Carmen cantó su canción, una original de ella. Bryan hizo lo mismo tocando la guitarra, era toda una estrella de rock. También cantaron una canción juntos.
Admiraba a las personas que podían exponerse de esa manera ante tanta gente. Algo que yo jamás entenderé.
Me quedé tomando sol en una lona en la arena la mayoría del tiempo, mientras leía con mis anteojos de sol. Intenté por unos miseros minutos no sentir nada, no pensar en nada.
No funcionó tanto cuando escuché una risa bastante alta. Me despegué del libro y miré a la responsable.
Shelby estaba a varios metros a mi costado derecho en una reposera sobre Drake. Tenía las rodillas pegadas a sus caderas, igualita a mi en su auto.
Odié sentirme mal por la situación. Odié creer que él realmente se había disculpado. Odié creer por un segundo que eso que había dicho Miles aquella vez y nuestra conversación en mi habitación había sido cierto.
Rebolié los ojos y me senté. Guardé el libro y los anteojos de sol en mi mochila y me paré.
Me saqué el short y fui hasta la orilla del mar. No había nadie por ahí, todos estaban escuchando a otras personas cantar o estaban en lo suyo... como Drake.
El mar me tranquilizaba. Recuerdo cuando aprendí que la luna controlaba las olas por fuerzas magnéticas. Estaba fascinada con aquello.
Cada vez que tocaba el mar sentía que pisaba un pedacito de la luna.
Me metí un poco más hasta que el agua me llegó a las rodillas y respiré intentando concentrarme nada más que en el sonido de las olas.
No podía.
Caminé más, más y más, hasta que el agua me llegó a la cintura.
Empecé sentir que el mar se iba para atrás e intenté volver sobre mis pasos, pero no pude.
No.
Una ola gigante venía hacia mi y no podía hacer nada para escapar. Intenté, intenté e intenté, pero fue inútil.
La desesperación era demasiada, nadie me veía, podía sentirlo.
La ola temrinó por tirarme y me hundí en el agua salada. Me movía pero no lograba llegar a la superficie.
¿Así termina?
Sentí cada vez los ojos más débiles hasta que se cerraron por completo y percibía menos aire con cada segundo. Pero, hubo un momento que respiré, respiré aire y sentí aire frío contra mi piel.
Abrí los ojos y estaba sentada en la arena y apoyada en una roca cerca de la costa y... Drake frente a mi en cuclillas mirándome de cerca completamente mojado.
-¿Estás bien?- escuché su voz algo preocupada.
Tosí un poco con sabor a sal y sentía que mi nariz aridía por lo mismo.
-Si- respondí.
-No vuelvas a hacer eso, Andrómeda- dijo y se sentó junto a mi.
¿Acaso su perfume no se va nunca?
-¿Tu me sacaste del mar?- pregunté sin mirarlo.
-Si- contestó- Y no lo volveré hacer, así que, por favor, mantente en la arena.
-Gracias.
-Si te pones celosa por Shelby, no tienes porque suicidarte- soltó ya en su tono habitual- Hay mejores formas de llamar mi atención.
Suspiré y me levanté sacudiéndome un poco la arena del cuerpo. Empecé a caminar para volver a donde estaba tranquila.
Contestar esos comentarios nunca me llevó a nada, así que, prefiero simplemente dejar de hablar.
-Hey...- sentí un agarré en mi brazo que hizo que me diera vuelta. Quedé a una cercanía considerable, como siempre- ¿Qué pasa?- preguntó tranquilo.
-No todo gira alrededor de ti- respondí seca mirándolo bien esta vez. Lo dije. Algo que siempre pensé y nunca pudo salir de mi boca- No todo lo que hago es por ti o para ti. No me beso con Miles para darte celos o lo que sea que creas, lo hago porque quiero y punto. No fui al mar para no verte con Shelby, no podría importarme menos lo que hagas. No te saqué el escritorio en filosofía para tentarte, no sabía que era tuyo. No te sigo como seguramente piensas que hago. Tampoco te espío...
-¿Segura?- interrupió sarcástico- ¿Qué estabas haciendo ayer a la noche entonces?
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Las hermanas Omega 💌 La aventura de crecer
Teen Fiction"Regla número 1: Somos nosotras cuatro y solo nosotras. Regla número 2: No podemos decirle a nadie. Regla número 3: Todos los martes 1:35 AM detrás del arbusto a dieciséis metros de la casa Delta. No antes, no después, no otro día. Regla número 4: N...