Capítulo 8

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No voltees, no voltees, no voltees. Pero, tampoco te quedes inmóvil ahí parada. Camina, por el amor de Dios.

Me di vuelta ¿Por qué? No lo sé. Ya haberme desvestido delante de alguien hacía un minuto ya era duda suficiente para saber si la que estaba manejando mi cuerpo era yo o no.

Él estaba a unos metros sonriendo con el cigarrillo entre los dedos.

-¿Me hablas a mí?- pregunté.

-¿Ves a alguien más, Andrómeda?

-¿Por qué me llamas así?- empecé a caminar hacia él.

En lo que me acercaba empezó a mirarme de arriba a abajo. Cada paso, era un infierno, no solo por el hecho de que había algo que me aterraba de él, sino porque estaba semidesnuda.

No me quedé tan cerca, lo suficiente para escucharlo si me hablaba.

-Es una constelación- respondió- Supuse que lo sabías.

-Si lo sabía, pero no comprendo porque me llamas así- aclaré sin mirarlo. Enserio no podía mirarlo a los ojos, y mucho menos en la situación en la que estaba.

¿Por qué me acerqué? ¿Por qué no estoy corriendo?

Dió una última calada a su cigarrillo, lo tiró al piso y lo aplastó con la bota.

-¿Sabías que es una constelación que encontró un filósofo?

Rebolié los ojos. A eso quería llegar, claro.

-¿Te tomaste el trabajo de buscar en internet como la filosofía servía para la astronomía?- pregunté mirando al piso y curzándome de brazos, tenía mucho frío.

-Me tomé un bellísimo tiempo para probar que estás equivocada- corrigió y empezó a caminar más cerca de mi- Y planeo seguirlo haciendo hasta que lo entiendas.

-¿Entender qué?- miré su barbilla, no los ojos, nunca, nunca los ojos- ¿Qué la filosofía es una ciencia falsa? ¿Qué intenta encontrarle un sentido ridículo a las cosas?

-A que no hay una sola respuesta correcta para todo.

Centímetros, tan pocos centímetros. Olí su perfume otra vez. Sentí su cercanía de una manera nada sana para mí. Odiaba estar tan cerca porque me daban ganas, ganas de algo.

Ganas de gritar que alguien me ayude.

Miró mi pecho y soltó una risa. Se burla de mi cuerpo.

-¿Por qué no convinas la ropa interior?- fue una pregunta no solo incómoda, sino completamente inútil e inesperada.

-¿Para qué combinar algo que nadie ve?- otra vez mirando al piso.

-Yo lo veo- esa voz hizo que esa frase mandara hiperactividad y nerviosismo a todo mi cuerpo.

-No deberías- respondí- Solo es...

-"Curiosidad y desafío"- completó- Llevan haciendo ese juego desde que vengo aquí o quizás antes- agregó- ¿Por qué no me miras cuando me hablas?- soltó.

Dios ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

-No te tengo confian...

Paré de hablar, paré de hablar cuando mi cuerpo se volvió una piedra.

Drake me tocó el brazo derecho aún cruzado con el otro e hizo una leve caricia con el dedo pulgar.

Se enscendió algo en mi que no sabía que existía, una sensación indudablemente perfecta.

-Estás helada, Maggie.

¿Cómo sabía que podía llamarme así? Me encantaría que lo repitiera por siempre.

Sacó la mano de mi brazo y empezó a sacarse la chaqueta de cuero que tenía en filosofía y me la extendió.

-No la quiero- dije entendiendo- Ya voy a volver, así que...

-Confía en mi, ¿puedes?- me interrupió. Según Bryan, no, no podía- Me lo agradecerás luego- insistió.

La tomé y me la puse. No podía explicar lo increíble que se sentía, aunque también incómodo. Jamás me puse ropa de un chico.

Quedó en maga corta y pude notar algo que antes no había visto. En la muñeca izquierda tenía una cinta para el pelo tipo scrunchie en un rosa pálido.

Su novia marcando territorio...

-Devuélvemela mañana- dijo mientras se acercaba más, más y más. No sabía que era posible- Hay algo más que tendrás que devolverme y no está a discusión- agregó casi en un susurro.

Ok, lo miré a los ojos. Esos hermosos ojos verdes. Lo sentía respirar en mis labios con sabor a cigarrillo y no podía hacer nada para separarlo.

Puso una mano en mi cintura y también acercó mi cuerpo al de él.

¿Así iba a ser mi primer beso? ¿Con alguien... como él?

-Mi asiento en filosofía- agregó sonriendo. Sabiendo que, obvio, había logrado que yo pensara cosas- Fue mi banco siempre, por favor, no me hagas pedirlo de una mala manera.

Sacó su mano de mi cintura y se alejó completamente de mi yendo hasta, la que parecía su casa, Delta Gamma.

Pude respirar por primera vez desde que salí de Kappa y me fui para el otro lado para volver a esta.

Jamás en mi vida vuelvo a estar a menos de cuatro metros de ese chico. JAMÁS.

Volví con el corazón en la garganta y abrí la puerta para encontrarme con la sala vacía, excepto una sola persona.

-No te acerques a Drake Marxwell nunca más, Margaret- senteció Shelby con odio parada en el medio del salón.

-Pero tu me dijiste...

-¡Ya sé lo que dije!- interrumpió- Escucha lo que te digo ahora- siguió y notó la chaqueta con más atención- Nunca más.

-Nunca más- repetí asintiendo.

¿Por qué querría volver a acercarme a él con el desorden inmunológico que me genera?

Las hermanas Omega 💌 La aventura de crecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora