Capítulo 48 ✔

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Pov. Ana

Lo beso extrañé sus labios y no estar pegado a él ha sido como una adicción, no me sigue el beso, una parte de mí se entristece, me separo de él.

Pero me atrae a él dejando todo mi peso encima de él, coloca mis brazos alrededor de su cuello, Coge mi cintura y como si fuera una pisa mal puesta, me coloca bien entre sus piernas, ahogo un jadeo cuando lo siento presionándome, tentándome.

El beso es rudo, apasionado, dejando en claro lo cuando ha extrañado nuestros cuerpos estar juntos, como si fuéramos un rompecabezas y somos las únicas piezas faltantes,

Enredo mis dedos alrededor de su cabello jalando, no mido mi fuera logrando que suelte un gruñido y me paga apretando más a él, suelto un jadeo sonoro.

Todo mi cuerpo pide de él, muerdo sus labios y como si supiera lo que me refería, sus manos hacen líneas imaginarias en mis piernas, mi cintura no deja de moverse encima de él.

Mis labios dejan sus labios y pasa por su cuello dejando algunas marcas alrededor de él, lo cual suelta unos jadeos sueltos.

Sonrió por lo que puedo causar en él, muerdo recordando algo, escucho que suelta un fuerte gruñido, beso la zona afectada.

Lo miro, está con los ojos cerrados y lo vuelvo a besar.

Nuestros labios se juntan como si los hubieras separado por meses formándose uno, agradezco que su camioneta tiene las lunas polarizadas, jalo un poco su cabello y aprieta mis piernas.

Nuestra respiración es pausada, se separa y hace lo mismo que yo hice, deja un camino de beso entre mis labios a mi cuello, juro que odiaba que hicieran esto, pero ahora ver esa marca en mi cuerpo me causa una sensación de placer.

En mi mente pasa una locura, pero a la vez travesía, tengo que sacar esta duda.

Muevo mi cintura rápida sintiéndolo más erecto que antes y mi short no ayuda en nada, suelta uno que otro gruñido.

—No me tortures así -su voz sale pesada, grave, jodidamente excitante, me motiva lo que voy a hacer.

Mis manos bajan trazando líneas imaginarias hasta llegar a esa zona.

Mis dedos hacen líneas y veo que se retuerce por mis caricias.

Cojo el dobladillo de la camiseta sacando, lo toma por sorpresa, iba a hacer un movimiento cuando lo detengo besándolo como nunca antes, nuestras lenguas parece que están de fiesta, se unen en uno logrando excitarlo más, mis manos siguen trazando líneas.

Juego con los botones de su pantalón, sacando uno a uno

Mis manos masajean su zona eréctil causando que me mire sorprendido a la vez con lujuria, sus manos juegan los botones de mi short pero lo detengo.

Con una mano muevo la palanca del asiento, colocando en el último número, haciendo un movimiento brusco entre los dos, suelto una risa, bajo dejando besos por todo su torso desnudo, veo como lleva su cabeza para atrás, mis manos siguen masajeándolo de arriba a abajo, dejo algunos besos por su longitud logrando unos gemidos de su parte.

Asomo mis labios, comenzando un vaivén, moviéndome de arriba a abajo, cubriendo todo, cada vez más rápido, miro sus manos, apretando, está a punto de correrse, pero paro me mira, pidiéndome que no pare, agito mi mano moviéndose rápido causando que suelta un gruñido me acerco más y susurró

—¿Quién lo hace mejor? -me mira como si no supiera de qué trato de hablar.

—¿Rosmeri o yo? -muevo más rápido mi manos esperando respuesta.

—An an.... a -tartamudea, seso mi movimiento para hacerlo pausado- ¡Tú!, todo lo haces mejor, no hay nadie que te puede comparar -suelta entre suspiros su respuesta, me encanto, agito rápido haciendo que se retuerce en el asiento.

Bajo y sigo con mi movimiento cubriendo todo a mi paso, sus manos hacen una línea por mi espalda, hasta que se vino en mí, mis labios estaban manchados de él, sonrió como loca.

Lo beso el sabor de sus labios mezclado más el sabor de él es un lujo.

Sube su bóxer, colocándome encima, su respiración es pausada, idéntica a la mía, me mira, su mano pasa por mi mejilla haciéndome estremecer.

—Dudas que tú eres mil veces mejor que cualquiera -suelta en un susurró recuperándose.

—No lo dudo, pero me encanta hacerme recordar -sonrió.

—Celosa.

—¿Quién?

—Tú -suelta una risilla.

—Solo protejo lo que es mío -me encojo de hombros.

—¿Eso quiere decir que soy tuyo?

«Dios que tienen los hombres que no entienden una indirecta joder» me acomodo encima de él dejando todo mi peso encima de suyo, sus manos no dejaron mi cintura, mis brazos van alrededor de su cuello, hacer mis labios a su oreja susurrando.

—¿Lo dudas?

—Eres todo un misterio Ana, primero dices que no tenemos nada, ahora me dices que soy de tu propiedad.

—Ya te había dicho mi condición para aceptar, pero te demoras años hasta creo que te olvidaste.

—Todo que se trate de ti nunca me olvidaría -contesta con una sonrisa pícara, roso nuestros labios intentándolo.

— Luis, ni te imaginas lo que te haré si me entero de nuevo que te estás revolcando con un zorra por ahí.

—Es una amenaza y viendo cómo castigas me parece conveniente hacerlo más seguido.

—Es una advertencia, lo de hoy fue para alimentar mi ego. Este tipo de cosas no es un castigo, sino una prueba, los castigos que doy son más fuertes -susurro mordiendo su cuello.

En lo que me convertistes【En edición】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora