Entramos a su habitación sin despegar nuestros labios de los del otro. El sentimiento era inexplicable en verdad, no podía comprender como él podía generar tantas cosas en mí al mismo tiempo.
Cerró la puerta apoyando mi cuerpo en esta. A pesar de que nunca se separó y estaba muy cerca de mí, lo quería aún más cerca y no creía como eso era posible.
Di unos pasos para alejarme de la puerta. Pasé las manos de su cuello a los hombros y agarré el saco para quitárselo, lo hizo con rapidez sacando solo un segundo las manos de mi cuerpo que acariciaba con tanto cariño pero también tentándome a todo.
Sin perder tiempo, empecé a desabrochar su camisa oscura botón a botón lo más rápido que pude. El terminó de quitársela y fue directo a mi cuello una vez la prenda en el piso.
Cortó los besos un segundo, pero sin separarse realmente y me agarró de ambos brazos para girarme. No entendí muy bien que hacía, pero no me importó.
Ahora con él detrás de mí, corrió mí cabello de la espalda y empezó a bajar el cierre de mi vestido con una lentitud que podía jurar que me dolía.
-Me estás torturando, Marxwell- solté sin pensar, pero sin arrepentirme. Mi voz hasta sonó diferente cuando lo dije.
Escuché que soltó una risa llegando hasta el final del cierre.
-No lo apures, Andrómeda, quiero disfrutar cada segundo- dijo en mi oído con voz grave y juré que me derretiría.
Agarró ambos breteles del vestido y los deslizó por mis hombros y brazos con delicadeza. Terminó cayendo al piso y yo solo en ropa interior.
Me di vuelta y volví a traerlo hacia mí abrazándolo para besarlo hasta quedarme sin aire.
Yo fui la que le dio un empujoncito para que caiga en la cama. Sonreí con picardía mientras él estaba sorprendido pero imitando mi gesto.
Me puse encima de él con mis rodillas a cada lado de sus caderas. Mordí mi labio inferior unos segundos y me fui directo a su cuello.
Sentí su respiración acelerada mientras apretaba suavemente mis muslos.
Me separé apoyándome enteramente sobre él y desabroché su cinturón y pantalón. Caí a su lado para que se los sacara y, una vez que lo hizo, se puso el encima de mí.
Me besó debajo de la oreja y no pude evitar jadear y suspirar su nombre. Era demasiado mí.
-Drake...- dije más claro. Tenía que decirle algo antes.
-¿Mm?- no se separó ni un centímetro, pero necesitaba que me mirara.
Le agarré el rostro con ambas manos y lo acomodé cara a cara conmigo.
-Te extrañé.
Sonrió con dulzura antes de contestar.
-También te extrañé.
Se estiró para llegar al primer cajón de su cómoda y lo abrió sacando un paquetito de condón.
-¿Debo preocuparme porque tienes guardados?- pregunté divertida.
-Compré una caja el día que te compré el telescopio- contestó volviendo a su sonrisa típica- Este es el segundo, haz la cuenta.
Lo deseaba, lo deseaba tanto. Cada palabra, cada cosa que hacía era un estimulante en cualquier situación.
Obvio que sabía que las cosas fuera de esto estaban complicadas. Pero, quería un momento con él. Lo quería y lo merecíamos los dos por haber sido tan idiotas con el otro. Para saber que todo está y estaría bien.
Abrió el paquete con los dientes como la primera vez, pero la diferencia era que yo no estaba nerviosa y esperaba lo mejor sin ningún miedo.
Sacó mi ropa interior y lo sentí dentro de mí finalmente. Lancé un gemido que me salió del alma.
Me besó otra vez mientras no paraba. No quería que parara nunca porque definitivamente no podía sentirme mejor, esto no podía ser mejor.
Agarró mis manos y consiguió ponerlas una a cada lado de mi cabeza mientras las entrelazada con las suyas. Eso, le permitió ir con un poco más de firmeza y rapidez que me estaba encantando.
Unas cuantas embestidas más sirvieron para que ambos lleguemos a ese momento tan estupendo casi a la vez.
Drake cayó en mi pecho y ambos respiramos unos segundos con dificultad.
Se separó no mucho tiempo después poniéndose a mi lado.
-Andrómeda...- lo miré y sonrió- Gracias.
-¿Por qué?
-Solo... gracias.
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Las hermanas Omega 💌 La aventura de crecer
Teen Fiction"Regla número 1: Somos nosotras cuatro y solo nosotras. Regla número 2: No podemos decirle a nadie. Regla número 3: Todos los martes 1:35 AM detrás del arbusto a dieciséis metros de la casa Delta. No antes, no después, no otro día. Regla número 4: N...