginarla es ese me causo problemas ganando las burlas de Agustín ya listo voy por las llaves para salir.

Me importan muy poco las predicciones, pero ahora si siento que algo está por pasar, pero más le tomes importancia, más se apodera de ti, mejor no le doy mucha importancia, parqueo el auto, voy a la puerta, todo el camino estaba tranquilo

pero a estar unos centímetros a la puerta siento mi pulso correr, me comienzan a sudar las manos, mis pies no dejan de moverse, estaba por tocar cuando la puerta es abierta por Noelia que casi me recibe con un golpe.

—Oh, perdón, ¿estás bien?

—Si tranquila, Ana -se me queda viendo, acaso estoy mal vestido.

—Verdad, ahora la aviso -sube casi saltando las escaleras, no sé, pero la sensación sigue ahí, me he puesto a mirar las paredes, estaba tan concentrado que no me di cuenta de que Ana ya había bajado un poco, escucho su risa y volteo a verla.

Dios es mejor que mi imaginación, está perfecta, su cabello está suelto con unas ondas en las puntas, tengo tantas cosas que hacer con su cabello así

el vestido se amolda a sus senos, que siento mis manos picar, la abertura de su pierna deja ver un poco de ella, no soy muy observador, pero me pareció ver algo más arriba de la abertura, esta hermosa.

—Está hermosa -es lo único que se me sale.

—Eso ya lo sé -me rio como lo dice, lo dice como si fuero obvio y me encanta

—Algo que no sabes es que estás jodidamente caliente -me regala una sonrisa, pero joder, ¿por qué tenía que poner los ojos así?, esos ojos se ponen cuando..., Tranquilízate, esa misma palabra pasaba por mi mente. Pero eso se fue al caño cuando se acerca a mí para comenzar a susurrar, hasta aquí puedo oler esa jodida crema que me pone demasiado.

—Siempre estoy jodidamente caliente -no soy nadie para decir lo contrario, pero está jugando con mi paciencia.

—No me tientes que ganas de arrancarte ese vestido, hacerte mía, en este momento me sobran - veo como se mueve en su mismo lugar, me sorprendería como sé leer cada parte de su cuerpo.

Sonrió de lado, veo a mi lado el espacio para seguir- recostarte justo en esta mesa, hacerte venir por mis dedos, escuchando tus pequeños gemidos, pidiendo por más, cargándote en mi cintura, apretándote contra mí - joder se lo está imaginado porque suelta un pequeño gemido para ella, pero lo escuche

solo me anima a seguir- llevándote a tu recámara, hacerte mía como te gusta, entrar en ti profundo, pero rápido hasta hacerte venir, repetirlo toda la noche -tengo que parar o cumpliría con todo lo que he dicho, bueno no me parece mala idea, se voltea para sujetarme del cuello de la camisa, sus ojos están de un color marrones dando a negro, está igual de excitada que yo.

Se acerca para besarme, pero me separo dándole una sonrisa de satisfacción, una parte me dice por qué mierda, me separé, pero quería jugar - Pero hay una cena que nos espera.

Me mira confundida cuando resopla, sale apresurada solo la persigo, mi vista va a la abertura de su espalda que da forma a su figura, veo que iba a abrir la puerta cuando le ganó, sube gruñendo, me dio risa.

—Estás molesta -me mira como si dijera "es en serio tu pregunta" y alzó las manos en son de paz- tú dijiste que no iba a tener sexo hasta el mes que viene, son tus reglas, no las mías.

Escucho sus maldiciones lanzadas al aire, joder cuantas veces tuve ganas de repetirlo, era como mi nueva adicción, primero fueron sus labios, siguió con sus manos y ahora su cuerpo, no puedo seguir.

Ella también lo sabía porque me provocaba una erección diaria, joder, ahora me encanta saber que no soy el único que desea repetir lo que ocurrió esa noche.

Se queda viendo a la ventana, ya bajo su respiración, está normal, veo que ya estamos a llegar paro, saco de mi bolsillo un antifaz, lo mira para mirarme sonriendo joder, quisiera estar justo en su mente para saber qué está pensando.

—No es para eso, aunque no me disgusta. -lo digo con picardía, no mentía imaginarme a Ana amarrada a mi cama con sus manos encima de ella, más su respiración agitada pidiendo por ser tocada me mataba.

Se voltea para ponerle el antifaz dejando un ver un poco su figura más el color sé sus pantis.

La vez pasada me había olvidado que sus pantis estaban en mi bolsillo como a ella, al recordarlo lo busque como un loco, rogando por no haber lavado ese pantalón, cuando lo encontré salte de emoción era de color negro que seguía teniendo su olor, recuerdo dejarme llevar por su olor en algunas noches.

Parezco un acosador guardando cada prenda suya en mi casa, al quedarse cualquier cosas tiene un pequeño espacio en mi ropero.

Termino para salir de ahí o se iría todo a perder, voy a abrirle la puerta, pero cuando ajá veo que separa el vestido para quien ver sus piernas, palmeo el coche tranquilizándome, suelta una risa.

—Ya verás Ana -sigue riendo cuando él agarró de su cintura.

Presiono el piso de la sorpresa, veo que no le gustan los ascensores por su mueca, cuando se detiene me pongo detrás de ella a esperar su reacción.

Se quedó con la boca entreabierta, eso me sorprendió, pero salió una lágrima por sus ojos logrando que me tense hasta que dijo que todo era hermoso.

«Pero no esperaba lo que venía después»


Aquí donde ya no existen secreto, solo los verdaderos rostros de todos.

En lo que me convertistes【En edición】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora