Capítulo 32

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"Límite de X teniendo a infinito, 5X³+2X²-1". Primero había que reemplazar el infinito en las X y hacer el cálculo.

Regla número 1: Somos nosotras cuatro y solo nosotras.

El exámen de matemáticas estaba siendo mucho más difícil de lo que creí. En serio pensé haber entendido el tema, pero se notaba que ese no era el problema.

Regla número 2: No podemos decirle a nadie.

Empecé a morder mi lápiz con nerviosismo mirando la hoja con 13 ecuaciones divididas en 5 puntos a resolver aún.

Regla número 3: Todos los martes 1:35 AM detrás del arbusto a dieciséis metros de la casa Delta. No antes, no después, no otro día.

Miré de reojo a Miles a mi lado muy tranquilo respondiendo todo con bastante rapidez. Al parecer, mi casi mirada completa, le pesó y me vio para sonreírme y volver a la hoja.

Regla número 4: No podemos hablarnos fuera de aquí. No nos conocemos.

Resuélvelo, Maggie, no es tan complicado. Es una ecuación, como las que tienes en el exámen que deberías estar haciendo en vez de pensar en todo esto.

Dios, estoy rompiendo la regla número 5.

Regla número 5 (y más importante): No existimos, por lo tanto, no puedes hablar, pensar en esta hermandad. Somos un ente secreto y no podemos arriesgarnos.

Porque si, todo secreto tiene reglas. Mientras más personas lo sepan, más cuidado y precauciones hay que tener.

Suspiré hondo y me obligué a estar concentrada en lo que tenía que hacer.

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La hora quince para hacer el exámen terminó y yo... digamos que terminé. Nunca estuve tan en blanco al hacer un exámen, técnicamente, nunca tuve permitido no estar preparada.

Dios, esto es demasiado.

Salí del salón, no sin antes dejar la hoja en el escritorio del Señor Clarson.

-¿Cómo te fue?- escuché la voz de Miles a mi lado.

-No lo sé...- contesté insegura.

-Si... Bueno... Es nuestro primer exámen- concordó- Pero, supongo que... estudiamos bien- me sonrió y le devolví el gesto.

Él siguió caminando y yo solo lo miré alejarse.

No puede ser él, bajo ninguna circunstancia es él. Intenté convencerme de eso, dudo haberlo logrado.

-¿Lo invitaste a salir como dijimos?- ahora Wanda era la que se puso a mi lado mientras sostenía unos libros.

La noche del martes se estipularon varias cosas. Uno: reglas, las cuales Wanda y yo podíamos romper una por conocernos. Dos: iba a intentar estar lo más cerca de Miles posible para averiguar todo.

-No.

-Maggie...- se quejó.

-No puedo hacerlo- afirmé- No es él, basta.

Puse mi vista al frente viendo a Bryan, Steve y varios chicos de la carrera de teatro que siempre veía con ellos entregando unos papeles.

Mis amigos nos vieron a nosotras y Steve empezó a acercarse, mientras Bryan siguió repartiendo por donde estaba.

Steve paró de caminar al estar frente a nosotras y sonrió al ver a mi compañera.

-Hola- le dijo.

-¡Hola!- contestó ella casi gritando- Perdón...- siguió algo nerviosa- Soy... soy... soy...

-Ella es Wanda- completé. No parecía saber su nombre, tenía la mirada perdida en mi amigo- Y Wanda, él es Steve- lo presenté.

-Hola, Steve- repitió.

-Hola, Wanda.

Por favor Dios, dime que no soy así con Drake.

Ambos estaban demasiados sumidos en el otro para decir algo más o para, seguramente, recordar mi existencia.

-¿Qué son los volantes?- pregunté rompiendo el incómodo silencio.

-Oh...- volvió a la realidad- Son para la Fogata del Mar- respondió entregándonos uno a cada una- Se hacen tres cada año. La carrera de artes la organiza, así que, tenemos permitido ir a la playa todo el día, 24 horas- explicó- Es para bailar, cantar, tomar alcohol sin que nadie sepa...- siguió y miró a Wanda- Conocer gente nueva, hablar de...- miró uno de los libros de Wanda y sonrió- Hemmingway- mi compañera se puso roja y Steve guiñó un ojo- Las veo ahí, es este sábado.

Mi amigo se alejó para seguir entregando los volantes.

-¿Le gusta Hemmingway?- preguntó mi compañera hipnotizada.

-Su apellido es Hemmingway- respondí.

Ella se volteó a mirarme y se me acercó un poco.

-Si me estás mientiendo en este momento, te juro que no vivirás un segundo más- me susurró.

Solté una risa dando a entender que no mentía.

Pero, mis risas, mis buenos momentos, todo lo lindo terminaba y, lamentablemente, empezaba con Drake Marxwell, él cual me miraba de lejos, probablemente, desde que salí del salón de clase.

Las hermanas Omega 💌 La aventura de crecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora